Guillermo Peluffo (Trotsky Vengarán)

Tengo por costumbre no meterme con artistas nuevos cuando estamos en período de composición, prefiero revisar discos viejos. Si bien nuestro último disco salió en noviembre, en los meses previos me reencontré con artistas o discos que hacía mucho que no escuchaba, y en eso sigo. También quiero aclarar que, según mi manual, escuchar música no es poner un disco de fondo mientras uno hace otras cosas. Se pone el disco con volumen al máximo para sentir, cantar, bailar y gritar los goles. Pero no se trabaja ni se habla.

First Last and Always (1985), de Sisters of Mercy

First Last and Always (1985), de Sisters of Mercy

First Last and Always (1985), de Sisters of Mercy. Hablando de música con mi hija mayor, estudiante universitaria, me sorprendió que estuviese escuchando bandas que nacieron en mi juventud. Fue así que me volví a encontrar con Sisters of Mercy. Es una banda de las que se llaman dark, cercana a la música de Peter Murphy y Bauhaus, pero con una clara intención rockera. Con pocos elementos, pega en el pecho. La voz del cantante y los riffs de guitarra son efectivos. Activó recuerdos y muchas sensaciones asociadas que estaban dormidas en mi memoria. “Black Planet”, que abre el disco, me hizo recordar el miedo instalado en los años de posdictadura en Uruguay y plena Guerra Fría en el mundo. En los 80 hubo muchos relatos de la cultura pop describiendo una sociedad posapocalíptica, desde Blade Runner hasta Mad Max y Terminator; acá cerca, la revista Fierro. Y justamente en eso me hacen pensar este disco y esos relatos. Esa angustia existencial casi masiva que vivimos en los 80 hoy se reencarna en el miedo por la extinción del planeta por la cuestión ambiental.

Raditude (2009), de Weezer

Raditude (2009), de Weezer

Raditude (2009), de Weezer. Se subió con la familia en un paseo de turismo y le dimos todo el viaje. Un pop efectivo, una pared gigante de guitarras y riffs poderosos. Estribillos monumentales. La voz de Rivers Cuomo... Weezer es un ejemplo de lo aburrido que es discutir la pertenencia a una corriente. En sus discos hay punk, grunge, pop, rap, country y rock & roll en estado puro.

Pornography (1982), de The Cure

Pornography (1982), de The Cure

Pornography (1982), de The Cure. Cuando tengo un rato de espera en soledad, siempre elijo empezar por este disco. Tiene un clima propio y único. Me atrapa en una dimensión paralela. De los discos oscuros de The Cure, es con el que me conecto más. Es despiadado, oscuro y espeso. Me vuelve loco cómo suena la batería con el bajo bien arriba en la mezcla.

Samantha Navarro

La espuma de las horas (2018), de Martín Rivero

La espuma de las horas (2018), de Martín Rivero

La espuma de las horas (2018), de Martín Rivero. Parafraseando a Britney Spears, siempre tan sabia, oops he did it again! Luego de su primera obra, Estas cosas no son mías (2012) –uno de mis discos favoritos en invierno–, Rivero vuelve con todo y mucho más. Su propuesta de hiperbaladas (así se define Martín y siempre me acuerdo que “balada” viene de bailar) posee una irresistible combinación de poesía, melodía, ritmo, arreglos y sonido, que me provoca deseos de “bailar quieto” y llorar hacia adentro –de hecho lloré para afuera en la presentación del disco–, en ambos casos traspasada por una felicidad inefable (de la que no se puede explicar con palabras; aclaro por las dudas, porque se usa mucho en otro sentido).

Martín siempre logra estremecerme con esa enorme fuerza poética con que alimenta sus joyas pop. Cada canción es una historia en sí, donde el agonista persigue un sueño, reflexiona, anhela y está unida al resto, como dijes en una pulsera de celebración. Sólo los nombres ya son buenísimos, muy sugerentes, por ejemplo, “Kimchi” (el repollo fermentado, delicia koreana), con el héroe que va a curar su corazón bailando una lenta; “Siddharta” (esperando el rayo), “Shangai Kid”, “Dragones” (si prendo la luz, entra en mis ojos un dragón). Por otra parte, el canto de Martín, ¡uhhh!, potente y delicado, tan personal, cada vez más. Soy tu fan. Lo pueden escuchar en Spotify, Youtube y en otras plataformas, y vayan a verlo en vivo junto a Guillermo Berta.

