Hoy a las 20.30 en la sala Delmira Agustini del teatro Solís se presentará Si muriera esta noche, una obra sobre la vida y obra de Idea Vilariño, escrita e interpretada por Raquel Diana y dirigida por María Clara Vázquez. El espectáculo (que también va mañana y los días 5, 6, 7 y 8 de abril) se creó a partir de diarios, cartas, entrevistas y textos de Idea, para homenajear así a su “poderosa voz poética” y a “la intelectual exquisita que también opinó sobre lo político y social”.

En el caso de la dramaturga, la poesía de Vilariño ha estado presente desde la adolescencia, no sólo como un asunto literario sino también como un modo de comprender “el mundo, el amor y el dolor”. Reconoce que ahora, “en medio de tanto ruido, saturación de palabras y efímeros pensamientos, un poema es un espacio para detener la vorágine, pensar y sentir”. A partir de esta premisa, el sostén fundamental del trabajo fue un artículo que Rosario Peyrou publicó en la revista de la Biblioteca Nacional. Allí, Peyrou advierte que, más que de su género, “Idea es hija de su tiempo”: explica que su obra se ubica fácilmente en el panorama de la cultura de posguerra, en “el cruce de las corrientes existencialistas, en la visión desgarrada de un ser que se sabe destinado a la muerte pero que no puede renunciar a la vida y al compromiso con una ética radical”. Así es como enuncia que, en verdad, en Idea hay una “metafísica del amor”, sustentada por un erotismo que es “un espacio sagrado donde el hombre y la mujer buscan trascender a la muerte (“no se trata de amor, damos la vida”).

Para Diana, Vilariño, junto con los valores literarios de su creación, ha logrado establecer vínculos extraordinarios a lo largo del tiempo, estableciendo lazos profundos, duraderos y transformadores, y Si muriera esta noche es una obra que trabajó a partir de esto. Además de las fuentes citadas al comienzo, Diana se basó en lo recopilado en Idea Vilariño: la vida escrita (2007), un valioso libro de Ana Inés Larre Borges en el que se recogen testimonios y valoraciones de referentes de las letras hispanoamericanas, además de fragmentos de textos, cartas y diarios.

“Pensar que uno corre, nada, hace el amor... Cómo debe estar el corazón entonces. Cómo soporta. ¿Y eso es la vida? ¿Qué es? Por qué golpea”. Así, la soledad, la tendencia al suicidio, su desencanto diario, el fracaso del amor y lo inútil, a veces, de la existencia, son constantes fácilmente identificables en su obra y en su vida. En paralelo, esta poeta triste, de cara angulosa y mirada intensa, fue docente, traductora de inglés y francés, fundadora de la revista Número, junto a Emir Rodríguez Monegal y Manuel Claps. También fue activa militante de izquierda y compuso la letra de “Los orientales”, que en 1984 en el estadio Centenario, bajo lluvia, musicalizaron Los Olimareños durante aquel regreso, y también autora de “La canción”, que Alfredo Zitarrosa musicalizó en 1972, y amante de Juan Carlos Onetti, que nunca dejó de estar casado. Además, practicó el ensayo sobre diversos temas, incluyendo numerosos estudios sobre el tango. Por definición, una intelectual del siglo XX, que hoy vuelve a ser revisitada.