¿La casa de qué? Señora, a nadie le importan ya las aventuras de Londres, Budapest, Caracas y Antananarivo (la capital de Madagascar). Si el profesor logra o no logra concretar su asalto a la Casa de la Moneda es el menor de nuestros problemas; lo único que nos interesa saber es si finalmente Micky podrá concretar su asalto al corazón del público de toda América Latina.
Sí, el zeitgeist televisivo ha cambiado y tiene todo el sentido que lo haga periódicamente. Y ahora hay otra ficción de esas “de las que todo el mundo habla”, que atrapa a sus espectadores y genera rechazo en quienes (todavía) no la vieron. Se trata de Luis Miguel, la serie, emitida entre abril y julio por la cadena mexicana Telemundo y disponible semana a semana para los usuarios de Netflix. Como este espacio está prácticamente obligado a zambullirse en el espíritu de los tiempos de vez en cuando, y aprovechando que la primera temporada ya está completa en el servicio de streaming, hubo que comprobar si el sol calentaba tanto como decían en las redes sociales.
Detrás de su críptico título, Luis Miguel, la serie cuenta la vida y obra de uno de los cantantes más famosos del mundo de habla hispana. Es un producto “autorizado” por él, quien incluso realiza un cameo en los primeros minutos del primer episodio; bastante apertura para alguien que, en las condiciones de sus shows, pedía que no lo miraran directamente a los ojos.
Más allá del nivel de veracidad que tenga su historia, los responsables supieron bien cómo contarla para que resulte atractiva incluso entre quienes no vienen siguiendo su carrera. Que serán unos pocos, supongo.
Culpable o no
Hay dos elementos fundamentales que podrían explicar su éxito rotundo: la serie tiene un villano y un misterio. Imaginemos que alguien decidiera producir Juan Luis Guerra, la serie. El dominicano está casado desde 1983. ¿Quién podría ser su villano? ¿El glaucoma? Imaginemos que produjeran José Luis Perales, la serie. ¿Cuál sería el misterio? ¿De qué se trata la famosa canción “Y cómo es él”? Eso no es ningún misterio y los que creen que es un padre cantándole a su hija jamás prestaron atención a la letra (¿qué padre debe mudarse de su hogar porque la nena tiene novio nuevo?). Lo que le falta a la biografía de esos dos talentosos artistas le sobra a la de Luis Miguel. Porque aquí el villano, Luis Rey, hace que Darth Vader sea candidato a ganarse el premio de “Padre del año”.
La serie intercala dos períodos fundamentales en la carrera del Sol de México. El primero va desde su niñez, cuando actuaba en boliches de mala muerte, hasta su adolescencia, en la que se convirtió en una estrella internacional. El segundo comienza con un Micky a punto de cumplir la mayoría de edad y hasta el lanzamiento de su disco de boleros con producción de Armando Manzanero. En ambos, la presencia de su padre es una constante.
Será tarea de otros decir si el Luis Rey de la ficción es similar al Luis Rey de la vida real. Lo cierto es que el personaje interpretado por Óscar Jaenada (quien fuera Cantinflas en la película homónima) es el retrato brutal –en más de una acepción de la palabra– de un abusador. Español, compositor y cantante de éxito en los años 70, Luis padre es pintado por los guionistas como un manipulador de manual, que presiona a su hijo para que se convierta en una estrella a costa de su propia felicidad y que sabe convertirse en víctima cuando es acusado de alguna de sus mil fechorías. La actuación de Jaenada es clave para que Luis Rey sea creíble, tridimensional y extremadamente odiable.
La incondicional
Ahora vayamos con el misterio, que está presente en el segundo período cubierto por la serie y se resume en “¿dónde está la mamá de Micky?”.
Luis Miguel no es la única víctima del abuso de Luis Rey. Anna Favella interpreta a Marcela Basteri, madre del cantante y sus dos hermanos. Durante los primeros años de la carrera de la estrella es mostrada como una mujer abnegada, que sufre las actitudes de su pareja hasta el día en que desaparece sin dejar rastro, cuando el Luis Miguel adulto comienza una (lenta) búsqueda de su paradero.
Los sucesivos desencuentros, en una era previa a la telefonía celular y la mensajería instantánea, parecen dignos de una telenovela mexicana. Sin embargo, cualquiera de ustedes que googlee con la tecnología de hoy descubrirá que la trama que involucra a la pobre Marcela no necesitó de mucha exageración.
No me puedes dejar así
Con estas dos grandes patas que soportan y salpican el drama transcurre el resto de la vida del cantante. Por allí está su relación con las mujeres, donde aparece Luis Rey poniendo obstáculos y dejando huellas en la personalidad de su hijo que le costarían caro más adelante. Pese a que la serie se encarga de mostrar detalles oscuros de su vida, que incluyen la mentira y el abuso de alcohol y drogas, en ningún momento deja de ser “el héroe con sus defectos”.
Tres actores se meten en la piel de Luis Miguel: Izan Llunas es responsable de la niñez, Luis de la Rosa lo interpreta en su adolescencia y Diego Boneta es el joven cantante. Los tres deben lidiar con un elemento esencial para la construcción del personaje, más allá del canto y el desenvolvimiento en el escenario. Y por suerte la producción de la serie se aseguró de mostrar en todo momento la melena característica de Luismi, algo que de otra forma hubiera derribado todo intento de verosimilitud.
La relación entre el protagonista y la música está presente, aunque no es lo más importante de esta historia. Si bien conoceremos a productores, ejecutivos de disqueras y compositores, como el español Juan Carlos Calderón (autor de “Eres tú”, de Mocedades, pero también de “La incondicional”, “Entrégate” y “Tengo todo excepto a ti”), el énfasis está en las relaciones humanas. Luis Miguel siempre aparece como un intérprete notable, que está en ese mundo primero por obligación de su padre y luego por obligación de los contratos firmados y la conservación de su estilo de vida.
Por supuesto que habrá tiempo para escuchar canciones de sus etapas más variadas, tanto dentro de las escenas como en los larguísimos créditos de cierre de cada episodio. Estas servirán para dividir a los espectadores en dos grandes grupos: aquellos que al apagar la tele buscan algún tema de este artista para escuchar, y quienes no tienen alma y deberían buscar ayuda profesional.
La fiesta del mariachi
Con respecto al presente del artista, las noticias son buenas. Después de cancelaciones escandalosas y algún juicio millonario, editó en 2017 su primer álbum en siete años. ¡México por siempre! se convirtió en disco de platino a las pocas semanas y la gira de presentación, catapultada por la popularidad de la serie, está dando sus buenos dividendos y continuará durante el resto del año. Esto sin mencionar los más de cinco millones de dólares que (según fuentes muy cercanas) recibió por la primera temporada de la serie. Dicen que pediría más por la segunda. Si lo dejan...