Los superhéroes más traumatizados (por no decir traumados) están de regreso. No hubo que esperar mucho tiempo, ya que el atraso de la primera temporada hizo que en América Latina se vieran casi pegaditas. El que se tomó un tiempo para verla fui yo, pero es que hay muchas series para ver y cada lunes anuncian una nueva plataforma.

Pero volvamos a HBO, que en Estados Unidos ha convertido a su streaming en HBO Max y absorbió a DC Universe, otra plataforma (y van...) que había producido un puñado de buenas adaptaciones de historietas, como Doom Patrol, Titans, Swamp Thing, Harley Quinn.

En su pantalla (y ahora en HBO Go, disponible por suscripción o en cables que tengan el paquete HBO, como NS Now) se estrenó la segunda tanda de episodios de estos personajes creados en los años 60 y revitalizados por Grant Morrison en los años 80.

A diferencia de otros supertipos, los miembros de la patrulla condenada sufren a raíz de sus características sobrehumanas: Cliff tiene la fuerza de un robot, pero su cuerpo es incapaz de sentir; Rita tiene poderes elásticos, pero fuera de control; Larry tiene en su interior un ser de energía, pero debe permanecer momificado porque emite radiación; Jane tiene 64 poderes diferentes, pero cada uno corresponde a una de sus personalidades múltiples. Y después está Cyborg, que vio luz y entró.

Durante la primera temporada la acción giró alrededor del poderoso y completamente chiflado Mr. Nobody, tan metaconsciente que era el narrador de la serie. Mientras seguían las órdenes del complejo Niles El Jefe Caulder y perseguían al villano, debían aprender a aceptarse pese a las dificultades. Finalmente lo lograban y dejaban al espectador pronto para una segunda vuelta.

Toma 2

Que solamente sean nueve episodios, contra los 15 iniciales, le da velocidad a la serie, que se había tomado su tiempo para encontrar el ritmo. Esta vez la gran trama girará alrededor de la poderosa (pero no chiflada) Dorothy, hija del Jefe y capaz de desatar un apocalipsis.

El gran arco de la serie, sobre esta niña tratada con algodones por un padre que teme morirse y dejarla sola, puede volverse un poco repetitivo. Y los arcos de cada uno de los integrantes de la patrulla se parecen entre ellos y a lo ocurrido en la primera temporada: giran en torno a la aceptación, aunque en este caso sea la aceptación de los otros. Cada patrullero (¿se dirá así?) enfrenta familiares, intereses románticos o ilustres desconocidos, que pondrán a prueba todo lo avanzado psicológicamente hasta ahora.

Lo mejor está, entonces, en los personajes ridículos que pasan un rato por la serie y se van, como los astronautas que vuelven a la Tierra después de décadas: el Doctor Tyempo (sí, está bien escrito) y los Sex-Men. La parte autoconclusiva de la Doom Patrol es la que nos provee de los mejores momentos.

Y se agradecen los momentos más ridículos, en especial aquellos que no tienen explicación, como cuando deben hacer un viaje al espacio con efectos especiales que harían enrojecer a una película de los años 50. O como cuando, por un instante, la acción cambia a un clip de blaxploitation protagonizado por Cliff y Cyborg.

Las actuaciones son otro punto a destacar y es muy difícil señalar a un solo intérprete. En lo personal me quedo con Matt Bomer como Larry Trainor y su expresividad a través de ese cuerpo lleno de vendas. Pero Timothy Dalton (el Jefe), Brendan Fraser (Cliff), April Bowlby (Rita), Diane Guerrero (Jane) y hasta Jolvan Wade (Cyborg) salvan el examen. Abigail Shapiro (Dorothy) tiene mucho llanto con el que trabajar y tampoco desentona.

Complemento justo de la temporada anterior, volverá a dejar a los espectadores enganchadísimos para la siguiente, que a esta altura uno no sabe cuándo llegará. Así que racionen los episodios, más o menos uno cada cinco meses.