La obra del ruso Serguéi Prokófiev Pedro y el lobo, escrita en 1936, es una sinfonía para niños que el compositor creó a pedido para incentivar el gusto de los más chicos por la música. Una pequeña aventura que surge de la travesura del niño del título da lugar a una historia de amistad entrañable, en la que no faltan el humor ni el suspenso, con los instrumentos de la orquesta –en particular los de cuerda y los de viento– como protagonistas al encarnar a los personajes: un niño, su abuelo, un perro, un pájaro, un pato, un gato, un lobo y tres cazadores.

Desde su estreno hace 82 años, la obra tuvo diversas adaptaciones –incluida, por supuesto, una de Disney, de 1946– y se ha convertido en un clásico interpretado y grabado en diversos rincones del mundo. La puesta en escena que se presenta el jueves en la principal sala montevideana es una producción conjunta de la Orquesta Filarmónica de Montevideo y la señera compañía de titiriteros Girasol. Por otra parte, el diseño de los personajes y de la escenografía estuvo a cargo del ilustrador Alfredo Soderguit, que trabajó en la realización junto con Sabrina Pérez.

“Esta presentación es muy especial por la interpretación de Girasol. Integrado por cinco titiriteros que con la técnica del teatro negro, utilizando luz ultravioleta, dejan a los títeres bajo una gran luminosidad colorida, al mismo tiempo que ellos quedan ocultos. A diferencia de las puestas tradicionales, el público, principalmente el infantil, queda atrapado por el juego musical, visual y la narración del cuento, que se complementan muy bien”, comenta el director musical Bruno Genta. Girasol, integrado desde su inicio, en 1976, por Gustavo Tato Martínez y Raquel Dirchekenian, suma para esta puesta a Marcelo Claro, Andrés Cuello y Claudia Acosta. La narración está a cargo de la actriz Gabriela Fumía.

Del mismo modo que aquel propósito que llevó a la creación de la obra sigue tan vigente como en la década del 30, y no es frecuente que haya un acercamiento de la música orquestal al público infantil, Pedro y el lobo encanta como en su primer estreno moscovita.

Al respecto, dice Genta: “La música clásica puede ser difícil de comprender para los niños si no están habituados al género. No son muchas las personas que escuchan música clásica en nuestro país, y menos los que acercan este género a los niños, por eso es comprensible que se aburran o no sientan afinidad. Sin embargo, si tenemos el ingenio de atraparlos con diferentes estrategias, podemos mostrarles los instrumentos de la orquesta al mismo tiempo que disfrutan de un muy buen espectáculo de títeres”.

Agrega, con respecto a la recepción por parte del público del espectáculo que se podrá ver en el Solís, que ya ha girado por distintos escenarios: “Tenemos la experiencia de las vacaciones de julio: fue un éxito. Los niños se compenetraron tanto en la historia que cada vez que aparecía el lobo, gritaban: ‘¡cuidado!’. Antes de comenzar la historia hacemos una presentación de los instrumentos, jugamos un poco con los niños, los invitamos a dirigir la orquesta, los desafiamos a reconocer los instrumentos, los hacemos sentirse parte del proyecto. Disfrutan mucho tanto los niños como los padres y familiares, y se van fascinados. Es muy gratificante ver la alegría con la que se van luego de la experiencia singular de conocer desde adentro una orquesta, con sus instrumentos y, además, rodeados de títeres”.

Pedro y el lobo, de Serguéi Prokófiev. Orquesta Filarmónica de Montevideo y Títeres Girasol. Jueves 22 de noviembre a las 13.30 y a las 15.00. Teatro Solís. Entradas: $ 200.