Para todo war buff la historia real no tiene desperdicio: el Regimiento 157 de Infantería oriundo de Colorado, Misuri, entró en combate el 10 de julio de 1943 y peleó sin descanso durante los restantes 500 días que le quedaban a la Segunda Guerra Mundial en circunstancias tan determinantes como las de Sicilia, Nápoles, la brutal batalla de Anzio y la liberación del campo de concentración de Dachau, entre otras, hasta el final mismo de la contienda (incluso se trasladó a Japón en las postrimerías del conflicto).

Por su lugar de procedencia ‒el medio oeste estadounidense‒ el batallón se componía por una curiosa mezcla de cowboys rednecks, indígenas americanos y descendientes de inmigrantes mexicanos, una combinación que se daba con bastantes malos resultados en su país de origen pero que aquí, obligados por las circunstancias y el enemigo en común, debieron hacer funcionar.

El relato de este Regimiento, sus cuitas y avatares, fue recogido por el periodista Alex Kershaw en el libro The Liberator: One World War II Soldier’s 500-Day Odyssey, cuyo potencial cinematográfico era tan evidente que el guionista Jeb Stuart ‒un veterano de la industria, responsable de los libretos de Duro de matar, El fugitivo y Causa justa, por nombrar sólo unos pocos‒ se hizo con los derechos, convencido de que tenía un filón entre manos.

Sin embargo, las cosas no fueron sencillas para Stuart. Descartada la idea de una película por el elevado presupuesto que requeriría, la miniserie estuvo ‒lógicamente‒ en la órbita de History Channel en un formato de ocho episodios, hasta que la cadena la descartó también por su alto costo de producción. Ante la certeza de que esta circunstancia se repetiría donde quiera que la ofreciera, Stuart innovó el concepto y propuso una alternativa: hacerla animada.

La guerra en dibujitos

La técnica escogida para la ocasión es, cuando menos, curiosa, y sin dudas muy poco vista recientemente. The Liberator se compone por una suerte de híbrido entre la antigua rotoscopia, la captura de movimientos con los actores en sus roles y fondos hechos en 3D. La combinación alcanza para cumplir con su objetivo.

Cierto es que por momentos se ve rústica e incluso algo corta ‒en algunas escenas de acción, por ejemplo, o en algunos planos generales en los que se altera la perspectiva, para desconcierto del espectador‒, pero por otro lado la técnica usada permite que los personajes tengan rostros humanos reales que transmiten a su vez emotividad (de lo que va sobrada la serie) y, lógicamente, no hay impedimento alguno a la hora de recrear tanto las ciudades como los variados paisajes que recorre esta historia, así como las múltiples batallas de todo tipo, tamaño y color.

Comprimida en cuatro episodios y producida por Netflix, The Liberator recuerda otras series de guerra acaso mejores ‒Band of Brothers, por decir la obvia‒ pero no falla por sí misma en ningún aspecto.

Sus protagonistas son pocos. Se destaca el capitán Felix Sparks (Bradley James) como el narrador del relato y con él, media docena de personajes reconocibles que lo acompañan (con mayor o peor suerte). Cabe aclarar que no es este un estudio psicológico profundo de las consecuencias de la guerra o sus efectos en la psique humana, sino un compilado de batallas emocionantes con personajes que se terminan por volver queribles, construidos a partir de unos estupendos diálogos que recuerdan a las matinés bélicas tan clásicas en los 60 y 70 (su comienzo, por ejemplo, remite directamente a Los doce del patíbulo).

La acción es seca, dura, contundente y no faltan los momentos de gran emoción o involucramiento (basta con recordar el cierre en los campos de concentración) que hacen de estos cuatro episodios un rápido recorrido tan adictivo como entretenido.