Yafalián es el responsable del diseño de sonido de gran parte del cine reciente uruguayo, editó la trilogía de música instrumental Naturaleza muerta (2012), Paraísos artificiales (2015) y Micromundos (2018) y, bajo el nombre artístico de Mr Danger, ha lanzado varios audios de parodia política.

Ahora, bajo su dirección artística, un pequeño archivo de filmación silente, Cómo estudian y trabajan los niños del campo (José Pedro Puig, 1940), encontrado por Lucía Secco en el contexto de una investigación sobre cine y educación, se transformó en un ejercicio de experimentación artística.

“A partir del hallazgo de Lucía, las imágenes llegan al laboratorio y allí Nacho Seimanas me convoca para, en principio, componer una música que acompañara de manera plástica las rayas y manchas que estaban presentes en el material producto de su deterioro. Solamente con la música no era suficiente, porque el material era bastante largo y a través de la incorporación de otros elementos terminó por transformarse en un cortometraje”, dice Yafalián.

Entonces, se dedicó a intervenir con diferentes recursos sonoros el material existente. Compuso y editó una música, ruidos que se desprenden un poco de lo que efectivamente está sucediendo en la imagen, y unos textos leídos por locutores tomados de unos vinilos de la década de los 60 llamados El Uruguay, editados por Andebu, en los que personalidades de la época hablan del país. Los textos fueron escogidos en función de lo que se ve en las imágenes, que tratan sobre el trabajo de los niños en las escuelas rurales. Yafalian hace énfasis en el carácter lúdico del proceso, que estuvo en permanente transformación. Cada elemento agregado dotó al material de diferentes capas de lectura.

Lo que comenzó como un juego para musicalizar una pieza muda terminó por definir una obra que, en palabras de Mariana Amieva, integrante del Grupo de Estudios Audiovisuales (GestA-Uruguay) para el portal de la Udelar “no se centra en lo que vemos ni en lo que oímos sino en el diálogo particular que Yafalian compuso. En este caso las ‘palabras encontradas’ se suman a los ruidos y a la música en un vínculo que no genera imposiciones a lo que vemos ni tampoco son percibidas como relleno: las bandas se acompañan de forma solidaria. En ese juego se plantean los interrogantes sobre la propia idea de nación, de identidad, los intentos por definir algo a lo que se alude desde todos los costados y a lo que nunca se arriba. Este film comparte cualidades con los mejores exponentes de la tradición del found footage y logra expresar con mucha elocuencia ideas que, por otra parte, son ambiguas y evitan cualquier tipo de clausuras”.

El cine experimental, el cine de ensayo, el vínculo con la restauración y recuperación del fílmico como pieza con valor propio, viene ganando un lugar significativo en el terreno cinematográfico nacional. Diversas organizaciones, como el Laboratorio del Cine de la Fundación de Arte Contemporáneo, entre otras, traen estas propuestas audiovisuales que no sólo tratan de la memoria literal de aquello que cuentan, sino también de la memoria que genera el paso del tiempo al quedar impreso en ellas. Son fantasmas que han perdido el rumbo con la posibilidad de volver a encontrarse en otra época, lejos de su origen, e incluso de resignificarse. Es un proceso de metamorfosis que reúne una comunidad de artistas, técnicos, pero sobre todo una economía de imágenes devaluadas por el tiempo y traídas a la vida por medio de su propia expresión en el acto de encontrarlas.

Mariana Amieva define estas piezas como metrajes encontrados (found footage) y aclara que así como El Uruguay no es un río, este tipo de film tampoco es lo que parece. Como lo describe Yafalian con claridad, el proceso consiste en poner a dialogar los elementos entre sí. En este encuentro azaroso la composición se fortalece con la destrucción de las formas primigenias de cada recurso con el fin de que en su conjunto todos ellos hablen mucho más por su interacción que por lo que originalmente son.

Luego de la proyección de El Uruguay no es un río, habrá una charla sobre la recuperación de la película original por parte del Lapa-AGU y sobre el proceso creativo de la obra.

Las actividades serán con aforo reducido y las inscripciones se harán por correo electrónico a [email protected].

Hoy a las 15.30 habrá cita con fantasmas en Cinemateca cuando se proyecte El Uruguay no es un río, una pieza audiovisual gestada a raíz de encuentros fortuitos entre un material fílmico abandonado, el rescate del Laboratorio de Preservación Audiovisual del Archivo General de la Universidad de la República, Udelar (Lapa-AGU), y unos vinilos comprados en Tristán Narvaja por el compositor y sonidista Daniel Yafalian.