Billy The Krill, la leyenda de la Antártida es una creación uruguaya que sigue las aventuras de un crustáceo muy especial, que disfruta haciéndoles la vida imposible a los ocupantes de la Base Artigas. La seria animada comienza a emitirse por TNU este lunes.
Su director y coguionista, Ricardo Pisano, conocido como Sanopi por sus trabajos de ilustración, revela la génesis de este proyecto, que tiene más de una década: “El personaje en sí, sin el universo que conforma la galería de personas y los fundamentos de esta leyenda, fue un trabajo de una alumna de un curso de Animación Profesional allá por 2006. Mariana López había hecho a este kril de mirada penetrante, que me pareció muy potente en su aspecto y el nombre. Le dije que si algún día se me ocurría una historia para que la protagonizara le iba a avisar para desarrollarla en Coyote Sociedad Animada. Ese día llegó al año siguiente”.
Con Enrique Popi Pereira (el otro “Coyote”), y con Mariana de invitada, presentaron el proyecto en Cartoon Connection, un evento de productoras, distribuidoras y agentes de la producción animada. La primera biblia de desarrollo tenía 13 episodios de 11 minutos. “Quedamos entre los 10 o 12 proyectos seleccionados de toda Latinoamérica. Popi y yo hicimos nuestro primer pitch internacional guionado por Fernando Schmidt, disfrazados de científicos antárticos”.
Esto les permitió tener reuniones “cara a cara” en México. Corría 2010 y de allí se volvieron con dos potenciales coproductores. “No se pudo concretar el proyecto por diferentes razones que hacen al devenir de estos complicadísimos procesos. Luego le compramos los derechos de Billy a Mariana y seguimos buscando oportunidades para su futuro. Cuando ganamos el fondo de MIEM-Dinatel en 2013, el proyecto se redujo, por un tema de costos y por las condiciones del llamado, a cuatro episodios de cinco minutos, con uso educativo y perfil transmedia, o al menos con narrativas multiplataformas para volcarlo como contenido al Plan Ceibal”, cuenta Sanopi.
La historia empezó a jugarse en las redes sociales: “Arrancamos con Facebook como una manera de compartir toda la información de un universo enorme creado por años para una serie que fue creciendo en material y personajes como para 26 episodios, y que iba a ser imposible abarcar en esta etapa”. Con el perfil de Billy The Krill y un periódico “oficial” que compartía material sobre la Base Artigas y otras bases vecinas de la Antártida, se estableció “un ida y vuelta con casi 3.000 seguidores que entendieron las reglas del juego de esta parodia extensísima”.
La llegada –¡por fin!– a la televisión encuentra a Sanopi y su equipo con “unos nervios tremendos”. “Hay que responder a dos años y medio de expectativa. Y al mismo tiempo, tenemos la satisfacción de que una etapa muy larga pudo llegar al final pese a lo trabajoso que es llevar adelante este tipo de proyectos en nuestra realidad uruguaya, donde la animación es casi una excentricidad como emprendimiento”, explica.
“Llegar a TNU con una serie animada es muy positivo para esta ‘etapa Uruguay’, que incluye también la llegada a Ceibal, donde por medio del Portal Domo más de un millón de niños de todo el país van a acceder a la serie y a las diez pastillas jugables de un minuto cada una que acompañan el proyecto”. Lo de “etapa Uruguay” es porque el modelo original de serie, de 26 episodios de 11 minutos, “se sigue moviendo con dos productores argentinos”.
Las nuevas tecnologías aplicadas a la animación facilitan abordar cierta fase de proyectos a nivel local. “Siempre dentro de una escalada progresiva lenta, trabajosa, típica de un país de apenas tres millones y medio de habitantes, es decir, casi sin mercado”, aclara Sanopi. “Las inversiones para series de animación requieren de megamercados o mercados globales para que sean redituables. Y si cumplen una función cultural sólo se viabilizan por apoyos estatales combinados con privados que buscarán un beneficio concreto y que aportarán de acuerdo a la escala del país”.
Un vistazo a la serie permite descubrir que, más allá de la mencionada “función cultural”, hay una apuesta al humor y a contar una historia. Sanopi confiesa que es intencional: “Apostamos a cautivar a los niños uruguayos que se formaron viendo series animadas y productos audiovisuales foráneos enfocados netamente hacia el entretenimiento comercial. El etiquetado de ‘educativo’ suele bajarlo automáticamente a la categoría de plomazo. Si cautivamos con el modo de contar la historia, jerarquizamos el humor como ingrediente más notorio y los personajes generan empatía por sus motivaciones y sus defectos, y además se puede despertar intereses sobre temáticas que aplican a un uso educativo, entonces estamos en la gloria: ¡aprender algo será fruto de un hecho divertido!”.
Pese a no mencionarlo de manera explícita en sus episodios, Billy The Krill abre caminos para tratar temáticas ambientales. “No sólo el cambio climático, que la ciencia, creo yo que con buen criterio, debate para aclarar sus causas y abordar con rigor científico las soluciones al problema. Conocer cómo funciona la red trófica marina, por ejemplo, es un punto de partida fundamental para prevenir un desastre ambiental”, dice el animador. “Nuestro asesor científico, Alvar Carranza, nos comentó que los estudios recientes en el zooplancton permitieron encontrar microplástico dentro de su aparato digestivo. Vaya, vaya. Las bolsas plásticas que invadían los mares y asfixiaban peces, tortugas y otros seres entrañables ahora son degradables y ya no afectan la fauna de manera tan visible, pero las micropartículas se las tragan los kriles y otros animales minúsculos, que son el punto de partida de toda una red alimentaria que llega a todas las demás especies. Y pasa por los peces, por lo tanto también llegan a los estómagos humanos”.
Por esta suma de elementos, presentes y potenciales, los creadores de la serie esperan que, pese a su pequeño y breve formato, el producto no pase desapercibido. “Y que, fruto de esta primera experiencia, siga un camino de permanencia en nuestro país. Que se concreten las aplicaciones jugables y el resto de los componentes, para que sea cada vez más multiplataforma y amplíe sus posibilidades de sobrevida de acuerdo a la realidad cambiante que los medios de comunicación están teniendo”.
“Deseamos que deje una buena señal para devolver la confianza en la animación uruguaya y en la necesidad de construir nuestros propios personajes con perfil identitario. Uruguay se debe mucho en esta materia, ya que los antecedentes más recordados de personajes de ficción de identidad nacional, fuera del mundo publicitario, no han podido aparecer salvo muy puntuales excepciones. Un Sapo Ruperto sería el que juega en la misma cancha que un Inodoro Pereira, una Mafalda o un Tintín, quizás. Pero es muy poco estimulante saber que muchos maestros y educadores, cuando buscan materiales didácticos para sus alumnos, pueblan las carteleras escolares con personajes del universo Disney o incluso bautizan centros privados de preescolares con nombres sacados del mundo del entretenimiento hollywoodense”.
Esperanzas hay: “Si las gestiones que se llevan en el exterior dan sus frutos, soñemos nosotros en términos de grandeza, como Billy, con invadir los corazones del primer mundo con nuestro producto y su galería de personajes tan soñadores, tan uruguayos en su manera de asumir desafíos. Habremos exportado un producto autóctono no tradicional, pero sumamente compartible con otras miradas de otras regiones del planeta: nuestra idiosincrasia de pequeño país con sueños de grandeza”.
Billy the Krill es parte del espacio El Canal de los Niños, que TNU emite de lunes a viernes a las 10.30 y 17.00, y sábados y domingos a la 8.30 y 15.30.