En el marco de los Festivales por la Convivencia, organizados por la Intendencia de Montevideo (IM), hoy a partir de las 16.00 en el Teatro de Verano tendrá lugar el Montevideo Hip Hop, que contará con una docena de artistas, con entradas en venta por Red UTS a $ 230.Una de las bandas que dirá presente será La Teja Pride, de las pioneras del género en Uruguay. Leonard Tejo Mattioli, la cabeza más visible del grupo, fue también uno de los asesores de la IM a la hora de armar la grilla. Por eso conversamos con él.

¿Que la IM organice un festival de hip hop es la última prueba de que el género dejó de ser under?

Creo que hubo sorpresa porque el hip hop funcionó muy bien en el escenario del Montevideo Rock de 2018. Además, montar un Montevideo Rock en 2019 es muy difícil por ser año electoral; entonces, se podía hacer un festival más chico con el hip hop. Me parece que pasa por ahí. Y sí, muchas bandas dejaron de ser under hace rato, pero no por este festival en particular. Dostrescinco llenó el Teatro Solís hace poco. Si mirás la grilla, hay un montón de gente que toca y otro montón que quedó afuera, lo que implica que hay masa crítica produciendo eso, y que, probablemente, cuando la moda pase, va a quedar un montón de gente haciendo ese tipo de arte. Eso es un cimiento grande.

Arrancaste con La Teja Pride en 1997. ¿En aquella época pensabas que el género podía estar de moda alguna vez?

En 1997 estaba de moda el hip hop. Pero ni a palos a este nivel, y no estaba de moda estrictamente el hip hop sino la cosa medio chicana, como Control Machete, Molotov, etcétera. Nunca imaginé que iba a estar así, tan en boga. Pero no tengo ningún trauma al respecto.

¿Qué creés que da este género que no dan los demás como para que mucha gente se acerque?

Tiene una curva de aprendizaje que es la segunda curva de la “u”: al principio es fácil pero después se empina muchísimo. Es decir, los primeros pasos son relativamente sencillos, pero cuando querés superar lo primero se complica. Eso pasa cuando tanto cuando hacés scratching como cuando producís beats, hacés grafitis o rapeás. El rapeo cabeza cerveza sale enseguida, pero después, cuando querés cambiar la métrica, la mayoría ya se quedó por el camino. Lo otro es que hoy tiene muchísima propaganda. El capitalismo se comió a buena parte de sus grandes referentes, como casi toda expresión cultural. Esos grandes referentes hoy son gente con poder, con 50 o 55 años, como Jay-Z, Snoop Dogg o Russell Simmons, que no es un referente para todo el mundo pero es el tipo que creó uno de los sellos más importantes [Def Jam Recordings], que saca un montón de artistas, pero terminó vendiendo Nike. Su negocio central es ese tipo de cosas, todo lo anexo a la música. Pudo haber pasado con el house de Detroit, pero pasó con esto.

Cuando empezaste con la banda, ¿qué es lo que te daba el género que decidiste seguir ese camino para expresarte?

Me gustaba rítmicamente. Podría construir una historia hermosa llena de... pero a mí me gustaba la música y el fuerte vínculo con el baile, lo corpóreo que tiene el hip hop. También había algo de protesta, de esa forma de cantar o de hablar rápido, como quieras definirlo, que me gustaba muchísimo, pero lo que más me gustaba eran los beats, que me llegaban directamente al cuerpo, con un tempo medio, 90 bpm [pulsos por minuto]. Las guitarras eléctricas nunca me movieron un pelo, pero la percutividad de esto me encantaba.

La Teja Pride tocó en el Pilsen Rock de 2004, en pleno auge del rock uruguayo; en aquel contexto, lo que hacían parecía “raro”. ¿Qué recordás de aquello?

