Al igual que aquel mítico álbum que todos conocemos como Led Zeppelin IV pero que en realidad no tiene título y en cuya portada ni siquiera aparece el nombre de la banda, el nuevo disco de Buenos Muchachos, que acaba de salir y es el octavo de su carrera, tampoco ostenta palabra alguna en su tapa. Pero al segundo de meterlo en el reproductor de CD de turno, queda bien claro que se trata de la banda liderada por Pedro Dalton, quien junto con José Nozar, el baterista, conversó con la diaria sobre el flamante álbum.

¿Por qué no tiene nombre el disco?

José Nozar (JN): La idea fue que el nombre no antecediera a la obra.

Pedro Dalton (PD): No queríamos meterle nada. Por obligación tuvimos que meter data en la contratapa. Es un collage armado con Martín Batallés, unas acuarelas mías y del Topo [Gustavo Antuña, guitarrista del grupo]. Al instante nos dimos cuenta de que no queríamos meter nada, ni Buenos Muchachos; entonces, surgió la idea de poner el sticker que dice que es el octavo disco.

JN: Cualquier texto iba a entorpecer el arte. Nos pareció que con la música que hay adentro basta y que un nombre va a acotar los universos que tú podés imaginarte cuando lo escuches; entonces, no quisimos rutear ningún tipo de discurso o lo que fuera. Es abierto: si querés hoy le ponés un nombre y mañana otro.

¿Qué tiene de especial el arte del álbum?

JN: Un poco más de luminosidad que el de Nidal [2015], que lo consideramos como el punto cúlmine de lo barroco musicalmente y de la oscuridad desde el punto de vista de lo gráfico. Pasaron ciertas cosas en la vida de Pedro que lo llevaron a hacer ese dibujo, que le pareció que era una representación de lo que él estaba pasando en ese momento y a la banda le pareció que era correcto tenerlo. Luego le pedimos al Topo que hiciera un arte para el interior, para que todo conviviera, y así llegamos a eso.

Muchas veces se etiqueta la música de ustedes como “oscura”. ¿Es un estereotipo un poco exacerbado?

JN: Sí, queremos zafar. En realidad, nunca nos interesó estar en ese estereotipo. Hay un montón de estereotipos que se le asignan al grupo, como “banda de culto”, que es espantoso. Nadie quiere ser una banda de culto.

En el disco hay nuevos timbres, por ejemplo, en la canción “Mi rincón (parte 2)” gana protagonismo un piano de cola.

JN: Era la idea, que los temas no fueran todos basados en guitarras. Empezar a sacar un poco de guitarras fue la concepción del disco, quitar todas las que en Nidal estaban con una reverberación que te llegaba hasta el tímpano y dejar lugar para otros instrumentos.

PD: Es música más despojada. Hace tiempo que estamos buscando silencios, que hubiera descansos sonoros. Por ejemplo, “Sentimiento acorde” arranca con la guitarra criolla y después hay mucho aire. Hay un momento en que no pasa nada y cuando aparece algo es realmente importante.

JN: Por lo general, trabajábamos por capas. En los discos anteriores a veces teníamos muchas capas que estaban muy presentes. Ahora lo que hicimos fue tener capas que están muy bajas de volumen pero que se escuchan por el aire que hay en la música. Cambiamos directamente la estética del sonido.

PD: Es muy limpito el disco.

¿Tiene relación con el arte y con lo que te pasó?

PD: No, o sea, para aclarar: falleció un amigo, el guitarrista de Chillan Las Bestias [Marcelo Chiachiare], y, todo lo contrario a pegarme mal, me pegó bien. Para mí, la actitud del tipo que está en la tapa es de descanso y está directamente relacionado con la canción “Barco hermanito”. El tema del apaisado de la tapa viene por el lado de una pintura que habíamos visto de Andrew Wyeth, un acuarelista yanqui increíble, que tiene justamente una obra que es un barco y un tipo adentro; puede estar muerto o descansando, no sabés. Arrancó por ese lado y terminó en esto.

JN: Esa canción es tan potente que por eso quedó como un hidden track luego de la última. El disco cierra con “La miseria de tu plan”, y luego “Barco hermanito” es como la síntesis de lo que quiere englobar el arte del álbum y el disco en sí mismo. Fue importante poner la letra en el librito, aunque está en otro color, porque si bien es un track oculto, nos interesaba mostrarla. Es como un cierre celestial, muy optimista, acerca de un tema un poco escabroso. Hasta eso está retratado con luminosidad. Justamente, mote de oscuro, afuera.

Cuando arranca el primer tema, “Veocomotopo”, y apenas empieza a sonar la guitarra, cualquiera se da cuenta de que se trata de Buenos Muchachos. ¿Cuál es el sello?

PD: “Veocomotopo” es una canción que quieras o no te puede llevar a pensar en “En la nada”, el primer tema de Uno con uno y así sucesivamente (2006), en “Ahí voy”, la primera canción de Amanecer búho (2004), o en “Venteveo”, la primera de Aire rico (1999); es una constante. En general, las primeras canciones de los discos de Buenos Muchachos son como una especie de preludio; son canciones cortas, bastante corales, con muy poca letra, y las guitarras son medio parecidas a eso, al ritmo de “Veocomotopo”. Es una característica no buscada. Los discos los ordenamos según cómo van sonando canción tras canción, y esa quedó ahí, es casual. Queríamos poner “Antenas rubias”, porque fue la primera en todo. Fue la primera que grabamos, que mezclamos, y el corte de difusión.

¿Cómo fue el trabajo con el productor Gastón Ackermann?

