El asunto comenzó hace cinco años, cunado la gestora cultural Patricia Papasso trabajaba con bandas de la escena alternativa (La Hermana Menor, Laura y Los Branigan, entre otras) y notó que en muchos casos no tenían acceso a escenarios con buenas condiciones de sonido y luces. “Entonces pensé que sería bueno mostrarlas en otras condiciones escénicas, sonando bien y más temprano, es decir en teatros o pequeños auditorios, así las bandas podrían sonar como lo merecían y, a su vez, el público habitual de concurrencia a los boliches se acercaría a teatros. Además, el público que por razones etáreas no concurría a los boliches de toques podría ver las bandas en otro horario y sonando de maravilla”, dice ahora Papasso.

Después de buscar en varios lugares, y con la ayuda de su colega Gustavo Colman, dieron con la sala Vaz Ferreira, en el subsuelo de la Biblioteca Nacional. “En aquel momento funcionaba gracias a un convenio que había impulsado la cooperativa Cooparte”, recuerda Papasso.

Allí se celebró la primera edición de lo que se convertiría en un ciclo que se transformó en una referencia para muchas bandas indie, que demostraron que podían llenar una sala amplia y dar un espectáculo de calidad. “Ese mismo año hice el ciclo Esquizodelia de colección, que retrató un momento fermental de bandas pertenecientes a ese colectivo de sellos”. Desde su segunda edición el ciclo incorporó a artistas extranjeros, y además significó una especie de consagración para artistas como Julen y la gente sola.

“A pesar de mi insistencia, el ciclo nunca logró entrar en los dos grandes escenarios de las salas públicas: el teatro Solís y el auditorio Adela Reta. Entonces decidí buscar lugares que tuvieran interés en participar en el ciclo, como la sala Vaz Ferreira, la sala Camacuá y las tres salas de Cinemateca”, dice la gestora cultural.

Ahora, el ciclo vuelve por última vez a su lugar de origen, el auditorio Vaz Ferreira, que ha sido completamente remozado. Serán tres fechas que comienzan hoy a las 21.00 con un recital de los rockeros The Supersónicos y Los Nuevos Creyentes. El jueves a la misma hora (y por el mismo precio: $ 300) es el turno de la artista electrónica Phoro y de la banda Piel. El cierre será el 13 de diciembre, con Romina Peluffo más Madrake y los Druidas.

Esta quinta edición será la última del ciclo en el formato de tres fechas o cuatro fechas dobles en un mismo mes: “La idea es mantener el formato, pero hacer algunas fechas en el correr de 2019 cada tres meses en distintas salas”, dice la productora. Ocurre que el ambiente ha cambiado: “A diferencia de hace cinco años, ahora hay menos boliches de toques y más salas dispuestas a programar bandas de rock alternativo, como la Hugo Balzo, por ejemplo. Parecería que no es tan difícil acceder a buenas condiciones escénicas para mostrar la música que hacen las bandas, pero lo que se hace difícil es tocar sin recibir denuncias por ruidos molestos”.