Pasaron tres décadas desde que se formó la banda, pero todavía ninguno de sus integrantes pretende confesar de dónde surgió el nombre: quieren que la polisemia haga lo suyo y quede a libre interpretación. Lo cierto es que no hay dos lecturas de lo que hace La Sangre de Verónika: punk puro y duro, directo al pecho y con letras acordes.

La fiesta por los 30 años de la banda tendrá lugar hoy a las 21.00 en Montevideo Music Box (Larrañaga y Joanicó), con entradas por Abitab a $ 360. Además de repasar su discografía, el grupo contará con varios invitados, como Víctor Nattero, guitarrista de Los Traidores, Tabaré Rivero y Fabián Hueso Hernández, bajista de Los Estómagos. Pero antes, Hugo Gutiérrez, baterista de la Sangre, conversó con la diaria.

Arrancaron hace 30 años, cuando del rock posdictadura ya no quedaba ni un suspiro.

Eso fue lo que nos motivó a formar la banda, porque nos quedamos sin bandas para ver en vivo. Y después el otro tema importante es que somos producto, justamente, del legado musical del hermano mayor. Porque yo no me puedo olvidar de que en 1981, cuando vivía en Pando, Esteban Cabeza Lafargue, el primer baterista de The Vultures, que fue el embrión de Los Estómagos, me cantó a capela una canción de la banda. Y después eso se fue transmitiendo mediante casetes y vinilos.

¿Qué bandas escuchabas más de esa época?

Especialmente Los Estómagos y Los Traidores, pero también ADN, Neoh 23, Zero y Los Tontos. Con los últimos hubo acercamiento por la figura de Renzo Teflón, que fue el productor de nuestro último disco [La sangre de Verónika, de 2014]. Fue tremendo, porque más que productor ofició de docente. Entonces, con el paso del tiempo hemos generado un contacto más allá de ser fans, una relación de amistad con muchos de los integrantes de esas bandas.

Casi toda esa generación se refugió en el punk y el pospunk. Supongo que debió tener relación con haber vivido la dictadura, porque en esos géneros encontraban una forma de descargar.

Sí, el gran legado del punk es el hecho de poder hacer cosas con pocos recursos, incluso sin instrucción musical previa. Hasta fines de los 70 si no tocabas como Jeff Beck o Eric Clapton era imposible e impensado formar tu propia banda. Eso cambió totalmente con la llegada de The Ramones, por ejemplo, en 1974. Muchos de los que veían a Ramones por primera vez en esa época sacaban la guitarra del ropero y formaban una banda. Acá pasó eso, el tema es que hubo 12 años de dictadura y quedó un bache a nivel cultural. Llegó un poco tarde. Por eso te hablo de The Vultures, porque sin duda fue la primera banda punk en Uruguay, e incluso una de las primeras del Río de la Plata. En ese aspecto siempre me sorprendió, porque a mí me tocó vivir ahí y después venir a Montevideo, y noté una diferencia. Por ejemplo, el primer vinilo que compré fue el de El Cuarteto de Nos con Mandrake Wolf, que salió en 1984, pero en realidad estaba buscando otra cosa. Después me contaron de un grupo que resultó ser Los Traidores, pero me llevó un tiempo encontrarlo y dar con los shows. Después apareció el boliche Graffiti, que le dio el nombre al disco, y entonces cambió un poco todo, sobre todo la presentación de ese álbum en el Teatro de Verano, en 1985. A fines de 1989, la separación de Los Estómagos fue la fecha de defunción de todo ese rock, y nos dio el impulso para formar la banda, fieles a los cánones del punk: [Joe] Strummer decía: “Las ideas vienen primero y la técnica después”.

Comenzaron en 1989, pero pasaron un par años para que empezaran a tocar y aun más para grabar. ¿Por qué?

En realidad, la primera grabación es de 1990: un demo que no salió nunca. Y debutamos en 1991 en el teatro La Candela, que ya no existe, en 21 de Setiembre, antes de llegar a Ellauri. En 1992 volvimos a grabar, fue el primer demo que salió, Contra-kultura, pero era otra época, durante el gobierno blanco de [Luis Alberto] Lacalle. En cuanto a los shows hubo una constante, que fue la represión policial, que era tremenda no sólo en nuestros shows, sino también en los festivales de rock uruguayo en el Teatro de Verano. Era muy común terminar en el calabozo de la [seccional] quinta. Se armaban batallas campales con policías a caballo.

Eso al punk le viene bien.

