Appleboy es una productora incubada en Ingenio, aunque quizás sea bastante más que eso. “Lo que intentamos hacer es un canal digital de contenidos on demand. Appleboy es la productora encargada de nutrirlo”, dice Nikolas Urruzmendi, fundador de este proyecto que pretende llamar la atención de un público alternativo al tradicional de los medios establecidos; también, por qué no, convencer a los consumidores de formatos clásicos de que existen otras maneras de obtener contenidos.
Para lograr atraer nichos específicos, es necesario tener programas que respondan a ellos. Para conseguirlo, Appleboy se centrará en la producción de videos y podcasts. Por ende, en primera instancia, no habrá nada que sea transmitido en vivo en el canal. “Serán podcasts que produzcamos nosotros o con marcas y, por otra parte, podcasts o videos de terceros que serían integrados dentro del canal. Les venderíamos a los patrocinadores estos programas que cuentan con mucha audiencia”. Aprobado y recibiendo fondos de la ANII (Agencia Nacional de Investigación e Innovación), se espera que a fin de año este canal –sin nombre aún– pueda dar el puntapié inicial. La idea es que en principio sea gratuito, por lo que la publicidad será la encargada de la sustentabilidad de los programas.
El nacimiento de nuevas formas de presentar los contenidos ha alejado a las nuevas generaciones de los formatos conocidos; la televisión, la radio e incluso los discos se ven amenazados por la transmisión por streaming o por su opuesto, el contenido on demand. “Queremos ser diferentes, queremos el formato podcast. Lo ideal sería una mezcla entre Youtube y Netflix. Los jóvenes ya están acostumbrados al on demand. Yo dejé de escuchar radio cuando tenía 12 años y todos los días escucho podcasts”.
En ese caso, la pregunta sería cuánto público hay realmente para esto. Las métricas del rating o los escuchas del buró de radios son conocidas y dan cuenta, salvando críticas a su metodología, del número de consumidores. En cambio, cuando se habla de podcasts y videos las reproducciones mandan. “Los podcasts que producimos nosotros son de 25.000 escuchas. Si agregamos los de terceros, tenemos 50.000 mensuales. Tal vez algunas sean repetidas o no, eso nunca lo sabemos, pero no deja de ser interesante”, afirma Nikolas. Para entrar en contexto, sabemos que un punto de rating es 1% del público de referencia, lo que vendría a ser equivalente a 12.000 personas aproximadamente. Los programas que más rating tienen rondan franjas que van de 7 a 9 puntos (descontando excepciones como Masterchef), por lo que 50.000 personas es una cifra más que competitiva.
El contenido on demand encuentra su gran ventaja en la atemporalidad: la disponibilidad de consumirse sin horario establecido asegura un paso frente a la competencia. A esto se asocia la posibilidad de tocar una infinidad de temáticas que se vuelven complejas en el formato en vivo. La posproducción es su aliada preferida. Otro punto fuerte es la posibilidad de buscar público a nivel regional; existen actualmente podcasts y programas uruguayos –con contenidos no tan localizados– que tienen fuerte presencia latinoamericana entre su audiencia. Esto sucede a la inversa: los uruguayos no son ajenos a lo que venga de afuera. De hecho, Nikolas está viajando a Estados Unidos: “Voy a dar una conferencia allá y a traer contenido también; no habría problema con agregar material del extranjero”.
El público crece día a día y el sistema funciona en todo el mundo –véase el caso de Nerdist Industries o Earwolf–, así que era de esperarse que estas redes de contenidos se expandieran por el globo y que hoy nos encontremos hablando de estos formatos en Uruguay.