Hay una serie animada que sigue las aventuras y desventuras de un grupo de jovencitos que, uno por uno, están entrando a la pubertad. Es fácil determinar cuándo ocurre esto, porque una bestia gigantesca y peluda que sólo ellos pueden ver se materializa junto a ellos. Den la bienvenida al monstruo hormonal.

Desde 2017, Big Mouth viene tomando un montón de riesgos en materia de humor. Y, al menos para quien escribe estas líneas, en la mayoría absoluta de los casos salieron victoriosos. Es que no es sencillo retratar a un grupo de personas de 12 o 13 años de edad, que sufren cambios en el cuerpo y descubren (entre otras cosas) la autosatisfacción.

Quizás el éxito resida en la ternura e inocencia, que por supuesto irán perdiendo. No se trata de una serie para excitar a adolescentes, ni mucho menos para excitar a adultos, aunque habrá gente que se excite con el catálogo de un supermercado. Sí permite recordar ese momento en que uno era muy chico para algunas cosas y muy grande para otras, y no terminaba de entender qué sucedía a su alrededor.

Durante cuatro temporadas, los creadores de Big Mouth ampliaron el universo de Nick (Nick Kroll) y Andrew (John Mulaney) para incluir a sus compañeros de clase y las familias de cada uno de ellos. La tarea más compleja estuvo por el lado de los compañeros imaginarios, ya que después de los monstruos hormonales llegarían el hechicero de la vergüenza y otras figuras relacionadas con la depresión y la ansiedad. Más allá de un episodio puntual y de un spin-off en preproducción, no hubo apuro por mostrar ese mundo mágico.

Con cada temporada estrenada en Netflix los chiquillos van experimentando nuevas emociones y se acercan peligrosamente al contacto sexual. Hasta ahora el tratamiento de estos temas ha sido de buen gusto, pese a que la serie está rodeada de elementos de mal gusto, que incluyen humor escatológico en cantidades industriales. Sin embargo, el equilibrio suele ser perfecto, salvo el episodio del campamento que termina con el parto de un zurullo, muy parecido a como lo hicieron Ren y Stimpy unos cuantos años atrás.

Esta última tanda de episodios tiene momentos muy altos, pero en cuanto al arco general fue de las menos efectivas. De todos modos, el balance final sigue siendo muy positivo, si uno logra hacer el clic con esta clase de comedia que todo el tiempo está en la cuerda floja. Mírenla, aunque sea para ver si algún día finalmente se cae.