Hoy a las 12.00 se inaugura en la fotogalería a cielo abierto que mantiene el Centro de Fotografía en el Prado (cerca del Rosedal) la muestra Mantengo lo que dije, de los fotógrafos Ana Mendes, de Brasil, y Pablo Albarenga, colaborador ocasional de la diaria. Su trabajo denuncia el crudo y vigente genocidio indígena que se está llevando a cabo en Brasil y de algún modo homenajea la historia de grandes fotógrafos, como Eugene Smith y Lewis Hine. Albarenga trabaja hace años en las tierras que disputan los guaraníes kaiowá en Mato Grosso do Sul, sobre los que publicó un reportaje en nuestra revista Lento en octubre del año pasado. Con él hablamos.
¿Cómo fue el trabajo conjunto con tu colega brasileña?
Con Ana nos conocimos compartiendo angustias y miedos allá en Mato Grosso do Sul. Pronto nos encontramos compañeros y quizás transitar esa experiencia tan fuerte juntos nos unió casi sin darnos cuenta e hizo que de ahí en más laburáramos un montón en equipo. Incluso en algunas otras historias que trascienden a los kaiowás. Saber que tenés a alguien al lado dispuesta a jugársela, llena de coraje, te contagia y creo que entre los dos nos complementamos mucho. En enero de 2017 estábamos en la playa, hablando de cómo hacer para generar proyectos conjuntos, y se nos ocurrió que podría estar bueno contar esta historia a través del Centro de Fotografía. Ana tuvo la fantástica idea de sumar a las fotos las frases, inverosímiles, que los políticos brasileños dicen al aire sin ningún escrúpulo.
¿En qué zonas trabajaron? ¿Es una continuación del fotorreportaje de Lento?
Las fotos de la exposición fueron tomadas a lo largo de tres años por Ana y por mí. Tal como comenta Ana, esto es un trabajo que siempre estará en progreso. Ella se formó con João Roberto Ripper, un fotógrafo que claramente nos inspira un montón. Él fotografió a los kaiowás por 16 años, y desde que uno más que fotógrafo se vuelve militante de esta causa no parece tan descabellada la idea de pasar una vida acompañando esta lucha con las herramientas que tiene a disposición. Así que en ese sentido lo vemos como un camino que no tiene final. El reportaje que salió en la Lento 55 fue sobre mi primer viaje. A partir de aquella primera vez, donde nos conocimos de casualidad, pasamos a volver juntos, en equipo.
¿Cuánto tiempo llevan, entonces?
Ana lleva tres años fotografiando a los kaiowás. Yo fui por primera vez en octubre de 2016, mientras terminaba de cursar el taller de fotorreportaje con Iván Franco, cuyo trabajo Tribus fue la mecha que encendió todo lo que vino después respecto de este trabajo.
¿Se hizo en Brasil la muestra? ¿Cómo puede llegar a incidir en la situación de los afectados?
La muestra aún no se hizo en Brasil. Estamos conversando para llevarla, ya que allá resonó por todos lados. Para nosotros, ya como militantes, es importante poner en evidencia la actual situación de la política indígena en Brasil, y sobre todo el contraste entre lo que se ve en el campo y las frases de los políticos ruralistas, en cuyas ecuaciones de PIB no contemplan el genocidio indígena que se está llevando a cabo.