“Una vuelta de quilombo, dos vueltas de melodías, dos vueltas de free”. Así, poniendo el dedo mayor de su mano izquierda sobre los dedos de su mano derecha, Diego Cotelo les marca a sus compañeros las cantidades que habrá que utilizar para su próxima elaboración y, en su convencimiento, suena como el jefe de cocina de un restaurante con muchas mesas para atender, el director técnico de un club de fútbol pronto para ensayar la estrategia de juego del domingo con fe y un tallo de flor entre las muelas, o un cliente fundador del Barrio de los Judíos pidiendo al grito y de memoria su compra mensual para salir rápido del enjambre de curiosos y especuladores.

Los integrantes de Bolsa de Naylon en la Rama de un Árbol están listos para presentar en vivo Humor/Amor, el segundo LP del proyecto más ambicioso de la carrera del joven Cotelo.

El nombre de su banda fue, alguna vez, el de su correo electrónico adolescente, y en su música me alegra encontrarme con el británico Goldie y el estadounidense John Zorn. Pero no precisa ir muy lejos –o sí– para encontrar una referencia universal que conecta de inmediato con su universo sonoro. La música de este colectivo, su temperamento y su carácter escurridizo y pegajoso recuerdan a Figrin D’an and the Modal Nodes, la banda estable de la Cantina de Mos Eisley en La guerra de las galaxias, aunque en este caso no costaría nada imaginar –entre los parroquianos abrazados por las melodías de madrugada– al Canario Luna, Alberto Magnone y el Lobo Núñez.

No hace mucho, y tras constantes ensayos, el grupo descubrió que el humor era un elemento inevitable en su obra, se amigaron con él y lo incorporaron de forma natural en todas sus formas de expresión. En Youtube los músicos también son actores de falsos documentales, y en el videoclip de “Plural” se los puede ver bailando con euforia, vestidos de seguidores de una secta satanista que ocupa las instalaciones de una fábrica fundida para practicar sus ritos de magia negra.

Actualmente la banda está compuesta por Juanma Cayota (batería), Juan Chilindrón (bajo), Inés Agosto (saxo alto, barítono y flauta), Emi Pereira (saxo soprano y clarinete), Manu Villagrán (percusión y sintetizador) y Diego Cotelo (guitarra, voz y clarinete bajo), que conversó con la diaria un rato antes de volver a los escenarios.

Contame cómo se conocieron. En qué momento finalmente encontraron una identidad en común entre ustedes.

A todos los conocí invitándolos a tocar en Bolsa, o casi. Entre ellos hay vínculos más largos. Juanma y Manu se conocen y tocan juntos desde adolescentes, Ine y Emi también son muy amigos hace años. Ellos dos y Chili son más o menos de la misma generación, comparten espacios y toques desde hace mil. Armé la banda hace unos cuatro años, cuando volví a Uruguay. Había estado en Buenos Aires desde los 20 hasta los 24 y formé parte de la banda argentina Perotá Chingó. Quería tener un grupo propio que respondiera a los temas instrumentales que venía acumulando y que además fuera un grupo humano sólido. Esto me parecía tan importante como el nivel técnico, y por suerte ambas cosas se dieron. En versiones anteriores de la banda también estuvieron Gastón Reggio en batería, Andrea Silva en percusión y Lucía Gatti en chelo. En este momento también son parte del equipo Ana Chiara en iluminación, Juan Manuel Cola en sonido, Nicolás Giordano como técnico de grabación y Pablo Martín en filmación y posproducción.

¿De dónde sos? Tu barrio, tu origen como músico.

Nací y me crie en Punta Carretas, soy hijo de periodistas. Hago música desde muy chico, tuve esa suerte.

¿Podrías decir que sos como el líder de la banda? ¿Así funcionan?

Soy el dueño de las deudas, como me dijo una vez un librero. Compongo los temas, escribo las partes, edito las grabaciones y los videos, me hago cargo de muchas cosas. Pero considero que somos una banda. Somos amigos, ensayamos todo el año, haya toque o no, compartimos un montón y cada uno aporta y desarrolla sus partes, improvisa y cambia cosas. El humor en particular es algo que nos identifica mucho y cada vez se hace más lugar en nuestra música. Ponele que en principio parecería medio difícil que una música instrumental tenga humor, pero bueno, a eso mismo nos estamos abocando.

¿Cómo será el show de mañana?

Es la presentación del disco. Eso para nosotros significa tocarlo entero, sin cortes, y con conectores agregados que, en parte, son improvisaciones, y en parte son citas a temas con los que intentaremos sorprender. Todo esto, con un equipo de bailarinas que la rompen.

¿Cómo se hizo Humor/Amor y qué puede encontrar quien vaya a buscarlo?

Este disco surge como tal gracias a la pandemia. La idea original era grabar un par de temas nuevos este año como para seguir sacando material, pero ante el parate que nos comimos a partir de marzo resolvimos hacer más temas, maquetearlos a distancia y ensayarlos para lo que sería una grabación por partes (el disco anterior lo habíamos grabado tocando todos juntos). Al final, ese proceso nos sirvió. Nos dio un par de meses para probar cosas, escuchar, cambiar ideas, y para cuando entramos a grabar las versiones definitivas, en julio, cada uno estaba bastante seguro de sus partes y teníamos una visión más macro del disco de lo que se suele tener a esa altura.

En cuanto a material emocional, hay de todo: pesadillas no necesariamente padecidas, insomnios, pensamiento rumiante, el estallido de sensaciones que genera un enamoramiento, la inmediata fragilidad inherente a ese estar enamorado, la posibilidad de pasarla enormemente mal en espacios sociales. Por otro lado, está una versión de “Arenas negras”, de Mux, que no me animo a decir de qué se trata porque es de ellos, pero a mí me remite a una hermosa combinación de resignación hacia el caos que es la vida con una energía musical de alegría y festejo vertiginoso.

Hace unos días intercambiamos unos mensajes y te conté que me había encantado encontrar en este nuevo disco algo de Mr. Bungle, y vos también te reconociste como fan. ¿Qué otras influencias están presentes o se podrían adivinar en el sonido de la banda?

Pah, hay de todo. Yo soy muy de la idea de que no existe la originalidad en sí misma sino que más bien puede haber una combinación original de influencias. En ese sentido escucho los miles de lugares de donde afano (en el mejor sentido de la palabra), desde el sentido del humor millennial y el swing de Louis Cole al jazz posrockero todo intervenido electrónicamente de Jaga Jazzist, la intensidad salvaje y fuzzera de los Mars Volta, la capacidad de unir estilos disímiles con improvisación e irreverencia de John Zorn, el art pop digital, glitchero, terroso y sentido de los últimos discos de Bon Iver, los laberintos intrincados y divertidos que suponen cualquier tema (o libro) de Leo Maslíah, la mutación pantano maravillosa de Mux, el estado enorme de Fernando Cabrera, el rock pitch shifteado de Battles, la experimentación mutante de los Apanhador Só, y ni que hablar de la escuela de Radiohead. Podría seguir, hay mucha gente en ese licuado.

Bolsa de Naylon en la Rama de un Árbol se presenta el domingo 15 a las 20.00 en la sala Hugo Balzo del Auditorio Nacional del SODRE. Entradas a $ 500 en Abitab, Red Pagos y boletería del Auditorio. 2x1 para Comunidad la diaria.