Con la consigna “Encuentro de culturas, sonidos, canciones, idiomas, sentidos, emociones y miradas”, ayer dio inicio el 13º Encuentro de la Canción Infantil Latinoamericana y Caribeña, que se extenderá durante diez días en 14 sedes a lo largo del territorio argentino, con una propuesta con un encare “federal”. Se cerrará el domingo 15 y en sus espectáculos y talleres se darán cita unos 400 artistas, de 110 grupos provenientes de toda Latinoamérica, incluidas 13 propuestas que cruzan el charco desde Uruguay. “Las expectativas son las de generar un verdadero encuentro en todo el sentido de la palabra. Encuentro entre los hacedores de música para la infancia, entre las personas que se dedican a trabajar con niños y niñas y, por supuesto, entre los niños y niñas de toda Argentina”, dice Susana Coqui Dutto, música argentina que trabaja en la organización.

Estos encuentros, con sedes rotativas, surgieron del trabajo conjunto del Movimiento de la Canción Infantil Latinoamericana y Caribeña (Mocilyc), un espacio para creadores, intérpretes, docentes e investigadores de la canción infantil.

“La idea federal, que es muy fuerte y clara en la organización que hemos propuesto, tiene el objetivo de llegar a la mayor cantidad de niños y niñas. Si pensamos que generalmente las propuestas se desarrollan en las capitales y llegan al reducido segmento de la población que tiene acceso a los bienes culturales dentro de las ciudades, el ámbito es realmente muy pequeño. Ampliar estos horizontes, animándonos a llegar a 14 sedes diferentes en todo el país, es procurar redefinir el objetivo artístico-educativo-social en nuestra tarea: los artistas que nos dedicamos a la infancia desde la perspectiva que propone Mocilyc no tenemos como objetivo ser ‘los artistas’, sino proponer identidad, juego, búsqueda, diversidad, alas, raíces a la infancia. Y eso se traduce en nuestra manera de hacer, de difundir, de proyectar nuestro trabajo cotidiano”, opina Dutto.

Los encuentros de Mocilyc se caracterizan por la horizontalidad y por la diversidad. “Hay una gran fraternidad y es posible ver lo que está pasando en otros países, conocerse, reconocerse en el otro. Lo que vale es la calidad artística, pero también la calidad del mensaje, la calidad educativa, de construcción de identidad, rescatar tradiciones pero, a la vez, proponer cosas nuevas. Se trata de un movimiento muy diverso, que contiene todos los géneros musicales, desde rock and roll y hip hop hasta música clásica y folclórica. Es interesante porque puede pasar cualquier cosa, y eso lo hace muy rico y es un buen mensaje: la diversidad de las culturas, los mestizajes”, dice Julio Bruma.

Desde Uruguay viajarán algo más de una decena de músicos: Brum –que presentará junto a Dutto Historias que cuenta el río, un espectáculo conjunto entre las dos orillas del Plata, que apunta a reconocer las similitudes y las diferencias entre quienes vivimos de uno y otro lado–, Latasónica, Marcelo Ribeiro, Frutas Planetas, Canciones Peregrinas, Canciones de la Luna, Hornero Migratorio, Bande Música Corporal, María José Hernández y su Tripulación, Fernando Rodríguez, Aguaclara y La Banda del Loco Meñique. “En Uruguay hay una tradición muy fuerte, que es reconocida en el resto de América. Por otra parte, en los últimos años se integraron a Mocilyc un montón de grupos uruguayos. Es algo muy bueno porque hay una renovación, eso habla de que se mantiene esa tendencia a que existan artistas que quieren hacer música para niños con respecto y calidad, atendiendo a una reflexión sobre a qué infancia nos dirigimos, qué necesidades tiene, en qué situación está”, apuntó Brum. “Es importante que haya un rescate de esa música popular, que tiene que ver con nuestras tradiciones y con nuestra identidad. Conocer las músicas de otros pueblos de Latinoamérica nos permite reconocernos como latinoamericanos y, al mismo tiempo, darnos cuenta de que tenemos mucho para enseñar pero también, quizá, mucho más para aprender. La mezcla de lo indígena, lo negro y lo europeo, y de lo mejor de las tres cosas, le da una gran riqueza y potencia a la música y a las artes latinoamericanas”, consideró.

Dutto coincide con esa impresión en referencia a Argentina: “El crecimiento que ha tenido la música para la infancia, para mí, no tiene parangón... Cuando fui por primera vez a un encuentro –en 1997 en México, en ese momento con La Chicharra–, éramos el único grupo para niños en la ciudad de Córdoba. Ahora, pasados 20 años, hay 20 grupos con propuestas muy diversas. En toda Argentina ocurre algo similar; por eso es posible pensar en una organización federal, porque hay propuestas en todos lados. Algo parecido ocurre a nivel continental: la música viaja, se intercambia, se fusiona, se consolida, se mantiene vigente, se difunde, a través de la música para la infancia. Somos conscientes y nos sentimos muy orgullosos de esta tarea que vamos desarrollando. Y esto es algo que ha surgido de los artistas, no de las políticas culturales. Parafraseando a Zitarrosa, la música para la infancia ‘crece desde el pie’ y nosotros estamos felices de ser parte de esa tela de araña”.