Según narra Paul McCartney en el libro Anthology, como inspiración para uno de los éxitos de la primera época de The Beatles, el músico inglés tomó una conversación con su chofer del momento: “¿Cómo has estado?”, preguntó Paul. “Bien, trabajando ocho días a la semana [Eight days a week]”, le respondió el hombre. Tras una vida dedicada a la música, se puede decir que desde pequeño Hugo Fattoruso se acostumbró a ese mismo ritmo de trabajo: de girar por los barrios montevideanos con el Trío Fattoruso a las giras interminables con Los Shakers, y de tocar en restaurantes con Opa a acompañar a músicos como Chico Buarque, Djavan y Milton Nascimento, el tecladista no se detuvo en ningún momento.
“Así es la vida del músico”, dice Fattoruso, que cumplió 74 años. En 2018 estuvo de gira en Argentina con HA Dúo (con Albana Barrocas), presentó Fattoruso: la gira continúa en el Centro Cultural Kirchner con entradas agotadas y este fin de semana ofrece junto al Trío Oriental (que incluye a Daniel Maza en bajo y a Fabián Miodownik en batería) una serie de conciertos en Buenos Aires. Además, publicó Hugo Fattoruso y Barrio Opa (un álbum editado por un sello londinense), está por entrar al estudio con el Trío Oriental y prepara su 13ª gira por Japón junto al percusionista Yahiro Tomohrio, con el que forma el dúo Dos Orientales.
A finales de junio el sello londinense Far Out Recordings publicó tu nuevo disco, Hugo Fattoruso y Barrio Opa. ¿Cómo te contactaron? Leí que el dueño del sello, Joe Davis, te estuvo buscando durante 20 años.
Este disco nace de una coincidencia. Resulta que el mánager de No Te Va Gustar, Nicolás Fervenza, estaba en una convención de sellos discográficos en Londres y alguien le preguntó: “¿Usted es de Uruguay? Me gustaría contactarme con fulano de tal, del grupo Opa”, y Nico le pasó mi mail. Hoy en día encontrar a un músico no sería tan difícil, se ve que buscó pero no mucho. Entonces él me contactó por mail, combinamos para hablar por Skype y se vino hasta Montevideo para que grabáramos en Sondor. El director del sello estaba muy entusiasmado con Opa y quería que volviera a hacer todos los temas del grupo; yo le dije que estaba loco porque nunca haría eso, los temas ya están hechos. Lo único que hicimos de Opa fue incluir una nueva versión de “Goldenwings” [publicado originalmente en el disco homónimo, de 1976], y además tuvimos la chance de grabar un tema que originalmente fue grabado en 1972, pero que salió con un título espantoso que yo jamás le pondría a una composición mía: “El romance de la muerte” [publicado en Fingers, de Airto Moreira], que en realidad se llama “El romance del sordo”. En aquella época cuando vi la tapa del vinilo me quería morir, pero me decían que no se podía, me dieron mil vueltas, así que ahora grabamos el tema con el nombre correcto.
Barrio Opa está formado por Albana Barrocas [percusión], Francisco Fattoruso [bajo], Nicolás Ibarburu [guitarra] y los Silva [Mathías, Guillermo y Wellington, en tambores]. ¿Por qué los elegiste a ellos?
Yo podría armar diez grupos diferentes en Uruguay porque está lleno de músicos buenos, pero estaba casi que cantado que los iba a elegir a ellos. Hay varias opciones, pero los Silva ya estaban puestos, con Francisco me encanta tocar, con Nico hicimos varias cosas, admiro lo que hace Tato y Albana ya es parte de la familia.
¿Cómo se fueron armando los temas? ¿Los compusiste especialmente para este disco?
Sí, porque cuando Joe Davis me habló, me pidió que el disco fuera orientado para el lado de la música de Opa, al punto de que me insistió que el nombre de Opa tenía que estar en algún lado de la portada. Yo le dije “Calle Opa”, “Opa Street”, y al tipo no le gustaba, entonces salió “Barrio Opa”. Es una pena repetir con [el quinteto] Barrio Sur, pero quedé súper contento. Ahora se está tratando de armar unos toques en Europa; lamentablemente no podemos viajar todos porque no somos Madonna ni Sting, pero en algún momento del año que viene estaremos tocando en Europa.
