Con buen ojo estival, dos sellos acaban de lanzar libros que mezclan el ensayo con la autobiografía e impronta marcadamente playera.

La vida descalzo, de Alan Pauls ($ 410, Penguin Random House), fue publicado originalmente en 2006, y es un breve ensayo en el que el autor de El pasado rememora su propia infancia al tiempo que especula sobre la relación entre ocio playero y cine, vida en el mar e historia de la cultura. El presente en Cabo Polonio, la niñez en Villa Gessell: la geografía es prácticamente el único anclaje local en una obra que es mayormente una reflexión sobre tradiciones europeas. Elegante y leve, Pauls se pasea sin esfuerzo entre ocio playero como bien adquirido hace relativamente poco, la desnudez permitida, los paraísos hippies devenidos ruinas del consumo, recuerdos temprano y sobre todo, alusiones a la obra de cineastas (François Ozon, Eric Rohmer, Danny Boyle, Rodolfo Kuhn y su película Los jóvenes viejos, entre muchos otros) y escritores (Marcel Proust, Ernest Heminway, Dashiell Hammet). En el fondo –y en el cierre se explicita– de lo que habla es del impulso liberador que une a un espacio, como la playa, con una actitud, la de la lectura.

Foto del artículo 'Dos del sol y el mar: Alan Pauls y el primer surfista uruguayo'

Playa sola, de Ariel González Testen ($ 420, Estuario) es también una especie de reedición, aunque una más compleja: el autor, un pionero del surf en Uruguay, venía publicando versiones previas en ediciones de autor. Esta es la primera publicación a través de una editorial establecida, y en ello ha tenido que ver el trabajo del escritor Daniel Mella, el hijo de González, que trabajó en el orden y selección de los textos. Además, hay un tramo, el de la muerte de su hijo Sebastián, que conecta con la obra de Mella, ya que el suceso también es el centro de su novela El hermano mayor. Esos tramos, y otros en los que González da a conocer su filosofía de vida, fuertemente ligada al aprecio por el mar y la naturaleza, son agregados recientes a lo que ahora es la primera parte del libro, en la que cuenta cómo se fabricaron y consiguieron las primeras tablas para correr olas en Pocitos a mediados de los años 60, cómo fueron enganchando con el circuito internacional, como llegó a conocer las grandes playas del Pacífico. Memorias, cartas, poesía: el género es lo de menos. El registro corre por otro lado.