“El invierno está llegando”. Esta frase no solamente es pronunciada cinco veces por episodio (en promedio) por los personajes de Juego de tronos. También es una expresión que desde 2016 ronda los pasillos de HBO, el canal que emite la adaptación de las novelas de George RR Martin (las RR son de “realmente retrasado” en las entregas).

Fue en abril de aquel año que David Benioff y DB Weiss, los responsables de la serie, anunciaron que el final llegaría luego de dos temporadas cortas, de siete y seis episodios, respectivamente. No mataron a la gallina de los huevos de oro, pero indicaron la fecha de su muerte natural. Sería necesaria otra ficción fuerte que mantuviera cautivos a los suscriptores de la señal premium. En octubre de 2016, en el horario de los domingos reservado para esos dramas que se comentan los lunes en el trabajo, debutaba Westworld, basada en la película escrita y dirigida por Michael Crichton.

Allí conocimos a un parque alejado de la ruidosa civilización, al que llegan ricachones dispuestos a pagar un buen dinero por interactuar con criaturas que ya no deberían existir. Todo parece andar bien, hasta que “la vida se abre camino” y las criaturas comienzan a tomar el control del parque.

¿Ustedes también tienen esa sensación de déjà vu? Es que el concepto, concebido en el film de 1973, sería retomado por el mismísimo Crichton en una novela titulada Parque Jurásico, que luego fuera llevada al cine. No es trampa si uno se roba a sí mismo.

Olvidémonos por un rato de los dinosaurios clonados. Aquí, como en la película original, la sensación del parque son los androides que representan pobladores de un pueblito del oeste. Indistinguibles del resto de los seres humanos, pero dispuestos a cumplir con los deseos de quienes paguen 40.000 dólares por día. Los deseos son básicamente dos: fornicar y asesinar. ¡Ay, la naturaleza humana!

Así comienzan las cosas. En el papel del director del parque está Anthony Hopkins. Lejos del bonachón John Hammond que interpretaba Richard Attenborough, su Robert Ford es un genio solitario que aprendió a estar varias jugadas por delante de los accionistas del sitio.

Es que en el futuro todavía existirá eso de maximizar el beneficio de los accionistas, mientras que Ford está más preocupado en escribir historias complejas para que los anfitriones interactúen con los huéspedes, así como en entender qué pasa dentro de las cabecitas cibernéticas de sus “hijos”.

Westworld toma algunos elementos que funcionaron en Juego de tronos, además del bom-bom-bom que suena de fondo durante la presentación. En sus diez episodios se desarrollan varias subtramas, con personajes que irán saltando de una a otra y que morirán en múltiples ocasiones. No se preocupen, que siempre habrá un equipo de mecánicos prontos para tapar los agujeros de bala, lavar la sangre y dejar a los anfitriones prontos para nuevas aventuras a la mañana siguiente.

No conviene distraerse con cuestiones como la logística del parque y cuánta gente se necesita para arreglar todo lo que rompen los visitantes. Alcanza con prestar atención a las luchas de poder que se dan en el “detrás de escena”, en especial la protagonizada por la líder de operaciones Theresa Cullen (Sidse Babett Knudsen) y el jefe de programadores Bernard Lowe (Jeffrey Wright).

Wright no es un desconocido para los seguidores de HBO: fue Valentin Narcisse, el implacable filántropo que escondía un secreto en las dos últimas temporadas de la muy recomendable Boardwalk Empire. Y aquí su interpretación es fundamental para entender el vínculo entre los trabajadores del parque y los carísimos “juguetes”. Cuando coinciden Hopkins y Wright en escena, es hora de disfrutar.

Hablando de los juguetes, habrá androides que cargarán con la mayor parte de la trama, y no solamente la que se escribió para el disfrute de los huéspedes. Evan Rachel Wood pasa por todas las emociones falsas o no tanto como la pobre Dolores (como diría Les Luthiers: “Dolores... ¿entienden?”), acompañada del bueno de Teddy (James Mardsen) y con Thandie Newton como la suspicaz Maeve, una madama que irá cobrando importancia conforme pasen los episodios.

Si bien el paralelismo con los dinosaurios es evidente, así como la citada frase del doctor Ian Malcolm (“la vida se abre camino”), Westworld toca temáticas presentes en películas clásicas como Blade Runner y su encomiable aunque larguísima secuela. A diferencia del tiranosaurio rex, aquí las atracciones comienzan a cuestionarse cuestiones tales como la vida y la conciencia. Como quien dice, la humanidad.

Este discurso, para beneplácito de los espectadores, no se hace desde arriba de un podio, sino que se incluye en las interacciones de los personajes, con un lenguaje perfecto para ser comprendido de a puchitos desde el sillón de nuestro living. Episodio a episodio queda clara la puja interna de algunos anfitriones y las maquinaciones de Ford, quien siempre tiene algo para decir sobre dichas pujas.

En la recta final de la temporada la historia tiene un par de giros interesantes, aunque al mismo tiempo es cuando abusa más del discurso, en especial del monólogo de Ford. Y por mucho que nos guste escuchar la voz de Hopkins (nos gusta), parece bajarle un cambio a la serie justo cuando necesitaba mantener la velocidad.

Para cuando todo haya terminado, el universo Westworld será muy diferente al del comienzo y uno espera que los guionistas del mundo real, así como los de la ficción, lo dejen todo para la temporada que comienza.

El estreno de la segunda tanda de episodios será este domingo a las 23.00. En HBO GO se encuentra la primera temporada completa y se irán subiendo los episodios luego de cada emisión.

El prolífico Sr. Crichton (1942-2008)

No en vano, en un episodio de Los Simpson de 1998 aparecía una librería llamada “Solamente Crichton y King”, en referencia a Michael y Stephen, dos escritores tan publicados como adaptados al cine y la televisión.

Las criaturas más famosas de su pluma son los dinosaurios (o híbridos creados a partir de ADN conservado en ámbar y manipulado por científicos, para ser más exactos) de Parque Jurásico. Steven Spielberg logró captar la esencia de la novela y convertirla en un espectáculo aclamado a nivel mundial, tanto que el novelista apresuró la salida de una secuela y hasta “resucitó” a uno de sus personajes, que en el texto había pasado a mejor vida. Este año se estrenará la quinta película ambientada en este universo.

Otras de sus creaciones que terminaron en la gran pantalla son Sol naciente (también de 1993), con Sean Connery y Wesley Snipes, acerca de una investigación de homicidio rodeada de intrigas corporativas. En 1994 llegaría la adaptación de Acoso sexual (al menos así llamaron al film), que hablaba de ese delito en las relaciones de poder, pero también de realidad virtual y de CD-ROMs.

En 1995 comenzaría el fin del Crichtonásico. Frank Marshall dirigió Congo, adaptando la novela homónima acerca de una fallida expedición en la jungla y de gorilas inteligentes, volcanes y rayos láser. Alcanza con señalar que Parque Jurásico: el mundo perdido (1997) fue mejor recibida por la crítica.

Por allí también andan Esfera, Trece guerreros, Parque Jurásico 3 (un título tan atrapante como su guion), Rescate en el tiempo, Mundo Jurásico y la secuela que vendrá. En fin, que si les interesa Michael y no quieren tocar uno solo de sus libros, tienen otra forma de disfrutarlo.