Entre 2002 y 2010 los Danteinferno sacaron tres discos, giraron por Brasil, entusiasmaron a varios críticos de rock y se desbandaron. A fines del año pasado, Pancho Coelho (guitarra y voz) y Martín Recto (pongámosle “batería y producción”, para simplificar) volvieron a juntarse a componer. Completaron el viejo trío con un nuevo bajista, Javier Gerfauo, y en una estancia de Flores registraron Celeste, una serie de temas de los que por ahora editaron sólo una selección, el “lado A”, que puede escucharse en el Bandcamp danteinfernobanda.bandcamp.com (así como el resto de la discografía de la banda).
Si no es momento de hacer clic, conviene saber que Danteinferno es una banda capaz de mezclar los momentos Mateo más tranquilos con los más violentos de Butthole Surfers. Que en su primer disco, Happy Easter, hacían una versión de “Eleanor Rigby” en la que lo que más llamaba la atención no era la distorsión, sino las voces. Que en ese mismo disco había un temazo, “Corriendocaminando”, que parecía una cruza de Fernando Cabrera con Sebadoh. Que al siguiente disco, Devil, lo abría “Tiembla”, una joya con todo lo que precisa el pop a lo Byrds, y lo cerraba una declaración amorosa no menos azucarada (“ST”), mientras que en el medio había chirridos y velocidad atemorizantes.
En el disco nuevo también hay bastante de esas dicotomías. Coros pastoriles y polirritmos. Ruido ambiente que da paso a una melodía vocal y una guitarra española, como en “Fantasma”. Blues ralentizados, onda David Lynch (“Calitron”). Cantantes que aparecen luego de varios minutos de introducción instrumental, igual que en “Cortez the Killer”, de Neil Young (“No hay nadie que piense y no corra”). Y despojo puro en el tema que cierra, “No vale vichar”.
Todo parece calculado para contrastar, pero en realidad fue fruto de la inspiración al momento de grabar, y luego, sí, mucho trabajo de producción y selección. “Nos fuimos a grabar a Flores, campo total. Nos trajimos un montón de material del cual elegimos lo que quedó en Celeste lado A por diferentes criterios: a algunos temas que grabamos les faltaba intención, otras piezas estaban buenas pero eran ideas que se repetían con las ya incluidas... Estos sietes temas eran los más redondos. Los probamos en diferentes órdenes hasta llegar al que quedó”, cuenta Recto, que también fue el que se encargó del trabajo de mezcla y posproducción.
En el sonido mismo hay un cambio: el disco suena más potente, más grave, menos chillón, como si en estos años Coelho y Recto se hubieran puesto más pesados y menos indies. De hecho, se reencontraron en el velorio de un amigo mutuo y ahí decidieron volver a hacer temas juntos: “No nos habíamos cruzado con nuestras bandas. Pancho se mueve con los Buenos Muchachos a niveles más masivos, yo con Chino y Aaoai en lugares menos visitados por el público del ‘rock nacional’”. Coelho, ex Pompas, también lleva una carrera como solista.
En todo caso, algo cambió en la manera de hacer su música, sigue explicando Recto: “Antes era Pancho sobre todo quien, a partir de sus efectos de guitarra, traía el noise. Ahora los tres trabajamos sobre sonidos texturados. Javier tiene un sonido muy personal y al mismo tiempo versátil. Y yo vengo desarrollando el kiosco, que es un micro de contacto que toma sonido del bulones friccionando contra una chapa. Proceso con delays, distorsiones, octavadores”.
Con ese arsenal sonoro se fueron al norte a grabar. “Nos internamos unos días en búsqueda de lo accidental. No llevamos ningún tema 100 % cerrado, íbamos a ver qué nos encontrábamos. Nos generamos un estado e intentamos conectar con lo musical desde ahí. El hecho de que no hubiese nada a kilómetros de ese casco de estancia, el horizonte a lo lejos, los sonidos del campo abierto, los atardeceres. Además, a ese ‘retiro’ lo hicimos con Sofía Peluda, que fue a registrar video. Al final de cada día nos juntábamos a mostrar lo trabajado; ella proyectaba sobre lugares elegidos de la casa y se generaban nuevas atmósferas que también filmábamos. Todo resultó muy inspirador. Ese material también lo vamos a presentar el sábado 25 en la Camacuá”, dice Recto.
El baterista y productor define al disco como “un entregarse al acontecimiento, un estar atentos a lo que sucede más allá de nuestras voluntades y seguirlo”. Por eso, dice, en vivo los temas no salen iguales dos veces: “Los empezamos y quedamos ahí, esperando eso que nos trasciende, como un pescador en el medio del océano esperando su presa. Esa imagen creo que ilustra la sensación de vulnerabilidad a la que nos exponemos para encontrar esa otra cosa. Desde el principio nos dimos cuenta de que disfrutamos del chapuzón de caos y de que salimos bastante bien parados de ahí. Ahora lo buscamos intencionalmente”.
Danteinferno presenta Celeste lado A hoy a las 21.00 en la sala Camacuá (Camacuá 575 esquina Reconquista - AEBU), con Sofía Peluda en visuales, Patricia Papasso en gestión, Mónica Talamás en arte, Daniel Mella en poesía, Lucía Bidegain en movimiento, Coco Costa en sonido. Abre Mariana Ramos Días (Darvin Elisondo en guitarra y juguete más Gonzalo Socías en sinte y efectos). $ 250. Entradas por Tickantel.