Que antes hacíamos música rara y ahora hacemos música cool. Después de nosotros tocó La Trampa, en el escenario grande. Eran dos escenarios. Había uno con todo el PA [el sistema de sonido dirigido hacia el público] y el otro escenario era parecido pero usaba el PA del primer escenario. Entonces, la gente que nos miraba nos escuchaba lejos, y la que no nos miraba nos escuchaba de cerca. Éramos muy distintos, ahí no teníamos batero. Teníamos un DJ, un pibe con un sampler, un bajo, una guitarra electroacústica, dos MC y Lorena [Nader] cantando coros. Habíamos logrado cierta repercusión, no éramos una banda popular pero sí relativamente conocida para la medida de esa época. Pero éramos un relleno, un relleno de verdad. La gente no sabía cómo bailar lo que hacíamos, ni qué hacer exactamente cuando hacíamos lo que hacíamos, porque no daba para hacer pogo ni para quedarse quieto. Y no había una cultura de mover las manos o la nuca. Eso cambió. En el Montevideo Rock de 2018 tocamos a la misma vez que Fito Páez y pensábamos que íbamos a estar muertos, porque todo el mundo iba a ver a Fito Páez, aunque no le guste, porque es histórico, pero en realidad hubo entre 500 y 1.000 personas haciéndonos el aguante, y estuvo de más.

A la hora de asesorar a la IM para elegir las bandas y los músicos de la grilla, ¿en qué te basaste?

Traté de que fueran diferentes estilos, de que estuvieran los artistas consagrados pero también que hubiera nuevos, un equilibrio. Y por otro lado, lo que le dijimos a la IM es que si era Montevideo Rap alcanzaba con esas bandas, pero si era Montevideo Hip Hop había que meter break, grafiti y sí o sí freestyle en algún lado.

A veces se habla de hip hop y rap indistintamente.

El rap es la música, en realidad, la forma de rapear; y el hip hop es un movimiento cultural que integra el grafiti, la danza y la música de rap.

En la grilla está Los Buenos Modales, que parece ser la banda estrella del momento.

Es el dream team. Hay dos del Mac Team que tocan en Los Buenos Modales, Arquero y Santi Mostaffa también. Es una banda súper fiestera que juguetea con las fronteras de los estilos. Tiene un par de temas que son medio house y otros en los que meten violas. Para mí es súper interesante. Después hay propuestas más hardcore –que es el rap más clásico–, como una banda nueva que se llama Se Armó Kokoa, que son dos pibas. Y AFC es la más rockera de todas. Es una banda que hoy no tiene DJ y toca con esa cosa medio punkeca en la que dos por tres estallan las guitarras. El festival lo abre Mac Team, que son los primeros que desarrollaron trap acá.

En La Teja Pride tienen un tema como “1985”, que habla de la dictadura. Me da la sensación de que temas duros como ese no aparecen en el hip hop de las nuevas generaciones, que van más para el lado de la fiesta.

“1985” es un tema autobiográfico de cuando con mi hermano volvimos de Suecia. Lo que tiene el hip hop es que tiende a ser autobiográfico. No siempre es realista, muchas veces es exagerado, una caricatura, y la fiesta pasa por lo mismo: también está eso de “soy un capo, me bailo todo y yo hago la propia fiesta”.

“1985” dice “dinosaurios de uniforme y garrotes / nunca más”. Es una referencia concreta a la dictadura, más allá de lo autobiográfico; a eso me refiero.

Hay algunos artistas que son más políticos, en el sentido clásico, como Santi Mostaffa, Se Armó Kokoa, y Kung-Fú OmBijam. También Eli Almic, desde el punto de vista feminista. Y hay otros que son mas nihilistas, como AFC, o netamente fiesteros, como Los Buenos Modales.

¿Cuando arrancaste con la banda sentiste prejuicios de otros por hacer algo “yanqui”?