De espinas y flores (2019), de Carmen Pi (el nombre Carmen viene de canción)

De espinas y flores (2019), de Carmen Pi (el nombre Carmen viene de canción)

De espinas y flores (2019), de Carmen Pi (el nombre Carmen viene de canción). ¡Ay! Corazón mío, ¡cuánta belleza recibes desde tus orejas!; este es un disco casi violentamente delicioso. Disfruto mis lágrimas de felicidad y me sumerjo en las profundidades. Porque esta es la propuesta: elija un lugar cómodo, cierre sus ojos, déjese invadir. Yo nado en la voz de Carmen, hasta mi piel se eriza, estremecida, mecida con cada detalle y con cada pulso del archilaúd de Gustavo Reyna, sorprendida con estas versiones de canciones populares, en su mayoría del cancionero uruguayo, unidas a piezas del Renacimiento y el Barroco (Bach, Händel y más).

Entonces, escucho con otros oídos, se vuelven nuevas, dicen otras cosas y las mismas. Pero no tiene sentido hablar de una sola, todas son bellísimas; cada una posee un discurso donde se penetran sentidos y sentires que entrelazan “espinas y flores” en una obra que se puede escuchar como un todo. También hay canciones “sin mezclar”, grandes momentos como la versión emocionada de “Puntos cardinales” –con un de mis líneas favoritas: “Ejércitos de mariposas” – y la voz de Nicolás Ibarburu que aparece acariciante en ese dúo divino. Es un disco en vivo, y está vivo, respira con nosotros mientras lo escuchamos. Todas las participaciones son increíbles: Betina Sánchez, Gastón Gerónimo y otros.

Música para crecer (2014), de Villazul (Fabián Marquisio y Estela Magnone)

Música para crecer (2014), de Villazul (Fabián Marquisio y Estela Magnone)

Música para crecer (2014), de Villazul (Fabián Marquisio y Estela Magnone). ¡Sí, sí, sí! Uno de los discos de carretera de mi familia, escuchado quizás cientos de veces. Esta obra tiene una historia emocionante: Fabián le inventaba canciones para hacer cosas a su hijo Antonio, que fue diagnosticado con un síndrome TEA (de dificultades de aprendizaje), y funcionaban. Así que empezó a estudiar el tema –trabajaron con organizaciones especializadas, buscaron las mejores palabras, melodías, tempos–, y junto a Estela, y con la participación de un gran número de artistas uruguayos, produjeron esta maravilla.

Cada canción con su acción; todas son bellas, divertidas y prácticas, y tienen su cantante, elegido con precisión, ya sea por la temática o por las necesidades sonoras: Ruben Rada (“Dame un abrazo”), Rossana Taddei (“Mimos”), Larbanois & Carrero (“Ir al doctor”), Florencia Núñez (“Hacer caca”), Pitufo Lombardo (“A la cama”), Malena Muyala (“Tranquilo”), Jorge Nasser (“Cepillar los dientes”), Alejandro Balbis (“Hacer pichí”), Laura Canoura (“Cruzar la calle”), el propio Marquisio (“Cierra tus ojitos”), solo por nombrar algunos y para que se enojen los que no nombré, que son fenomenales todos. Por otra parte, los arreglos y el sonido son excelentes; en Youtube se pueden ver los videos hechos a partir de cada canción. Me repito, este es un disco de acción, y más bien diurno. Los recitales son apoteóticos; Villazul funciona como una banda de rock donde se corean los temas, se aplaude, se baila, se disfruta sin parar. Por favor, experimenten.

