Si estas paredes hablaran, una colección de fotografías de Enrique Figueroa que se podrá visitar desde hoy al mediodía, pone el ojo en el arte urbano. Con imágenes de murales que se cruzó por distintos barrios de Montevideo, el artista permite reflexionar sobre una forma de expresión que mezcla la ironía con la denuncia y es cada vez más aceptada a nivel institucional.

Figueroa cuenta que el proyecto nació como una forma de preservar algunas obras que consideraba valiosas y con el paso del tiempo sufrían algún deterioro o desaparecían. “Recién cuando vi el llamado del Centro de Fotografía de Montevideo [CdF] pensé que podía armar un proyecto concreto, y me pareció además que una galería a cielo abierto era el lugar ideal para exponerlo. Las obras de arte urbano y las fotogalerías comparten el concepto de un arte proyectado paredes afuera”, explica.

Para el fotógrafo, la presencia de murales ya forma parte del paisaje urbano, pero una visión que abarca la totalidad de Montevideo permite entender más claramente la dimensión que cobró el fenómeno. Desde su punto de vista, son expresiones que permiten interrogar “sobre el papel del arte en la vida cotidiana, sus vías de difusión y su valor cultural”.

Las imágenes que eligió incluyen desde chistes gráficos hasta expresiones ligadas a la cultura hip hop, que en muchas ocasiones fueron capturadas en interacción con el espacio que las rodea, generando nuevas lecturas y composiciones.

Otro aspecto que buscó destacar es cómo el arte urbano ha adquirido un mayor reconocimiento e incluso se ha institucionalizado: ahora las obras se firman, los creadores solicitan permisos para intervenir los espacios y forman colectivos organizados. Además, son contemplados a la hora de planificar espacios públicos y en algunas ciudades han integrado propuestas de circuitos turísticos. “Al fin y al cabo el arte es algo demasiado importante para recluirlo sólo en los museos”, asegura.

Si bien amplió el anterior concepto de grafiti y ya no se vincula automáticamente con un acto de vandalismo, el arte urbano aún no está libre de discusiones y cuestionamientos, principalmente sobre el uso de lugares compartidos. Figueroa opina que el concepto de espacio público tampoco habilita a que se lo utilice de manera indiscriminada, ya que, paradójicamente, esto implicaría una privatización: “Está en el artista convencer al público de que puede agregar valor para el disfrute de los espacios comunes”.

Esos son los casos que decidió registrar y reunir. Desde su mirada, los murales que visten la ciudad pueden constituir una forma de expresión que transgreda y logre mover cimientos en el arte contemporáneo. Aunque asume que aún no es tiempo de sacar conclusiones generales, sí se expresa a título personal: “A mí me hacen reflexionar en torno a si no estaremos asociando hoy el arte más al consumo que al disfrute”.

Si estas paredes hablaran permanecerá abierta al público hasta el 23 de setiembre en la fotogalería del parque Rodó (Rambla Wilson y Pablo de María).