Hagamos un gran esfuerzo de imaginación y supongamos que la humanidad llega entera a 2033. Que de alguna forma nos acostumbramos a la “nueva normalidad” (que acumula capitales en pocas manos como la vieja) y que la tecnología continúa facilitando la vida de aquellos que accedan a ella. Upload es otra de esas series situadas “20 minutos en el futuro”, que más allá de su premisa se atreve a imaginar los próximos desarrollos en cibernética, comunicación y, obviamente, en el asunto sobre el que gira la trama: la posibilidad de que los seres humanos accedan a la vida eterna, subiendo sus conciencias a paraísos digitales.

El procedimiento es muy sencillo, y tan gráfico que deberían verlo ustedes mismos. Eso sí, debe realizarse cuando el paciente todavía está vivo, así que Nathan (Robbie Amell) deberá utilizar su último aliento para revisar el contrato de subida, que incluye ese chorizo de bases y condiciones que jamás leyó una persona en la historia de este planeta. Una vez cerrado el acuerdo, el “alma” del protagonista podrá deambular por la recreación perfecta de un hermoso hotel ubicado frente al lago, con un montón de amenities al alcance de la mano.

Añada un método de pago

Por supuesto que todo esto viene con trampa, o no se trataría de una comedia. Los avances informáticos permiten crear escenarios virtuales idílicos, pero sólo estarán disponibles para aquellos que puedan costearlos. La familia política de Nathan tiene mucho dinero, así que su novia se asegura de que él entre en Lakeview, uno de los masallases más exclusivo, que requiere un importante pago mensual por la ocupación de su habitación virtual, y cuyos servicios suelen cobrarse como extra.

El creador Greg Daniels, quien estuvo detrás de la adaptación estadounidense de The Office y de la también recomendable Parks and Recreation, critica no solamente el formato freemium de aplicaciones gratuitas que te piden dinero para eliminar los banners, sino al sistema capitalista en general. Ironías del destino, lo hace desde Prime Video, la plataforma de streaming de Amazon, una de las compañías más grandes del mundo. Esto no le impide arrojar varias flechas que pasan bastante cerca de la calva de Jeff Bezos, fundador de la empresa y el hombre más rico del mundo. Lo hace con clase y con bastante ingenio, sin buscar que el espectador construya un cóctel molotov con elementos que tenga en su casa, sino que piense dos veces antes de tomar algunas decisiones en la vida.

El humor de la serie está construido a partir de la extrapolación de nuestro presente appcéntrico, proyectado a un futuro que promete serlo aún más. Las estrellitas de Uber cruzan hasta las aplicaciones amatorias al estilo Tinder, así que los usuarios ponen empeño en la cama si no quieren recibir pocas estrellitas. Dentro del paraíso, mientras tanto, encontraremos molestos vendedores de productos que reemplazan a nuestras publicidades emergentes o pop-ups. Y si hay mucha gente cerca del lago, los patos pueden experimentar glitches.

Así que Upload tiene ese costado paródico del mundo de los negocios en internet, pero en el fondo no deja de ser una comedia romántica. Están avisados.

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Los clientes de Lakeview cuentan con soporte técnico personalizado, en forma de operadores de call center mal pagos bautizados “ángeles”. Y desde el primer momento en que el ángel Nora (Andy Allo) pone sus ojos en el más reciente de sus protegidos, ya sabemos que las chispas van a volar.

Ya sabemos que ese amor deberá enfrentar el fin de la relación entre Nathan y su última pareja en el mundo de los vivos, Ingrid (Allegra Edwards). Que además, recordemos, es la que le paga la estadía. Para peor, a lo largo de los diez episodios se desarrolla el misterio de lo que realmente ocurrió con el accidente de tránsito del comienzo, ya que la joven promesa viajaba en un vehículo de esos que se manejan solos. De esos que, al menos en el mundo de Upload, no tienen accidentes.

Más allá de los clichés, la historia funciona por la buena química entre los protagonistas. El personaje de Amell se va afianzando conforme descubre su propia humanidad, mientras que Andy Allo (que integró la banda de Prince y tiene varios álbumes como solista) conquista elenco y espectadores desde el primer minuto. Como ocurre en estos casos, es necesario un buen elenco de secundarios y aquí cabe destacar a la comediante Zainab Johnson en el rol de compañera de escritorio de Nora y con quien comparte los mejores cortes de pelo de la serie. El pelirrojo Owen Daniels, por otra parte, interpreta a todas las inteligencias artificiales que pululan por el hotel soñado.

Algunos de los malos demostrarán no serlo tanto, otros revelarán facetas oscuras, y, en medio de todo eso, habrá un niño mal hablado que no puede crecer, que nos recordará (un poquito, nada más) al Baby Herman de ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (Robert Zemeckis, 1988).

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Mi experiencia como usuario de esta aplicación-comedia fue positiva. La acción no se trancó en ningún momento y, más allá de la suscripción a Prime Video, no tuve que hacer otros desembolsos de dinero. Pienso recomendarla a mis conocidos, especialmente a los amantes de las comedias románticas y del humor geek.

En cuanto a lo negativo, la serie tiene la posibilidad de hablar de temas relacionados con la identidad y el alma, aunque sea desde un lugar light, pero opta por no entrar en esas discusiones. Para eso está The Good Place. Y la trama no está pensada para cerrar después de diez episodios, así que crucemos los teclados para que sea renovada, porque el final de temporada deja muchísimos cabos sueltos.

No, no le voy a poner estrellitas. No después de todo lo que dije.