Claro. Una vez tocamos con una banda de metal. Nosotros éramos un bajo, un DJ que hacía scratching y alguien que armaba las bases en una computadora de escritorio, que la sacamos de una organización donde el tipo que tiraba las cosas era secretario. Armamos todo en una mesa, con monitor, mouse, etcétera, y tocamos con el pibe que armaba las bases en vivo, el DJ, el bajista. Me acuerdo que los de la banda de metal estaban recontracalientes con nosotros, porque habíamos ido a “robar la plata”. Como si la computadora sacara la música sola o una máquina de escribir escribiera los libros sola. No, está vacía, hay que ponerle contenido. “Ah, son yanquis”, nos decían. Nosotros contestábamos: “Bo, hacés rock & roll, no rompas las pelotas, no me jodas con que soy yanqui”.

Ustedes tampoco tuvieran esa veta de macho alfa típica del hip hop.

Porque nosotros queríamos hacer canciones. Es cierto que el hip hop en realidad es fuerte en lo otro, de quién la tiene más larga y quién es más rápido. Empezó como una competencia, era eso. Al principio eran fiestas que se hacían en plazas. Un DJ que competía contra otro, en volumen y en quién tenía más soundystem. Eran tres, uno jamaiquino, otro de Brooklyn y otro del Bronx, e invitaban a pibes que básicamente agitaban a un DJ en contra del otro. Afrika Bambaataa contra DJ Kool Herc, por ejemplo, pero en la medida en que las mezclas se iban haciendo cada vez más complejas, el DJ empezaba a mirar cada vez más los platos, y el pibe que era un agitador terminó improvisando y rapeando.

¿Cuál es el orgullo de La Teja?

Es un chiste. Cuando arrancamos había muchas bandas que cantaban en spanglish, o mezclaban cosas mexicanas; entonces, hicimos un chiste. Nos llamábamos Cosa Nostra, porque éramos todos nietos de italianos, un lugar súper común, y nos dijeron que había una banda que se llamaba igual. “Bueno, nos ponemos La Teja Pride”, y nos reímos. En realidad sería “La Teja’s Pride”, está mal escrito, y no combinaba nada el pride, de orgullo, con el barrio La Teja, de donde éramos. El asunto fue que al primer toque con ese nombre fueron 300 personas. Tocamos dos o tres veces más y después ya no le pudimos cambiar el nombre. Quedó.

Cinco recomendaciones de Tejo para empaparse de hip hop

» Lethal Injection [1993], de Ice Cube, es un disco al que no le fue muy bien pero que me encanta. Tiene un montón de G-funk, que es un estilo de hip hop que consiste en basarse en el funk de la costa oeste, rapeando arriba cual gánster. Ice Cube es increíble y a mí me encantaba todo lo que hacía hasta que trabajó en películas de Disney.

» Enter the Wu-Tang (36 Chambers) [1993], de Wu-Tang Clan, que es una banda de la otra punta, de un montón de MC con un productor, RZA, que aparece en un toco de películas. Con sus amigos de la infancia se juntaban a ver películas japonesas, por eso ese disco está lleno de cosas de samuráis. Los amigos eran básicamente narcos de poca monta, pero que rapeaban. En términos musicales, el disco es como dos o tres pasos atrás de toda la musicalidad que venía del oeste, toda esa cosa funkera. Esto era samples, baterías re duras y textos que muchas veces no tenían estribillos, pero con letras viscerales y con flows totalmente distintos. Ese disco es un antes y un después.

» Todo el mundo lo sabe [2005], de Sólo los Solo. Es una banda de hip hop española muy gipsy. Tiene muchos elementos del sur de España, con un flow enorme. Y en ese disco aparecen desde relatos de los polígonos industriales transformados en viviendas sociales en las afueras de Barcelona hasta canciones súper fiesteras. Es un disco súper bailable y tiene un groove increíble.

» 1977 [2010], de Ana Tijoux, que nació en Francia y llegó a Chile a sus 15 años. Tenía una banda que se llamaba Makiza, que de hip hop de los 90 es de lo mejor que hay en Latinoamérica. Después se largó sola. Mezcla hip hop clásico con elementos de sonoridad mapuche que están de más.

» Testing [2018], de A$AP Rocky, que es un MC estadounidense que hace hip hop y trap. Ese disco me gusta muchísimo y lo recontra pincho.