Luciana Mocchi
» Kalanchoe (2019), de Maca Mona Mu. Creo que cuando las canciones agrupadas en un disco consiguen llevarnos hasta un lugar, y a la vez acompañarnos a salir de él con sencillez, es porque hay coherencia entre muchas partes. La música, la letra, el mensaje, el grupo de canciones y cuán interpeladas están las personas que lo desarrollan por todas esas cosas. Maca Mona Mu es interpelada por su obra, pero no porque su obra la represente o porque sea buena interpretando sus canciones, sino porque ella es su propia obra, y cuando eso es así casi nada puede salir mal.
Kalanchoe es sin duda uno de los discos más hermosos de la escena de la música independiente, con climas que sorprenden y que dejan claro que Maca puede con todo. Puede con las críticas, con los halagos, puede cantar lo que quiera, porque técnicamente puede, pero sobre todo porque canta con el corazón bien pegado a la cabeza. Todo eso está en el disco, que para mí es un disco eléctrico, acústico, electrónico pero con la particularidad de que nada de eso está puesto en exceso, prevaleciendo el mensaje, que es lo que muchas veces flaquea en las producciones en el ámbito de la canción de autor. Las canciones de Maca siempre me parecieron despojadas de todo. Una canción de ella es recorrer una parte de sus pensamientos, sin ningún filtro, y creo que el disco consiguió que nos metamos en ese viaje. La producción estuvo a cargo de Lucy Patané, otra genia de la música.
» Martingala (2018), de Julieta Laso. Martingala es Buenos Aires, es rock and roll, cumbia, tango. Es un paseo por una ciudad portuaria, con personajes, climas y territorios. Conocí virtualmente a Julieta y me mandó un link con su música. Cuando abrí el video de Youtube no podía creer que esa voz saliera de ese cuerpo. Es una voz que resuena adentro nuestro, que creemos que escuchamos antes, aunque en verdad nunca escuchamos nada ni parecido. Me gustan mucho los discos que sorprenden, y este fue uno, entonces en casa vuelve a visitarme por lo menos una vez por semana. Un disco para hacer ruta, pero también para sentarse a escuchar.
» Palabra (2018), de Noelia Recalde. Un disco acústico con una voz y unas guitarras geniales, totalmente a la altura de la lírica. Creo que es un álbum que atraviesa recovecos del alma, con metáforas que me hacen ver que todo lo que nos pasa tiene que ver con la naturaleza. Lo que más me gusta del disco es que no hay exceso, tiene todo lo que la canción precisa para atravesarnos, ni más ni menos. Es un disco de nailon y corazón que hay que escuchar con atención, y que enaltece a la música independiente.
» Relatos de la luna (2019), de Sig Ragga. Son tres canciones que recorren melodías que van sorprendiendo, algo que creo que caracteriza a la banda santafesina. Métricas armonías y voces que sorprenden. Y en vivo sorprenden la escenografía, el maquillaje y la iluminación. El disco tiene eso acompañando las frases, con mensajes que se nos meten dentro con mucha calma. Escucho toda la discografía de Sig Ragga sin aburrirme.
Gabriel Brikman
» Desaparecida (2018), de La Memoria. Lo mío con La Memoria se da de la forma más pura entre una banda y un fan. El grupo lanzó en las redes su simple “En la verdad” y quede fascinado. No paraba de escucharlo. Cuando lanzaron el segundo simple, “Desaparecida”, los contacté para poder trabajar con ellos. Lograron capturar en la actualidad los sonidos y ambientes de aquellos años 80, de melancolía y extrema emoción dark, pero con el sentimiento y mensaje militante de un punk adulto. Desaparecida es un álbum conceptual de nueve canciones que te recuerdan de forma muy artística pero directa el período cívico-militar (1973-1985).
» De donde venimos hay más (2018), de Bestia Zen. Es el segundo álbum de Bestia Zen, un discazo en el cual la banda se puso una lupa para mostrar hasta sus imperfecciones. Es un shock total de honestidad en forma de rock, amargo con un maridaje perfecto con el punk y el grunge. Sus textos son tan reales como la vida misma, de un atardecer de domingo o de un día de furia. Urbana, montevideana de acá y de los tantos Montevideos que tiene cada uruguayo en cualquier parte del mundo. Banda que merece que le pongan el oído y la fe en su música.
» Hasta el Final (2019), de Black Smoke. Cuando escuché por primera vez el disco de los Smoke dije: “Es el disco del año”. Tiene todo lo que debe tener un disco para pegarla en un mercado que quiera mostrar joyas. Canciones, melodías, armonías y estribillos. Y si a esto le agregás un vocalista al que escuchás a media cuadra con un timbre genial, un violero que le haga honor a decir “de puta madre”, un bajista que esté firme y cuando tenga que asomar digas “apa” y una batería que te haga mover la patita, creo que estamos frente a un disco que no hay chance de que no te guste. Mención especial para “Cuando todo cae”, canción que cierra el disco que es un gol directo al ángulo.
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