El año pasado, Netflix sorprendió con una serie que, si bien no era especialmente innovadora por el contenido, tenía una presentación que la hacía, cuando menos, diferente. Criminal planteó en su primera temporada 12 casos autoconclusivos, cuatro países y un mismo escenario: una sala de interrogatorios.

Así, asistimos a tres casos por país con sus correspondientes equipos policiales de turno –españoles, franceses, británicos y alemanes–, todos filmados en el mismo set pero con una clara diferencia idiosincrática a la hora de interrogar, deducir e incluso de comprender el crimen que depende de dónde se ambientan los relatos.

Ahora, un año después, la serie regresa con cuatro casos más con Reino Unido como único y solitario exponente, en una segunda temporada que no alcanza los picos de la primera –la tanda alemana permanece insuperable– pero mejora con relación a sí misma, esto es, a la primera entrega británica.

Julia, Alex, Danielle y Sandeep

Como en la temporada pasada, el peso del relato está puesto en el sospechoso/interrogado/testigo, por lo que es allí donde la serie pone su mayor valor en cuanto a fichaje artístico. Sin embargo, tener de regreso a gran parte del equipo “fijo” –léase los policías– ayuda a generar verdaderos personajes protagonistas, que retoman personalidades, actitudes e incluso mínimos argumentos que quedaron del año anterior, y se conforman ahora como los verdaderos conductores del relato.

El cuarteto integrado por Katherine Kelly, Lee Ingleby, Rochenda Sandall y Shubham Saraf –como los detectives Hobbs, Myerscough, Warren y Petit, respectivamente– tiene grandes momentos de lucimiento, y también aparecen algunos personajes nuevos, lo que termina por generar empatía y especial interés.

Los casos que enfrentan en esta ocasión, además de todo, tienen sus propias particularidades. Quizá el capítulo más tradicional, si se quiere, es “Julia”, el primero, con una gran Sophie Okonedo en el rol principal. La actriz le da vida a la ex esposa de un asesino condenado que regresa a la sala de interrogatorios para aportar nuevos datos respecto del caso y una frase dicha al pasar despierta la curiosidad del detective Petit, lo que termina transformando un procedimiento de rutina en la reapertura total de un caso aparentemente ya cerrado.

Aquí se sostiene todo el oficio que la serie ya mostró en la primera temporada de su variante inglesa: cada pieza está en su lugar, pero el resultado no es especialmente apasionante o sorprendente. Por fortuna, este primer episodio, sin duda correcto, es apenas el inicio.

El episodio “Alex” es protagonizado por Kit Harrington, es decir, nada menos que el Jon Snow de Game of Thrones, y marca la actuación de su carrera. Encarna a un ejecutivo de peso que después de una noche de copas con una subalterna es acusado de violación. Alex es simplemente despreciable, un tipo arrogante, prepotente y altanero. Pero ¿eso lo hace un violador? El equipo de policías, y especialmente sus componentes femeninos, choca entre sí en este caso, a medida que el interrogatorio avanza, y quizá nada sea como se planteaba inicialmente. El cierre de este episodio –el mejor de esta temporada– es sencillamente brillante y una reflexión imprescindible para estos tiempos que corren.

“Danielle” sigue la senda de la entrega anterior. La acusada aquí es interpretada por Sharon Horgan, una mujer que lleva adelante una web que provoca y denuncia en redes a supuestos pedófilos. Se considera a sí misma una heroína y reniega de estar sentada en la sala de interrogatorios. Tan arrogante y altanera como Alex, se escuda además en que hace todo lo que hace “por las razones correctas”. Pero en lo que ya es una valiente declaratoria de principios, la serie decide presentar un caso en el que las cosas no son tan simples y refuerza incluso la idea de que para algo subsisten las instituciones y que la justicia por mano propia no es justicia alguna.

Por último, volvemos a un caso más “normal”, si se quiere. Buscando la pista –ya congelada– de una mujer desaparecida, el equipo interroga a Sandeep, un asesino confeso por otro crimen que quizá haya conocido a la desaparecida. Este asunto se descarta rápidamente, pero es entonces que el criminal propone entregar información de un caso todavía más importante a cambio de su libertad. El guion aquí es perfecto y las muchas vueltas del misterio sorprenden en cada giro. Es, además, una gran oportunidad para que Kunal Nayyar –el simpatiquísimo y bonachón Rajesh Koothrappali de The Big Bang Theory– se desdoble en un asesino frío y calculador de manera muy convincente, mostrando que no sólo de la comedia vive el hombre.

¿Y los otros países?

Criminal UK llegó sin previo aviso a esta segunda temporada, pero no hay nada que por el momento confirme que los otros países sigan su camino. Acaso se deba a que los creadores de la serie –George Kay y Jim Field Smith– son ingleses y que su primera temporada –a pesar de su carácter internacional– fue una producción británica antes que nada. Y por lo que los propios creadores han dado a entender, hay más probabilidades de una tercera entrega de este mismo país que de volver al formato plurinacional. Como sea, tanto esta segunda temporada como toda otra que pueda llegar luego son buenas noticias.