Antonio Canet revocaba el cuarto de sus hijos cuando una psicóloga y una asistente social del MTOP tocaron timbre en su casa de Capurro. Ya tenía todo pronto para cuando secara el cemento. A los pocos días de aquella visita, llegó el responsable de la Dirección de Agrimensura del ministerio y hablaron.

La casa de Canet está en la esquina que muere entre el empedrado de la calle Alberto Flangini y la vía del tren. Su propiedad y otra veintena de padrones en Capurro están en la mira del Ferrocarril Central, el tren que unirá Paso de los Toros con Montevideo. Un vecino de la calle Dragones, que tiene una casa con un frondoso fondo, está enojado. Su anacahuita, que cuelga del muro contra la vía, un creciente níspero y un añoso árbol de copa ancha serán tumbados. No habla de indemnización ni de qué perderá (según le dijeron un metro, un metro y medio de fondo), pero tiene claro que extrañará a sus árboles.

Por dentro y por fuera

Además de los agrimensores que tomaron medidas esta semana en Capurro, otro equipo de trabajadores sociales del MTOP comenzó hace un mes una recorrida por los primeros puntos en los que el trazado requerirá una intervención en hogares. Asistentes sociales, psicólogos, ingenieros y agrimensores se entrevistan con los vecinos potencialmente afectados. La experiencia de acercamiento comenzó con la construcción de la ruta perimetral. “La perimetral fue también muy exigente, por el número de expropiaciones y el tiempo con que se contó para hacerla”, explicó el ministro Rossi.

Un letrero pintado en el muro de la vía anuncia su teléfono y su ocupación. Canet es vidriero, tiene el taller en su casa. Hace 13 años que vive allí, en matrimonio y con dos hijos. La familia fue arreglando la casa con el correr de los años, en base a sus ahorros. Ahora le había tocado mantenimiento “al cuarto de los gurises”, que van a tener que esperar: sobre una parte importante de su casa se construirá una trinchera para que pase el tren, a 80 kilómetros por hora y con 22,5 toneladas por eje.

Canet destaca que los funcionarios del MTOP conversaron “bastante”, que tenían buena actitud y disposición, pero que no contaban con mucha información. Dice Canet que “vinieron a contener” los “bolazos de la prensa” y a “pelotear” el tema con los vecinos. Canet se consuela porque le dijeron que “se va a cubrir a la gente afectada lo más que se pueda”.

Su familia está pendiente. El taller, los cuartos y el living que hicieron con tanto esfuerzo podrían desaparecer. “No sabemos nada de lo que se va a hacer. [...] Nosotros somos una familia obrera, nos llevó muchos años de trabajo tener la casa propia”. Canet se “siente en el aire” y espera una definición. Los vecinos no tienen detalles sobre qué parte de su propiedad sería afectada.

Unos pocos padrones serán totalmente expropiados. La mayoría verán caer (sólo) una parte del terreno, dice el ministro de Transporte, Víctor Rossi. El secretario de Estado (y vecino de Capurro) estima que las obras deberían empezar entre noviembre de 2018 y febrero de 2019. En abril se cierra la licitación internacional para construir el tren que necesita UPM y que ayudará a mover carga en otros rubros, repiten las autoridades desde que presentaron el proyecto en agosto de este año.

Los agrimensores del MTOP han trabajado en la última semana en Capurro. Y Rossi dice que seguirán haciéndolo. Para el ministro, el futuro del ferrocarril es casi que un asunto personal: según anunció, recorrerá todas las localidades por las que pasará el proyecto. “El interés es no perjudicar al vecino; por el contrario, es procurar resarcirlo de manera que no se vea perjudicado y, si es posible, que se vea beneficiado. Hay distintas circunstancias”, señala Rossi.

Sólo en el tramo entre Flangini, Francisco Gómez, Uruguayana y Dragones hay livings y fondos, cocinas y cuartos, árboles y comedores que podrían entonar su retirada. Una manzana al norte hay un comité de base, un jardín de abuela con olor a rosas y comida de olla, casas con persianas bajas y los rieles cruzando de Gómez a Uruguayana que también pasarán a la historia, al igual que una vieja caseta sobre las vías que apenas conserva la estructura de hierro. El gobierno proyectó que el tren empiece a descender después de la estación Bella Vista para pasar por debajo de los accesos a Montevideo, donde nace Bulevar Artigas. El tren se elevará paulatinamente hasta el arroyo Miguelete acompañando el trazado original de la vía. Habrá dos puentes para cruce peatonal y vehicular en ese tramo de Capurro.

Tres años de obra insumirá que UPM conecte Paso de los Toros con el puerto capitalino. También más de 200 expropiaciones, mayoritariamente en predios rurales. El nuevo trazado evitará algunas curvas pronunciadas y para eso proyectan esas expropiaciones. Mientras tanto, Capurro espera su segunda gran intervención (la primera fue cuando la dictadura expropió terrenos para construir los accesos).

El ministro Rossi prefiere no decir cuánto dinero requieren las expropiaciones. Se guarda las estimaciones hasta abril, cuando los constructores presenten propuestas concluyentes. Por ahora es todo mensura, mesura y espera, no sólo en Capurro.

Peaje en Capurro

El Municipio C se está despabilando del traqueteo que va a significar el proyecto para todas las arterias de Capurro. El 9 de noviembre el ministro Rossi estuvo en el Consejo Vecinal del zonal 16 a pedido de los vecinos, que escucharon de primera mano los cometidos del proyecto y la intervención proyectada para el barrio. El alcalde Rodrigo Arcamone planteó que en alguno de los puentes o los cruces se pueda crear “un espacio de convivencia”, una plaza. Según explicó, sería una forma de recompensar a los vecinos por las “molestias y el tiempo que van a estar trabajando ahí”. “Sería beneficioso, al barrio le quedaría algo para el disfrute de los vecinos”, comentó. Hace unos días, Arcamone se reunió con técnicos del MTOP. Una de las prioridades del alcalde es realojar a las familias que viven en los asentamientos al costado de la vía (uno en la calle 12 de Diciembre y otro en Colombia).

.