Cobra Kai fue una de las grandes sorpresas del año pasado. La idea de dar vuelta la tortilla y hacer de Johnny Lawrence (el maravilloso William Zabka) el villano de las Karate Kid, el protagonista y extraordinario antihéroe de esta serie de televisión –ubicando entonces a Daniel San (simpatíquisimo Ralph Macchio) si no en el rol del “malo”, al menos en el del antagonista– fue de una eficacia y originalidad sorprendente.

Johnny es un dinosaurio de los 80, anclado en el tiempo, pero que termina siendo el faro y rescate de un grupo de adolescentes perdedores (no muy distintos al Daniel Larusso de las películas originales) al enseñarles karate. La serie tenía un arranque impecable de temporada –con un balance exacto entre drama, comedia y épica– que se desdibujaba un poco al cierre, perdiendo Johnny su protagonismo tanto a manos de Daniel como de los jóvenes con los que se enfrentaban.

Ahora, esta segunda temporada puede desanimar en un principio –arranca muy en el mismo punto donde terminaba la anterior y repite bastante la historia– pero pronto se encarrila. Mucho del aporte nuevo llega de la mano de John Kreese (Martin Kove, que da un 110%), el villano indiscutible de las películas originales que regresa buscando una segunda oportunidad de mano de su ex alumno (que, spoiler alert, se equivoca muchísimo al dársela) y de construir verdaderamente al elenco joven como personajes complejos e interesantes (el trío principal, interpretado por Xolo Maridueña, Mary Mouser y Tanner Buchannan, demuestra carisma y entrega), pero las cosas se ponen en marcha cuando es Johnny el que retoma su protagonismo indiscutido.

La serie es generosa con el personaje y le permite evolucionar del cabeza caliente derrotado que vimos el año pasado a algo distinto e igualmente encantador. Mucho tiene que ver en la construcción del personaje, su historia y lo que sabemos de él ya desde las películas (tremendo golpe a la nostalgia, emocionante como el que más, es el capítulo seis, con inesperados regresos de la saga Karate Kid), pero todo esto está puesto al servicio de la trama, que se complica muchísimo al cierre (que queda abierto y con tremendo cliffhanger para la temporada próxima).

Una de las pocas series de Youtube que ha rendido frutos (pueden verse gratis los primeros dos episodios y pagando después el resto), que demuestra que todavía hay lugar para karatecas veteranos y distintas maneras de pararse ante la vida. Sin piedad, pero con honor.