Lo que consta en el papelerío judicial no se modifica, pero el tiempo transforma las interpretaciones posibles. Este fin de semana llega desde Argentina La denuncia. Basada en una historia real ocurrida hace un siglo, narra la vida de una mujer a la que asesinaron, afectada por los valores morales dominantes en la época, en la que se la reconoce como un ser dependiente de una figura masculina. El actor Claudio Martínez Bel, docente y clown (el recordado Caín de Terrenal, de Mauricio Kartun), vuelve como director y cuenta por qué encargó esta pieza, que terminó siendo nominada a los premios Trinidad Guevara y distinguida en los Estrella de Mar 2017.

Cuando uno lee sobre un hecho policial del pasado en el que está involucrada una mujer, tiende a pensar que habrá un desfasaje en el tratamiento y los valores de género. ¿Surge de allí la comedia?

Cuando me acercaron la denuncia policial de 1909 me dio mucha risa, por la manera en que estaba escrita, por lo que decían los protagonistas y por el contexto. Luego se la leí a mi esposa, que es psicoanalista, y estuve atento a su reacción: se mató de risa. Después se la mostré a un colega: también le pareció muy graciosa. Ya no había dudas, el material podía resistir cualquier crítica si era abordado desde la comedia y con algún recaudo; por ejemplo, que quedara bien claro que esta historia es real y que sucedió en esa época.

Cómicos de la legua, máscaras de la commedia dell’arte, lo gauchesco y la estética de un Florencio Molina Campos. ¿De qué manera amalgamaste todos estos recursos, aprovechando además tu formación de clown? ¿Es excesivo hablar de un neocriollismo irreverente?

Al leer la denuncia original de puño y letra del comisario y tomar la decisión de dirigirla, lo primero que me vino a la cabeza fue que íbamos a trabajar con medias máscaras, en principio porque eran cuatro actores que tenían que hacer entre dos y cuatro personajes cada uno, y también porque las máscaras, si están bien habitadas, pueden ser excelentes para la comedia. La idea de los actores de esa época, en gira, a la manera de los cómicos de la legua, surgió en los ensayos, y lo tomé como parte de la puesta impulsada por el cuerpo de los actores. Lo gauchesco se impuso como algo natural, de la misma manera que al leer el Martín Fierro uno se imagina ese mundo. La obra se la pedí a Rafael Bruza ya sabiendo que eran cuatro actores y que iba con máscaras. Pero neocriollismo irreverente... ¡jamás se nos ocurrió! Ahora, si a alguien le gusta pensarnos así, ¡nosotros encantados!

¿Se compensa el distanciamiento que provoca la máscara?

Una máscara bien habitada, con verdad interior, es un golazo. Nosotros aprovechamos muy bien ese distanciamiento para acercarnos mucho más a ese mundo ya tan lejano. Indudablemente, todos tenemos esa información en alguna parte de nuestra cultura, y las máscaras nos permiten ese acercamiento.

Mauricio Kartun utilizó una dinámica de clowns en Terrenal.¿Cómo recordás esa experiencia junto a los otros Claudio (Da Passano y Rissi)? Ese también era un elenco masculino, algo que el propio Kartun veía como un obstáculo.

Terrenal sigue tan viva como al comienzo; de esto hace ya tres años, siempre a sala llena y con invitaciones del interior de Argentina y de varios otros países. El hecho de que trabajen en escena sólo varones no es ni bueno ni malo, se dio. En Terrenal, porque la obra escrita es de tres varones; en La denuncia, porque se juntaron cuatro amigos actores y querían hacer algo juntos, de tierra adentro, y llamamos a Bruza para que la escribiera. Pero eso no quiere decir que no haya mujeres en el equipo de trabajo, y trabajamos muy bien, con mucho respeto y diversión.

Repasando tu currículum, no puedo dejar de preguntarte por tu dúo cómico con el Puma Goity.

Los Galangrotes... ¡éramos tan jóvenes! Surgió cuando yo terminé la Escuela Nacional de Arte Dramático (hoy Universidad Nacional de las Artes) y le comenté al Puma Goity, también alumno, que me iba a trabajar de mozo en el verano a Villa Gesell y que iba a preparar algo para hacer en la calle, o en la plaza o donde hubiera gente: estamos hablando de enero de 1985, recién comenzaba la democracia. Entonces él me propone que vayamos juntos. Le conseguí trabajo en el restaurante y preparamos una escena de La fiaca, que se usaba en esa época en las clases de actuación. Trabajamos en los bares y pizzerías a las tres de la mañana a la gorra, en whiskerías, jardines de casas, regimientos, pubs, eventos, teatros independientes, hasta en el Cervantes. Fueron años de locura inconsciente; donde había gente, pedíamos permiso para mostrar lo que hacíamos. Me trae muchos buenos recuerdos esa época, gracias por llevarme hasta ahí.

La denuncia, de Rafael Bruza. Con Federico Cesere, Marcelo Mazzarello, Gastón Ricaud y Marcelo Xicarts. Dirección general: Claudio Martínez Bel. Teatro Solís, sábado 13 y domingo 14 a las 20.00. Entradas de $ 100 a $ 400. La función del domingo 14 es accesible para personas ciegas y sordas: incluirá audiodescripción, subtitulado y una visita táctil para reconocer el vestuario, utilería y máscaras una hora antes del inicio del espectáculo.