“Gracias a todo el montón de carrera que tenemos es que las adversidades las vamos soportando, aunque vengan jodidas”, dice Pedro Dalton, cantante, compositor y –¿hace falta aclararlo a esta altura? – cabeza de Buenos Muchachos. Y sí, la banda tenía planes bien concretos para este 2020: nada menos que grabar su noveno disco, y, como a todo el mundo, se le fueron al garete. Pero no tanto. Apenas la pandemia visitó nuestro país los Buenos Muchachos se replegaron y no hicieron nada durante un mes y pico, pero el sedentarismo musical les empezó a hacer ruido.
“Teníamos la batería y el equipo del bajo armados; la idea era grabar las bases, pero tocando todos juntos. Esperamos un poco, pensamos que esto iba a durar mes y medio... Frente a las adversidades, a esta altura de la vida, nos manejamos maduramente. Había una necesidad vital de entrar a grabar el disco ahora; entonces, entramos de a uno”, cuenta Dalton.
Fue así que se metieron en Mastodonte, el estudio de lujo que tiene Gastón Ackermann, productor compinche del grupo, y como no tenían otra cosa que hacer, le dedicaron días y más días al nuevo disco. “Generó algo que fue totalmente diferente y nos quedamos re conformes. Acá si te ponés caprichosito marchás”, dice el cantante. El resultado fue Vendrás a verte morir, que ya está disponible en formato físico y en Spotify.
Al aire libre, con el canto de los pajaritos de fondo, en una especie de barbacoa que hay en la entrada del estudio Mastodonte, en pleno Malvín, la diaria se juntó con Dalton, José el Negro Nozar (batería) y Gustavo Topo Antuña (guitarra), para hablar sobre las nuevas canciones, que no son tan canciones, y de qué es eso de que vendrás a verte morir.
Este me pareció el disco de la banda en el que hay más espacios.
José Nozar (JN): Probablemente sí, fue buscado y logrado. Tuvimos la intención de no superponer arreglos, porque durante mucho tiempo hicimos un poco eso, que no estaba ni mal ni bien, pero era un momento de la banda. Ahora intentamos que el arreglo sea como una frutilla de la torta, y si en un momento está brillando un instrumento, que no haya otro que opaque el brillo. En esa limpieza tuvo que ver un trabajo previo de composición y también un trabajo posterior de Gastón, que tenía esa intención. Es un poco de lo que hicimos en #8 [2017], pero buscando tener más potencia que en ese disco, porque las composiciones lo necesitaban. Entonces, dejamos huecos, pero a su vez tuvimos más solidez y mucha dinámica. Es el disco con más dinámica.
Gustavo Antuña (GA): Ya hace tanto tiempo que somos siete músicos en la banda, y fue una manera de trabajar naturalmente. Gastón nos dijo de jugar más con las dinámicas, y es verdad que funciona. Antes estábamos más climáticos.
Pedro Dalton (PD): Antes jugábamos más con los climas y ahora con la dinámica, que potencia los climas. Todos queremos aportar algo a la canción, hasta que en un momento te das cuenta de que aportando silencio hacés que otras cosas se destaquen. Estamos llegando a ese lugar que hace que la música quede más limpia y a la vez llena de cosas, pero cada cosa que aparece está para algo.
JN: También hay más contrapuntos, pienso en “Purpurina”, por ejemplo. Hay algunos detalles de interacción y juego entre dos instrumentos con un arreglo, y no que otro instrumento haga una base mientras que uno hace el arreglo o que los arreglos se choquen, sino que vayan jugando unos con otros, más orfebrería.
PD: Estamos aprovechando toda la banda de una manera más pura. Ya que tenemos un piano, que suene, que no sea solamente un colchón de teclas para soportar tal parte climática o lo que sea, sino que pase a tocar notas. Ese juego de dinámicas para mí fue lo que marcó la diferencia, que empezó en #8 y ahora la potenciamos. Incluso, ya estamos craneando preproducir de esa manera un próximo disco.
