Esquizofrenia, hackers y anticapitalismo: los tres nudos de Mr Robot siguen igual de firmes que hace dos años, pero ya es tiempo de que se desaten. O sea, de que el sistema termine de caer.
Si en la primera temporada comprendíamos la naturaleza de la enfermedad de Elliot Alderson, en la segunda estábamos dentro de la enfermedad, mientras su familia/ célula revolucionaria se topaba con las penúltimas resistencias del statu quo. La gente quema billetes, un misterioso hermafrodita chino parece jugar simultáneamente para el gobierno y para sí mismo, mientras que el mandamás de la mayor megaempresa del planeta sólo piensa en seguir sacando provecho del caos.
De no haber vuelto David Lynch con esa carretilla cargada de experimentos narrativos llamada Twin Peaks, la inclusión de la perspectiva esquizoide que practica Sam Esmail, el creador de Mr Robot, sería el hito técnico audiovisual del lustro. Deudor, en ese aspecto, de lo que hizo Christopher Nolan con Memento y la amnesia, ahora Esmail debe afrontar el problema principal: imaginar el triunfo de una revolución cargada de espíritu Anoymous o prolongar el conflicto hasta que la psiquis de Elliot (y la nuestra) aguante.
Deliberadamente ambiguo, Esmail apenas ha adelantado que este arco se tratará de “la desintegración”. ¿Del protagonista o del capitalismo? Empezaremos a despejarlo a partir del jueves, cuando Prime, el servicio de streaming de Amazon, ponga a disposición el primer capítulo de la nueva temporada.