A nosotros nos marcó, sobre todo un show en La Ferretería, en Fernández Crespo; era un boliche que estaba en la Asociación de Funcionarios Postales. En noviembre de 1993 hubo una represión tremenda, con varios detenidos por el simple hecho de estar ahí haciendo un show, con gente en la puerta. Era una cosa demencial pero, es justo decirlo, la Coordinadora Anti Razias en 1989 había logrado que el Ministerio del Interior y la Jefatura de Policía abandonaran esa práctica, aunque con el cambio de gobierno cambió todo y esa práctica se hizo habitual y se incentivó; a no olvidar lo del [hospital] Filtro en 1994. Eso lo padecimos; de hecho, en el afiche que anuncia este toque hay tres impactos de bala, que no fueron un capricho del diseñador gráfico. Yo creo que, más que festejar los 30 años de la banda, tenemos que festejar que seguimos vivos por una cuestión de puntería.

El primer disco del grupo editado por un sello, En el lugar y en el momento equivocado, salió en 1997, y desparrama nihilismo puro desde el primer tema. Eso no cambió en los siguientes álbumes. Sin embargo, ya no estamos en época de razias. ¿Cómo te parás ahora?

El otro día nos hicieron una nota en Del Sol FM: elegimos una lista con diez temas punk que considerábamos referentes, y la gente se sorprendía por la vigencia de las letras. Es lamentable que canciones compuestas hace 40 años sigan vigentes, como “Juegos de poder”, de Los Traidores, “Torturador”, de Los Estómagos, o “Delincuencia”, de La Polla. Y nuestros textos, al tener una influencia tremenda de esas bandas, estaban inspirados en esas canciones; entonces, por propiedad transitiva, siguen estando vigentes. Pero no somos nosotros quienes tenemos que analizarlo, sino alguien capacitado. Amerita un análisis sociológico, que en otras partes del mundo se está haciendo. Leí análisis de españoles e ingleses diciendo que al final la generación punk sigue vigente, y algo de razón tenían.

¿Cómo viste las movidas de rock que hubo en Uruguay desde que ustedes empezaron? Por ejemplo, en 2000, cuando sacaron el disco Arde Uruguay, empezaba a tomar forma toda la camada que tuvo más que ver con Mano Negra que con el punk.

Por lo que vino después, esperábamos otra cosa. Porque la cuota de peligro y disidencia es inherente al rock desde el primer Elvis. Me parece que hubo bandas que con el festival del Pilsen Rock y todo eso se encandilaron, y la crisis que estaba padeciendo el país quedó de lado. Me parece que ameritaba otro tipo de propuestas o un mensaje un poco más combativo desde el rock. Eso fue lo que nos llevó a componer el disco Somos vuestro semen [2003] y a poner esa tapa. Ese disco fue compuesto en 2002, en plena crisis, y fuimos muy criticados por eso. Parte de la prensa convencional, que era reaccionaria, nunca pudo entender, sobre todo la crítica musical, lamentablemente, que en un disco de esas características no hay que quedarse con el árbol, sino con el bosque. Nos llamó la atención que desde la prensa reaccionaria nos acusaran de fascistas por esa tapa, como que no estaba bien tratar a un señor de la tercera edad con un vinilo... Esa tapa hacía que muchos ni siquiera escucharan el disco. Sentimos que quedamos un poco al margen, porque el resto del rock caminaba por otro lado. Pero ninguna banda de rock es enemiga nuestra. Nuestros enemigos están a otro nivel, a otra altura. Alguien que se cuelga una guitarra nunca va a ser nuestro enemigo.

¿Dónde están sus enemigos?

A nivel de gente que tiene la capacidad de poder cambiar algo y no lo hace. O el imperio yanqui, que en estos 30 años ha intentado de todas las maneras posibles quedarse con los recursos naturales de las naciones. Si bien ha cambiado la forma, lo sigue haciendo hasta el día de hoy.

¿Eso de estar un poco al margen fue lo que hizo que se mantuvieran 30 años como banda?

Sí, primero fue la amistad de los integrantes, y lo otro es que nuestro objetivo nunca fue ni vender discos ni salir en la radio; eso está claro, si no, no nos hubiéramos mantenido 30 años. El combustible también fue el hecho de que se acercara gente a decirnos “gracia a ustedes yo formé mi banda”, que es de lo que hablábamos antes: el legado principal del punk y un objetivo de nuestra banda. Si nosotros pudimos hacer esto, lo puede hacer cualquiera.