También me pareció que en este álbum no hay canciones, en el sentido de que tengan una estructura clásica, de verso, estribillo, verso y así, sino que son como paisajes.
PD: Sí, no es un disco de canciones, como el #8, que tiene un sonido tan particular que para este disco buscamos ese sonido en la composición, que fuera más particular todavía, basándonos en otros álbumes que hemos escuchado, como Blackstar [2016], de David Bowie. Quedaron montones de cosas afuera de este disco porque justamente queríamos potenciar lo que habíamos logrado en el #8, ese sonido de una batería y un bajo predominantes, la voz diciendo cosas y un montón de arreglos. En mi cabeza fundí todo eso a negro, metalizado y brillante, y lo traté de buscar. Entonces, en lugar de ser un disco de canciones, es de composiciones que forman un clima general, sin llegar a ser un disco conceptual, porque no tiene una temática fija en común.
Yo veo imágenes de la muerte en casi todas las canciones.
PD: Sí, pero sin miedo. Hay cierta intensión de ir a buscar adentro lo que pasa afuera, ver qué es lo que sentimos de verdad frente a esto. Las letras: estamos mirándolas, leyéndolas. Para mí este es el primer disco de Buenos Muchachos que en el formato físico tiene una sola línea, está muy definido: el arte, la parte visual y la música tienen un solo clima. Es la primera vez que lo logramos. Yo vi el arte y dije: “Ta, es eso, es el dibujo de la música”.
El título, la tapa y la música son la muerte.
PD: Es como amigarnos con la muerte: “Vamo arriba, no hay problema”. Para mí es perderle el miedo, está todo bien, vivamos la vida como que nos vamos a morir. Para mí el viaje es un poco ese, disfrutar.
JN: Me parece que es más como sacarnos del centro y pretender ser algo muy importante, vernos como lo que somos: en definitiva, un conjunto de partículas subatómicas y microorganismos, no mucho más que eso. Sobre el título: ayer les mostraba que alguien en Facebook había puesto “la sintaxis te la debo”. La intención de “vendrás a verte morir” es justamente esa, una paz contigo mismo, una percepción de un momento. Esa persona no pudo –o no quiso– percibir lo que el título quiere decir, que es bastante sencillo. Se supone que hay cierta calma si vos te venís a verte morir, no es Kill Bill sino todo lo contrario: una aceptación.
En la primera canción del disco, “Corso flojo”, la letra dice “la boba desconcierta sin informar”; es la televisión.
PD: Sí, era tan obvio que me dijeron “bo, cambialo”, y dije: “No, ya está, queda bien, listo”. En España le dicen “la caja tonta”, casi le pongo así.
JN: Eso ya estaba: “La mierda que hay en la tv / quiere blanda tu ilusión”, en “Oomm” [del disco Se pule la colmena, de 2011].
Se me viene a la cabeza el disco Un baión para el ojo idiota (1988), de los Redondos. Hay una obsesión con la televisión en el rock.
PD: Es que hay una obsesión en la vida, porque todo el mundo la ve. Yo ahora no, por suerte tengo Netflix. Estuve escuchando un poco de radio la otra vuelta y piré, no la soporto. “Comprá, vendé, hacé, andá”, y cuatro mil personas hablando a la vez. Televisor ni tengo, miro Netflix en la compu, y tampoco miro mucho, estoy dibujando pila.
Me da cierto pudor preguntar por las letras del disco, porque la mayoría desprenden imágenes, no hay mucho para explicar. ¿Cómo te cae cuando alguien te pregunta qué quisiste decir en tal letra?
