Llevamos prácticamente un mes de esta cuarentena o aislamiento social voluntario. Previsiblemente, aquellos que tenemos hijos de corta edad hemos saqueado casi todo el contenido infantil de los servicios de streaming, de los que Netflix continúa siendo el más popular. Suponiendo que se ha transitado ya por las opciones más visibles ‒Disney, Pixar, el aditivo tan maravilloso como reciente de las películas japonesas del estudio Ghibli‒, este repaso acude al rescate de las madres y padres que creen que ya no tienen más para encontrar en este fondo de la olla. Tres opciones que, con suerte, han pasado desapercibidas dentro del cine infantil incluido en Netflix.

Wallace y Gromit: La batalla de los vegetales | Muy conocidos dentro de los círculos aficionados pero todavía ajenos al público general, Wallace, un inventor loco, y Gromit, su perro que es simplemente un genio, son la joya de la corona para el estudio de animación británico Aardman. Protagonistas de una serie de cortometrajes (los cuatro se encuentran en Youtube) desde 1989 y una serie de televisión de diez episodios, Wallace y Gromit dieron el salto al largometraje con esta película.

Establecidos en Tottington, su pueblo, como los mayores exterminadores de pestes ‒léase, conejos‒ Wallace y Gromit se preparan para el gran concurso anual, la batalla de los vegetales del título. Por supuesto que no tardan las cosas en complicarse, al sumarse a la ecuación un sistema demencial de lavado de mente de conejos ‒cortesía de Wallace, obviamente‒ que se desbarajusta en el momento menos oportuno y provoca la aparición de un Conejo Lobo ‒sí, a lo hombre lobo, con luna llena incluida‒ que será el terror de todo cosechador de calabazas que se precie de tal.

Delirante en su humor y dueña de un sentido de la acción y el ritmo que ya quisieran para sí películas de acción mucho más populares, este largometraje de Wallace y Gromit no da respiro ni al vértigo, ni a las carcajadas, siendo especialmente efectivo para chicos y grandes (quienes incluso pueden ir un paso más allá y cuando se duerman los pequeños verla en versión original, con las voces de Ralph Fiennes y Helena Bonham Carter, nada menos).

No es lo único de Aardman que encuentran en Netflix. Bien pueden hacer un completo repaso de este estudio siguiendo luego con la Oveja Shaun ‒imperdible, tiene serie y película‒ o la muy recomendable Lo que el agua se llevó, que pasó por completo desapercibida en su momento.

Pachamama

Pachamama

Pachamama | No son tantas las películas latinoamericanas animadas ‒ya puestos y a la pasada, recordarles que la estupenda Anina está en Vera TV‒ y mucho menos aquellas que recogen tradiciones incas. Pachamama cuenta con dirección argentina (Juan Antín) y producción francesa, pero su alma es por completo local.

Se nos cuenta aquí la historia de Tepulpai y Naira, dos niños que se ven obligados a vivir una aventura en la América precolombina, cuando en un cobro de impuestos, la codicia de los prepotentes incas se lleve del pueblo su Huaca, un tótem ritual que simboliza todo el bienestar del lugar. Por supuesto que el robo no quedará impune cuando nuestros dos protagonistas se lancen en su búsqueda.

Dueña de una animación muy particular ‒hermosísima‒ y profunda en cuanto cosmogonía y desarrollo de este universo indígena, Pachamama es también una gran aventura en escenarios diferentes, poco transitados por el mundo de la animación actual.

Sahara | Y si hablamos de escenas diferentes, aquí nos vamos al desierto del Sahara. La película de Pierre Coré ‒otra francesa‒ nos traslada a una aventura protagonizada nada menos que por serpientes (siempre condenadas a roles de villano en la animación), pero que es antes que nada una historia de amor, peligros y amistad con trepidante ritmo.

Sahara

Sahara

Ajar es una serpiente que no se siente parte de su especie. Y para colmo, va y se enamora de Eva, otra serpiente pero de una especie distinta. No llega a saber si su amor es retribuido o no, que a Eva la secuestra un mercader itinerante que organiza, lógicamente, espectáculos con serpientes. Pero para allá va Ajar ‒junto a Pitt, un escorpión‒ a tratar de rescatarla. Aquí la aventura es tradicional, pero efectiva, y el plus de ser protagonizada por animales que normalmente no obtienen ningún foco de atención la hace diferente. Cuenta además con un par de números musicales muy interesantes, si uno ya quiere ir entrenando a sus hijos en otros géneros cinematográficos (bien se puede saltar de acá a Cantando bajo la lluvia, por qué no).