PD: Nunca habíamos estado con alguien que cumpliera un rol tan importante para llegar a algo que queríamos y que no sabíamos cómo explicar. Le mostramos unos discos guía y logró comprender lo que imaginábamos. Gastón llegó a hablar con cada uno específicamente sin que el otro se enterara. Yo soy de esos que dicen: “Quiero que sea más azul”, “¿Azul?”.

JN: Lo volvimos loco. Hubo momentos de tensión como en todas la grabaciones, pero se solucionaron muy fácil y muy rápido. Y Gastón en un momento tomó el disco para sí. No recuerdo ningún trabajo en ningún disco de los que grabé con Buenos Muchachos o con otra banda en el que un productor tomara el disco para sí y que la banda le permitiera hacerlo. En un momento vimos que todo lo que él estaba planteando y hacía funcionaba a la perfección. Entonces, no es que le regalamos el disco, pero le soltamos un poco la mano y él lo expandió, trabajando día y noche, hasta enroscarse como que fuera obra suya.

Capaz que es el álbum que mejor suena de Buenos Muchachos.

JN: Para nosotros es el mejor por cómo suena, por la música, y es el que tiene las mejores letras y el mejor arte. Es el mejor disco.

Nunca escuché a nadie de una banda que diga que su nuevo disco no está tan bueno como el anterior...

JN: Lógico, pero hay una diferencia que para nosotros es notoria. Después de tres meses de estar trabajando, aún hoy podemos escucharlo. Eso nunca nos había pasado. Después de tres meses de trabajar en un álbum, no lo querés escuchar hasta dentro de seis años.

PD: Ojo, más allá de la música, para mí cada disco que hacemos está mejor por cómo nos vamos llevando nosotros. El proceso es fundamental. En este momento de mi vida me gusta mucho más este sonido que el de Nidal, que me encantó grabar. En Se pule la colmena (2011) decidimos estar al servicio de la canción, no del ego de qué toca cada uno. Cuesta un huevo plantearse esas cosas, pero son las que te hacen crecer. Yo en este disco demoré nada más que diez segundos en pedirle una disculpa al Topo porque le había hablado mal. En el disco anterior me había llevado 15 minutos, y en el anterior, una hora. Eso, para mí, es un disco que está mejor.

En la grabación del próximo álbum le pedís disculpas antes.

PD: “Mirá, te iba a mandar a la concha de la madre pero...”.

Hace unas semanas se presentaron en el Montevideo Rock, ¿se sienten igual de cómodos tocando ante tanta gente que en lugares chicos?

JN: No, jamás, pero no por la cantidad de gente, sino por el tamaño del escenario. Cuando tocamos en el Teatro de Verano y presentamos Nidal, lo achicamos, igual que hizo Pixies cuando tocó ahí. Achicás el escenario, entonces, seguís estando cerca y hay calidez. Nosotros nos miramos, necesitamos una interacción para poder tocar. En los escenarios grandes tu compañero te queda a diez metros, está en otra ciudad, no es igual de fácil. También hay un aprendizaje que nosotros no tenemos y que otras bandas que hacen 20 festivales por año sí. Entonces, los tipos suben al escenario y para ellos es natural.

En los festivales masivos de rock actuales la mayoría de las bandas que tocan tienen más de 20 años de carrera. Parece que no hay recambio. ¿Ustedes cómo lo ven desde adentro?

PD: Nosotros estamos adentro de nosotros mismos y creo que más o menos es lo que les pasa a los demás. Yo no estoy escuchando otra banda de rock nacional. Ahora que trabajo en La X, en Monos con escopeta, estoy conociendo gente nueva, y hay bandas que están viniendo. Pero el tema es mantenerse. Hay lugares para tocar pero es difícil mantenerse a nivel económico, y son cosas que tenés que fijarlas a los 20.

JN: Hay una generación intermedia que es muy interesante, en la que están Alucinaciones en Familia, Carmen Sandiego y Mux, por ejemplo. Abajo de ellos no conozco demasiado. Julen y la Gente Sola capaz que es la que más me impactó de generaciones realmente jóvenes.

PD: Son bandas de esas que lo bueno que tienen es que lo hacen porque quieren hacerlo y punto; la parte económica no les va.

La canción “A mi manera”, de Nidal, estaba dedicada en el librillo del disco al colectivo Ovejas Negras y a la abogada Michelle Suárez. ¿Cómo les cayó la noticia de que falsificó firmas en un juicio?

PD: Me enteré hace unos días de la noticia, dijeron que está comprobado y que blablá... todo bien, a ella no la escuché hablar. La letra fue escrita por su vida y por lo que representa. Si hizo esa cagada, que me gustaría que lo dijera ella, supongo que sabrá pedir las disculpas pertinentes y seguir siendo la persona que leí en una entrevista; nada más que eso. La canción está centrada no sólo en la lucha de Ovejas Negras sino también en un pibe que a los 15 años se vistió de mujer porque quería ser mujer, y así encaró el resto de su vida. Es eso.

JN: Jonathan Richman compuso “Pablo Picasso”, y Picasso cagaba a piñas a la mujer. Pero Richman no estaba avalando las piñas que le daba Picasso a la mujer, sino al artista. Acá es lo mismo, es la vida que llevó a esa manera de ser, que no es la abogada. Nunca nadie habló de su lado profesional porque no la conocíamos, y no sé si todo el mundo se esperaba esto tampoco. En tal caso, si hubiera sido así, no estaríamos avalando lo que sucedió.

PD: Nunca la llamé por teléfono y nunca hablé con ella para hacer la canción. Hasta la hice pensando “ojalá que le guste”, porque se podía llegar a ofender.

Esta noche es el último concierto de 2017 para Buenos Muchachos en Bluzz Live (Daniel Muñoz 2094), donde presentarán “canciones viejas y canciones nuevísimas” desde las 22.00. Entradas en venta en Tickantel.