A modo de resumen, se puede decir que Alchemist Defender VR es un tower defense para realidad virtual en el que el jugador adopta el papel de un alquimista. Mediante la construcción de torres y el uso de hechizos, se debe defender de diversas oleadas de enemigos. Es difícil que al decir esto parezca tan interesante como realmente es. Por eso, hablamos con Horacio Torrendell, productor y desarrollador del juego que ganó el Concurso Nacional de Videojuegos 2017. “Es difícil de entender, porque es una de las cosas que tenés que sentir, las tenés que probar para entenderlas. Es una experiencia que no se puede resumir con palabras; una vez que una persona prueba la realidad virtual, es cuando empezamos a hablar a la par”.

Una de las virtudes del juego es el buen uso de la plataforma en la que está, lo que hace necesario ahondar un poco más en el tema: “La realidad virtual es llevar a una persona a un mundo irreal. Es transportar a una persona a otro universo. Hoy en día se hace a través de la vista, el audio y el posicionamiento de manos, porque estamos en la segunda generación. Cada generación nueva va a traer nuevos sentidos, hasta el punto de estar tan inmersos que va a ser difícil distinguir la realidad virtual de la realidad”, dice Torrendell.

Un juego de este nivel no parece algo sencillo de realizar, más en un país en el que no hay mucho camino despejado. “Algo que estaba muy inmaduro eran los patrones de diseño; nadie sabía cómo desarrollar un videojuego de este tipo, nadie sabía cómo enseñarle a un usuario a interactuar con mundos virtuales. Cuando vos desarrollás un juego para celulares, hay ciertos estándares: arriba a la izquierda siempre está el botón de pausa o back, para mostrar la información se usan los HUDS; tenés mucho control sobre lo que mira el usuario porque te está garantizando que está viendo todo lo que le estás mostrando”.

Si la realidad virtual es nueva hasta para los que trabajan en ella, para el resto es un debut más que complicado. Torrendell confiesa que lo más difícil fue lograr que la gente entendiera de forma orgánica cómo funcionaba el juego, y lo simplificó en un ejemplo: “Teníamos una forma de poner torres porque andábamos todo el día en VR y lo diseñamos nosotros. Al momento en que se lo poníamos a una persona, no tenía ni idea de lo que tenía que hacer. La interfaz la hicimos y rehicimos diez veces, más o menos”.

En materia de videojuegos, la realidad virtual no ha encontrado el impulso necesario. No sólo la oferta actual es poco interesante para los jugadores, sino que existen horizontes que superar. “El próximo gran reto es la free locomotion, en el sentido de que vos puedas caminar libremente en la realidad virtual. Ahora estamos limitados a 3x3 metros. Es un cuarto, vos ahí sos una persona libre, pero no te podés mover más allá de eso. En mundos abiertos la solución ahora es la teletransportación; vos y tu área de caminar se van moviendo así en el mundo”, cuenta.

Lejos del pesimismo, Torrendell proyecta un buen futuro. “La próxima generación que salga va a ser de consolas, creo yo, compatibles con realidad virtual. La gente va a usar ese hardware para correr sus equipos de realidad virtual y también jugar de la forma tradicional los videojuegos”.