Marcos Fernández (Motosierra)

Marcos Fernández (Motosierra)

Marcos Fernández (Motosierra)

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_Friends In the Can_ (2003), de Canned Heat. Yo escucho música en Youtube. Cuando tengo que hacer algo en casa, voy y pongo un disco completo en esa plataforma, y cuando no tengo que hacer nada, también. Por ejemplo, para cocinar los domingos de noche los elegidos son siempre Canned Heat, y desde que encontré este disco, hace un par de semanas, le estuve dando duro y parejo. Es el regreso en 2003 de los reyes del boogie, haciendo lo que les sale mejor desde hace décadas, con un sonido más afilado y pesadito que sus discos anteriores. Nada nuevo bajo el sol, sólo buen y viejo rock, blues y boogie, servido con toda la onda por los maestros del género. Todos temazos, incluida una reversión del clásico “Let’s Work Together” que no aporta absolutamente nada al original porque es insuperable. Disfrutable al 1000%.
Madame X (2019), de Madonna

Madame X (2019), de Madonna

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Madame X (2019), de Madonna. ¿Qué hace Marquitos Motosierra reseñando a Madonna? Bueno, ahí lo tienen. Es el último nuevo disco que escuché. En mi defensa, tengo que alegar que no fue por elección propia sino por una amiga que me obligó. Y claro, a uno no le cuesta nada. La historia va de que la diva se mudó hace un tiempo a Portugal, buscando un club de fútbol para su hijo, que quiere ser como Cristiano Ronaldo (¿?); ahí entró en contacto con la música y la cultura regional, y allá vamos de nuevo a mezclarlo todo con trap, reguetón y cualquier género dance que esté de moda. Por supuesto, no puede faltar el ejército de productores de turno y la infame colaboración y video con la estrella del momento, en este caso, el insoportable Maluma. Pero superados todos estos escollos hay cosas interesantes. La colaboración con la brasileña Anitta le sale bastante mejor, y la jugada “Dark Ballet” es de lo mejor, casi como si fuese la “Bohemian Rhapsody” de la Ciccone.

Mother Fucker (1992), de Graf Spee

Mother Fucker (1992), de Graf Spee

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Mother Fucker (1992), de Graf Spee. En el Uruguay de principios de los 90 las bandas de metal comenzaron a mezclar thrash y death metal, mientras peleaban contra la escasez de medios, recursos, difusión y la nula atención general. Como resultado apareció una nueva escena metalera activa, organizada y unida, apoyando una cantidad de bandas con un sonido más rápido, agresivo y extremo que todo lo escuchando anteriormente en este país. Y Graf Spee eran los más extremos de todos. Luego de la hazaña que significó la edición en 1989 de su legendario disco debut, Reincarnation, por el sello Orfeo (según dicen los que saben, el título uruguayo que cotiza más alto en el coleccionismo de vinilos internacional), la banda del acorazado volvió a estudios para grabar este demo de cinco canciones. Si lo anterior era extremo, acá se iban al carajo. Un sonido mucho más crudo que su anterior producción, y una banda sonando de la puta madre gracias a la adición de una nueva guitarra. Lanzado en formato casete por Thrash Attack Records en 1992, el demo fue reeditado en 2016 por el sello brasileño Dias Irae, con dos bonus tracks junto con la reedición del Reincarnation. Leonardo Bianco fue quien me mostró esta maravilla hace un tiempo, y con él le dimos manija a Pocho Puyol (antiguo editor de la Thrash Attack) para que nos haga unas camisetas con el arte del disco. Desde que llegó la mía no paro de escucharlo.

Álvaro Pintos (El Cuarteto de Nos)

Trench (2018), de Twenty One Pilots

Trench (2018), de Twenty One Pilots

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La banda más nueva que estoy escuchando ahora es Twenty One Pilots, un dúo estadounidense increíble de batería, secuencias y guitarra. Su último disco se llama Trench (2018) y es fantástico, pero lo increíble es verlos en vivo, es un show demasiado bueno y fresco.

Queen

Queen

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Después, por ver la película Bohemian Rhapsody, retomé los clásicos de Queen. Volví a vivirlos y a escucharlos mucho, hasta el punto de que tengo las pistas y juego a hacer mis propias mezclas.

Gustavo Cerati

Gustavo Cerati

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Y, últimamente, en mis viajes estoy recorriendo y redescubriendo la increíble carrera de Gustavo Cerati, escuchando todos sus discos desde Soda Stereo. Esto fue porque en Estados Unidos grabamos con Héctor Castillo, que fue su productor, y nos contó muchas cosas increíbles de Gustavo. Me reenganché.

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