Cumplido en muchas partes del mundo el límite de años impuesto por los derechos de autor, no fueron pocos quienes se lanzaron a adaptar la obra de Sir Arthur Conan Doyle a distintos lenguajes, ya fuera directamente al cine, a historieta o escribiendo nuevos relatos con su más preciada criatura (aunque nos conste que al propio autor no le caía especialmente simpático), el detective Sherlock Holmes.

Entre esta verdadera cascada de relatos centrados en el mejor criminalista del mundo, la obra de Nancy Springer se desmarcó al proponer una protagonista nueva –Enola, una hermana menor– y un tono característico juvenil que redirigía el universo de Conan Doyle al público menudo.

Los seis tomos de Las aventuras de Enola Holmes se publicaron a todo ritmo entre 2006 y 2010 –los cuatro primeros, traducidos al español– y fueron bastante bien recibidos por la crítica, que los premió con el Edgar, máximo galardón de la literatura de misterio, en su categoría juvenil, y, en parte, por el público. En cambio, y para asombro de nadie, los conandófilos (si tal es el termino) resintieron bastante las reinvenciones que Springer hacía de Sherlock y, muy particularmente, del hermano mayor de los Holmes, Mycroft.

Poco le importó esto a Millie Bobby Brown, la actriz que encarna a Eleven en la serie Stranger Things, que se hizo de los derechos de la saga, junto a su propia productora y estrenó una adaptación de El caso del marqués desaparecido, la primera de las aventuras de Enola.

Yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar

No es Enola la primera familiar de Sherlock Holmes que dice presente. El primero –y único incluido formalmente en el canon de las historias del detective– es Mycroft, siete años mayor que Sherlock, que lo definió como “el más inteligente de los hermanos Holmes”.

En los relatos (y en todas las adaptaciones posteriores) Mycroft es introducido como un funcionario de su majestad, la reina, extremadamente capaz y, por momentos, más excéntrico incluso que Sherlock. Ha tenido encarnaciones varias en la pantalla, con exponentes tan ilustres como Christopher Lee, Robert Morley, Richard E Grant y, en versiones recientes, por Stephen Fry o Mark Gatiss.

A partir de la existencia de Mycroft, una duda ha atormentado a los fanáticos de la obra de Conan Doyle: si es mayor que Sherlock y ambos son herederos de tierras, entonces él debería hacerse cargo de la casa familiar y su feudo, cosa que evidentemente, al trabajar para el gobierno, no hace. Por eso, el experto William S Baring-Gould (autor de la biografía Sherlock Holmes of Baker Street) propuso la existencia de Sherrinford Holmes, el mayor de todos los hermanos, que se habría hecho cargo como terrateniente de todas las obligaciones familiares. No aceptado formalmente por el canon, Sherrinford no es tampoco especialmente discutido y hasta se lo ha imaginado como el más inteligente de los Holmes.

Más acá en el tiempo, la serie de la BBC Sherlock –protagonizada por los muy populares Benedict Cumberbatch y Martin Freeman– propuso como gran villana escondida a Eurus Holmes, una hermana menor de Mycroft y Sherlock, quienes ignoraban su existencia, y que supera ampliamente en inteligencia a ambos y bastante problemas les da.

Quien sin dudas es mi hermano favorito de Sherlock Holmes es Sigerson, el protagonista de la espectacular comedia de 1975 El hermano más listo de Sherlock Holmes. Interpretado nada menos que por Gene Wilder (director y guionista de la película, además), Sigerson es directamente un idiota con ínfulas que sólo sabe meterse en problemas –acompañado en su caso por un oficial de Scotland Yard tan torpe cómo él, interpretado por el inolvidable Marty Feldman– y que debe ser rescatado desde las sombras por su hermano más conocido. Una maravillosa comedia clásica.

¿Quién es Enola Holmes entonces?

Como nos explicará ella misma rompiendo la cuarta pared –en un recurso muy efectivo pero que termina por volverse algo cansador–, Enola (la mencionada Millie Bobby Brown) es la menor de los tres hermanos y quien queda atrás, a cargo solamente de su madre, Eudoria (Helena Bonham Carter, una gran adición al elenco). Madre e hija han pasado 16 años solas, dado que el padre murió poco después de que ella naciera y los dos hermanos, Sherlock y Mycroft –un simpático Henry Superman Cavill, a punto siempre de reventar el saco, y un entregado Sam Clalfin, en una versión ingrata del personaje–, se marcharon a la ciudad. Pero la mañana que Enola cumple 16 años ocurre lo impensado: su madre ha desaparecido.

Los hermanos llegan y se reparten tareas: mientras Sherlock buscará a la desaparecida, Mycroft tratará de inscribir a Enola en un colegio para señoritas. Pero Enola se ha criado a su aire y tiene múltiples talentos; tantos, que optará por buscar por sí misma a su madre desaparecida, y eso sólo para arrancar, porque pronto se topará con un joven marqués en fuga que duplicará sus aventuras.

El relato, ligero, juvenil y entretenido, corre a cargo del director británico Harry Bradbeer, responsable de la inmensa mayoría de los episodios de la popular comedia Fleabag (y de ahí se entiende esa particular afición por hablar a cámara de su protagonista), a quien, cuanto más se concentra en su heroína, mejor le va. Brown brilla en su protagónico –y certifica que es mucho más de lo que puede mostrar como Eleven– y hace rendir una historia muy sencilla por encima de la media.

A medida que se interna en ambos misterios –el de su madre, por un lado, y el del marqués (un divertido Louis Partridge), por otro–, más y mejor ritmo agarra la película, que se empantana, sin embargo, con cada interacción de los Holmes más clásicos (a quienes, verdaderamente, se podría haber dejado aparte sin demasiada pérdida). Y por mucho que el recurso cómico termina por cansar, así como el mensaje de igualdad de género se remarca hasta el agotamiento, el resultado es una dinámica aventura –con mucho del ritmo que impone Guy Ritchie, por decir uno– y, en conclusión, un pasatiempo optimista, por momentos luminoso, aunque nunca especialmente memorable (que, con todo, quizá sea el inicio de una franquicia).

Madre e hija

Enola Holmes es una muy inteligente versión feminista del universo de Conan Doyle, porque no lo reescribe, sino que lo amplía. En esta mirada, Sherlock Holmes se vuelve accesorio y la relación principal es la de la protagonista y su madre. Con eso alcanzaría para volcar el relato hacia el polo femenino, pero hay mucho más: la propia historia gira en torno a los comienzos del movimiento feminista en Inglaterra y Estados Unidos. Las referencias a autoras (Mary Wollestonecraft), colectivos (el sufragismo victoriano) y eventos (la lucha por el derecho al voto) atraviesan toda la película, que es también una reflexión sobre las generaciones militantes. Eudoria, la madre sabia y divertida, es una activista radical, que coquetea con la violencia como forma de expresión política. Enola, en cambio, es ya producto de las conquistas obtenidas por las compañeras de su madre, como lo demuestra en el ejercicio pleno de sus dotes detectivescas y en su rol como salvadora del joven marqués, frente al que, a pesar de la mutua atracción juvenil, mantiene moderna independencia, a contrapelo del modelo “Cenicienta”. Es el marqués, con todo, el que permite, como miembro de la Cámara de los Lores, la ampliación del derecho al voto (una reforma que realmente tuvo lugar en 1884, el año en que se ambienta la acción). El propio Sherlock se vuelve también un facilitador: es, en tanto el más inteligente de la familia, quien reconoce las habilidades de su hermana menor y habilita el camino de su autonomía.

JGL

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