PD: Yo no tengo problema en decirle mi visión y joderle la de él. Pero es preferible no joderle la visión a nadie, que saque sus conclusiones. Es como el título del disco, es para vos. Para mí ahora significa una cosa, pero te juro que me ha pasado con montones de cosas que escribo que al tiempo cambian y quieren decir otra, pero otra en serio. Con “He never...”, por ejemplo, algo bien básico, pop, me pasó que después de tocarla durante años, hubo un día que me significó otra cosa y quedé de cara, dije: “No puede ser”. Una canción que había escrito pensando en todo aquel distanciamiento con Álvaro [Garrigós, bajista original del grupo], pero después terminé mal con una mujer, fui para ahí y la cantaba con otro tono. Me cerraba toda, entera. Pero lo podés hablar con el Negro o el Topo también, están re por dentro en su viaje, sobre qué quiso decir esto o lo otro.
¿Pero te pasó que alguien interprete una letra para otro lado?
PD: Bueno, con “He never...”: un flaco borracho me encaró en la rambla y me dijo: “Me pasó lo mismo que a vos, Pedro, me dejó una mina” y no sé qué, no sé cuánto. “Sí sí, claro”, le dije. Nada que ver. Al tipo lo había dejado la mina, y después, cuando me dejó una mina a mí: “Qué hijo de puta, tenía razón el flaco”, y no la escribió él, la escribí yo.
JN: Volviendo al título, pero que tiene que ver con las canciones, porque además el título es una frase de una canción [“Un témpano”]: Pedro jamás baja línea. Acá tenés la canción y pintarás tu propio cuadro. Eso es lo interesante: vos podés pintar uno y yo otro. De hecho, con el título hay cientos de justificaciones, y todas las vimos bastante coherentes. Para otros puede ser “qué espantosos estos locos, ¿qué están diciendo? Todo negro, todo horrible”. No es lo que quisimos decir, pero comprendemos que es lo que se puede entender. Lo bueno de esto es que no hay ninguna verdad.
¿Alguna vez les molestó que los cataloguen de oscuros?
PD: No, pero cuando tocamos la gente baila, salta, se caga de la risa, festeja, nos aplaude y quiere ir a vernos de vuelta. Así que o está todo el mundo loco o no somos tan oscuros. Este disco es oscuro pero metalizado y brillante, como de acero, no es triste. Para mí es como “Guitarra negra”, no como “Adagio en mi país” –salvando las distancias, de una genialidad tan grande–, que le corresponde más a Aire rico. Este disco es más una situación de desafío, de discutir. El título lo discutimos, el Negro lo planteó, me parecía re obvio y “pah, y el covid” y esto y lo otro, pero nada que ver.
¿Pensaste que había gente que podía interpretar que el título hablaba del coronavirus?
PD: Uno piensa cosas, pero nunca fuimos oportunistas, ¿por qué lo íbamos a ser ahora? Aparte, no tiene nada que ver, está compuesto antes y no tiene ninguna intención.
JN: El nombre está en la letra de la canción y estábamos en un brete con el título del disco. Yo le había insistido a aquel con este nombre y Pedro dijo: “No, otra vez con una parte de una canción no”. Pero después todos conversamos sobre qué quería decir esa parte de la canción, Pedro me dio una explicación que estaba buenísima, de esa frase con la posterior, que es “vendrás a verte otra vez”, y quedó ahí. Pasaron seis meses, y al final a todos nos terminó cerrando y por ningún lado era pesimista.
PD: Hay montones de cosas que dentro de un año van a tener otro significado, eso quiere decir que las cosas están vivas. Por eso nunca fuimos oportunistas. Siempre me costó un huevo relatar una historia como hacen mágicamente Bruce Springsteen, Neil Young o el Tüssi [Gonzalo Curbelo], que los envidio de verdad, hasta enojarme. He tratado de escribir historias así y no puedo.
¿Basadas en hechos reales o inventados?
PD: O inventados, no me importa que sean chucu; me importa poder relatar una historia cantándola como una persona normal, pero no puedo. Para todos los discos pruebo. Ponele que lo encontré un poquitito en “A mi manera”, pero muy poco.
Capaz que para el décimo disco sale.
JN: No sé si sería bueno, no lo vamos a dejar.
PD: No importa. Me sigue atrayendo David Lynch: la historia es el gesto.