Con premios como mejor película extranjera en los Globos de Oro, mejor reparto en los Screen Actors Guild Awards y la Palma de Oro en Cannes –por no mencionar uno o dos Oscar que seguro se lleva en la próxima entrega– Parásitos es la película del momento.

Elegida por cuanto programa cultural que se precie de tal para su comentario del día, discutida en las redes sociales (no faltan aquellos que consideran que está algo sobrevaluada) y enaltecida por cuanta lista de “lo mejor de 2019” que se haya hecho entre diciembre y enero, encuentra en unos pocos la sensación algo peculiar –extraña– de que teníamos un juguete y nos lo han robado. Como aquellos que amaban a Nirvana desde los casetes cuidadosamente copiados y vieron a su banda favorita volverse inmensamente popular de la noche a la mañana luego del estreno del MTV Unplugged, aquellos que amamos el cine coreano y seguimos al director Boon Joon Ho desde hace no menos de 15 años, ahora lo encontramos en boca de todos con cierto desconcierto (y algo de injustificado rencor).

Pero no seamos así. Por el contrario: aprovechemos que Parásitos será sin duda la puerta de entrada para la inmensa carrera de este director –y de su elenco, por qué no– y hagamos aquí un breve repaso de la carrera de Boon Joon Ho y su cine, que siempre ha valido muchísimo la pena.

De policiales, asesinos e injusticia social

Boon Joon Ho nació en Daegu, Corea del Sur, el 14 de setiembre de 1969. Licenciado en Sociología –algo que no sorprende si se atiende a sus historias–, concurrió durante dos años a la Academia Coreana de Artes Fílmicas para luego comenzar su carrera como realizador con un trío de cortos en 1994.

Su primer largometraje, Barking Dogs Never Bite (Flandersui gae, 2000) fue una comedia muy poco vista, pero saltó a la fama (dentro de ciertos circuitos) con Memories of Murder (Salinui chueok) en 2003. En ese segundo largometraje, su cine alcanza por completo la madurez: su impronta personal mezcla de forma curiosísima (pero que define el cine coreano en sí mismo) las peores atrocidades contadas de manera frontal y costumbrista, y el sentido del humor más bufo y chocante.

En Memories of Murder ya Boon Joon Ho presenta su narrativa clara y diáfana, sus personajes inolvidables (Song Kang Ho, estrella de Parásitos, ya protagoniza aquí) y su presentación directa y sin tapujos del horror. Porque la película trata de la inútil captura que durante años un equipo de policías hará de un asesino en serie, logrando reinventar el concepto de thriller tal y como lo conocíamos hasta entonces (tan es así que basta con ver la influencia que tuvo sobre películas similares inmediatamente posteriores, como ser Zodíaco de David Fincher).

¿Y por qué este peliculón –hablando claro– no se transformó en el éxito que sí es Parásitos hoy? Lisa y llanamente: porque es de género –policial en su caso–, una mala palabra para todos los que hoy se llenan la boca con lo maravilloso del cine del coreano y su representación de las clases sociales y su continua lucha.

“Todas mis películas son de género. Es el lenguaje universal que todo el mundo habla”, explicó el propio director, aclarando dónde se paraba ante ese prejuicio. Y vaya si siguió adelante con esta misma idea: a Memories of Murder le siguió en 2006 The Host (Gwoemul), su revisión del “cine de monstruos” –nuevamente con Song Kang Ho, convertido en uno de los actores de cine más importantes de Corea, justamente a partir de su relación con el director– donde todo entraba en la bolsa, horror, comedia física, choques de clases sociales.

Regresó al policial en 2009 con Mother (Madeo) y dio el salto internacional en 2013 con la aventura de ciencia ficción distópica Snowpiercer, donde la mala distribución de Miramax (el infame Harvey Weinstein) le impidió volverse el blockbuster al que estaba destinada ser.

Repitiendo ciertos esquemas de Snowpiercer –esto es, dejando de lado sutilezas y cargando las tintas en la lucha de clases de manera frontal–, en 2017 realizó para Netflix Okja –con Tilda Swinton otra vez en el elenco–, en la que la ciencia ficción enmarcada sumaba un alegato ecológico y en defensa de los animales (amantes del asado, abstenerse).

Una carrera firme como pocas que encuentra su colofón –de éxito, de calidad yo sigo pensando que es Memories of Murder– en Parásitos, sátira social cargada de mala leche, donde nadie es perdonado. Por fin, una película le ha granjeado a Boon Jon Ho la trascendencia y relevancia que todos los amantes del cine coreano sabíamos que le correspondía.

Así que si ya vieron Parásitos o están por verla, no dejen de recorrer la imprescindible carrera de su director, que sin dudas los ayudará a entender eso que lo ha llevado hasta donde está hoy: su marca y su talento.