Ya que mencionamos a Opa, ¿cómo recordás los dos recitales de abril de 1981 en el teatro cine Plaza? Esa era la primera vez que el grupo se presentaba en Uruguay, y durante la segunda noche tocaron con Jaime Roos (una de sus primeras actuaciones para un público grande), Ruben Rada y Eduardo Mateo (que en ese momento era ignorado por la escena musical).
Fue impactante y te queda para toda la vida. Esa noche también estuvo la cuerda de Ansina, vinieron unos cuantos tocadores de Barrio Sur y estuvo Jorginho Gularte. La respuesta del público fue una sorpresa muy grande. Además, estaba el hecho de volver a nuestros pagos después de tanto tiempo, dando vueltas por ahí como gringo, y también el acercamiento de nuestros ídolos, porque eran ídolos nuestros.
Ese año formaste el grupo Barcarola, que incluía a Pippo Spera, Osvaldo Fattoruso, Eduardo Márquez, María de Fátima y Susana Bosch, y con el que grabaron un solo disco [Barcarola, 1981]. ¿Cómo se formó la banda?
Fue una barra de amigos. Como nos encontrábamos día por medio, la idea de grabar surgió de Quique Abal de Sondor. Él propuso si queríamos grabar y así fue, pero la verdad es que no escuché más el disco y no recuerdo ni siquiera qué es lo que está grabado ahí.
Tal vez recuerdes que con ese grupo también tocaron en el disco Cuerpo y alma, de Mateo...
¡Uh, sí! ¡Eso fue fantástico! Para grabar en ese disco fue un lío bárbaro con Mateo, porque yo no embocaba y no sabía dónde diablos meter los dedos, y él me decía que yo no quería tocar con él. Estuvimos discutiendo amigablemente y en tono bajo durante una hora y media hasta que Quique Abal apagó las luces del estudio y dijo: “No los aguanto más” [risas]. Yo le decía: “Mateo, yo soy tu fan número uno, así que no me digas que no quiero tocar contigo”, y él instituía: “No, vos no querés tocar porque ahora que anduviste con los americanos...”. Yo le pedía que me enseñara el tema acorde por acorde, porque yo no tenía su nivel y mi conocimiento no lo podía acaparar. Necesitaba saber lo que hacía con la viola. A la semana Mateo me invitó de nuevo, y cacareando me dijo: “¿Y? ¿Vas a grabar o no?”, y yo le respondí: “¿Y vos me vas a enseñar los acordes o no?”. Accedió y me mostró acorde por acorde; fue un parto, porque enseguida que arrancó me cambiaba los acordes. Con el índice de la mano derecha yo tocaba cuerda por cuerda y me fijaba qué notas eran. Así fuimos acorde por acorde hasta que tuve un plano en el que yo podía finalmente tocar junto al maestro. Así fue grabada “La casa grande”. El Negrito Márquez, que tocaba el bajo, y Osvaldo ya sabían qué tenían que hacer, pero yo no.
Este lunes va a tocar el Trío Oriental en la sala Zitarrosa. ¿Cómo surge el grupo? Con el bajista Daniel Maza ya habías grabado en el disco Tango del este, que también incluía a Osvaldo en batería.
Con Maza tenemos 15 años de dar vueltas, nos conocemos desde que Luis Salinas me invitó a tocar y él estaba en su banda. Y Fabián [Miodownik, baterista] es un gran músico y un amigazo, tiene la cuestión yorugua del baterista que domina el candombe en la batería. Además, como Fabián trabaja con Maza, era cantado que formaríamos el trío de esta manera. Esta va a ser la primera vez que toquemos en la sala Zitarrosa y vamos a hacer todos temas nuevos, para después, el 5 y 6 de agosto, grabar un disco en Argentina. Esperamos que el público disfrute, nosotros estamos como locos, contentos y nos encanta lo que hace el trío. Además en la Zitarrosa tenemos un bruto piano y tenemos a Luis Restuccia en el sonido, así que estamos de lujo.