Al principio, fue una biografía. O más bien, una tesis de doctorado de la periodista Denise Paraná. Tenía como base cinco entrevistas con Luiz Inácio Lula da Silva y 14 con personas de su familia y entorno, que buscaban explicar el origen y el ascenso de Lula como líder nacional. Apareció en 1996, cuando ya se había candidateado dos veces a la presidencia sin éxito y le tocaría perder otra elección más antes de vencer en las elecciones de 2003. Ese año, fue editado nuevamente por la fundación Perseu Abramo, del Partido de los Trabajadores (PT), y se convirtió en un pequeño best seller. Nació entonces la idea de llevarlo al cine.

La película se centra en la infancia, juventud y primera madurez de Lula, desde sus difíciles primeros años en un pueblo pobre de Pernambuco, pasando por su llegada a los suburbios de San Pablo y su integración temprana al mundo laboral, donde se convirtió paulatinamente en un líder sindical de carisma arrollador. El centro afectivo de esta historia de padecimiento y superación está en la relación con su madre, y de hecho la película termina en 1980, en el momento en que la mujer muere en medio de una gran huelga obrera, meses antes de la fundación del Partido de los Trabajadores. Las actuaciones de Rui Ricardo Díaz, como Lula adulto, y de Gloria Pires, como Doña Lindu, su madre, se destacan.

Aunque la película no fue un éxito en su momento (ver la crítica de Guilherme de Alencar Pinto publicada en la diaria de ayer), hoy el interés por conocer más sobre Lula, encarcelado en Curitiba mientras es el candidato que encabeza las encuestas hacia las presidenciales brasileñas, es creciente.

Su director, Fábio Barreto, que antes había dirigido O quatrilho (1995), tuvo un accidente poco tiempo después de estrenado el film en Brasil, en 2009, y desde entonces permanece hospitalizado. Es miembro de una familia central en el cine brasileño: su hermano Bruno fue el director de Doña Flor y sus dos maridos (1977) y Cuatro días de setiembre (1997), entre otras, y su padre, Luiz Carlos Barreto, es una institución en sí mismo: periodista, fotógrafo, director, está al frente de su propia productora desde hace décadas. Con él dialogamos.

¿Qué lugar tiene Lula, un hijo de Brasil en su extensa filmografía? ¿Cuál fue su rol, además de participar en la producción?

Es una larga trayectoria en el cine brasileño, ciertamente: 55 años. En estos años produjimos y coprodujimos más de 150 títulos, entre largometrajes, cortos, documentales para cine y televisión, etcétera. Lula, el hijo de Brasil ocupa un lugar destacado entre los diez films más importantes que hicimos, junto a Vidas secas [Nelson Pereira Dos Santos, 1963], Memorias de la cárcel [Nelson Pereira Dos Santos, 1984], Doña Flor y sus dos maridos, Bye Bye Brasil [Carlos Diegues, 1979], Cuatro días de setiembre, O quatrilho, Tierra en trance [Glauber Rocha, 1967], Garrincha, alegría do povo [Joaquim Pedro de Andrade, 1967]. Yo participé directamente en el trabajo de adaptación junto a Fábio y Daniel Tendler y la propia Denise Paraná; la escritura del guion recayó en Fernando Bonassi. El libro de Paraná no se refiere a la actuación de Lula como presidente electo en 2006, sino a una historia de vida y superación social y humana.

Como militante de izquierda, ¿qué opina de lo que ocurre hoy con Lula?

Antes que nada, aclaro que nunca me afilié al PT. Soy militante de izquierda y me identifico con las causas que defiende Lula. Lo que está pasando en este momento en Brasil es mucho más que un escándalo, es un asalto al poder, sin respeto por las reglas mínimas de la democracia. Y lo peor es que no se trata de fuerzas internas, sino de una megaoperación del capital financiero internacional, representado por el poco conocido Club Bilderberg, una sociedad secreta formada por 150 ejecutivos de las principales megaempresas del planeta. Su objetivo es demostrar la imposibilidad de que haya gobiernos populares y democráticos no sólo en Brasil, sino en toda América Latina. Es un asunto para reflexionar bastante, y se puede comenzar con la lectura de La verdadera historia del Club Bilderberg, de Daniel Estulin, y Confesiones de un gánster económico, de John Perkins.

Usted trabajó en muchas ocasiones con Nelson Pereira Dos Santos.

Más que recuerdos, tengo una inmensa sensación de vacío. Pero Nelson dejó una obra que permanecerá viva.

También lo hizo con Glauber Rocha.

Creo que haber trabajado con Glauber y Nelson, tanto en el campo artístico, en mi rol de director de fotografía en Vidas secas y Tierra en trance, como en el campo político, en el que luchamos por un cine brasileño independiente y libre de las fórmulas hollywoodenses y por una sociedad más justa e igualitaria, justifica mi existencia.

Lula, el hijo de Brasil, dirigida por Fábio Barreto. Con Rui Ricardo Diaz, Glória Pires y Sóstenes Vidal. En Grupocine Punta Carretas a las 22.30, Grupocine Siñeriz Shopping (Rivera) a las 22.20, Grupocine Torre de los Profesionales a las 20.00, Life Cinemas 21 a las 17.45 y 22.00.