400.000 suscriptores en apenas tres meses: Historias innecesarias es una de las sorpresas de Youtube en español. Es, además, un canal de documentales tremendamente adictivo y entretenido.

Antes de seguir, despejemos algunos prejuicios: los youtubers solían ser todos gritones ruidosos –normalmente chilenos o mexicanos– que jugaban videojuegos mientras decían chistes pavos que disfrutaba ampliamente mi hijo de 12 años. Entre ellos y los que hacían recetas de cocina, no me consideraba seguidor de ninguno. Pero con el tiempo fueron apareciendo excepciones.

No me perdía ni un solo Tiranos Temblad, de Agustín Ferrando, y mi cinefilia me fue llevando a seguir apasionadamente Te lo resumo así nomás, de Jorge Luis Pinarell, y el anglosajón Honest Trailers.

No hace mucho un amigo argentino me pasó un link con una de las Historias innecesarias de Damián Kuc. “Tenés que ver esto”. Lo vi. Y quedé enganchado por completo.

Mal estudiante, gran comunicador

Damián Kuc tiene 23 años y, aunque no haya nada en su entonación que lo delate, es oriundo del Chaco, en el norte de Argentina, donde reside. Lógicamente, siendo tan joven no tiene un extenso CV, más allá de haber trabajado algún tiempo en el cotillón familiar, alguna experiencia como cajero, algo de atención al público y dos inicios de carreras universitarias fallidos: comunicación social primero y criminalística después. Sin embargo, esos intereses no concretados en estudios formales se dan cita en su trabajo online.

Cuando dejó de estudiar, Kuc hizo algunos espectáculos de stand-up y comenzó su actividad en las redes sociales. Primero sólo por Instagram, donde subía videos de su perra, Minerva. Para su sorpresa, esos clips de la perra destruyendo cosas y él haciendo catarsis online tuvieron mucho éxito. Pero no hay comparación entre aquel canal de aquel entonces y el de ahora, tanto en éxito como en contenido. Porque en algún momento surgió Historias innecesarias.

La idea nació mirando Ingame, el juego de preguntas y respuestas que conduce Santiago Maratea por Instagram, con una pregunta que giraba en torno a Tita y Rhodesia, dos populares marcas de galletitas argentinas. A Kuc le pareció interesante contar la historia de estas galletitas, y así, en un escaso minuto y medio, sólo para su canal de Instagram, vestido con un pijama y sobre un fondo falso con chimenea encendida, Kuc daba comienzo a Historias innecesarias en noviembre de 2018.

Ya desde ese primer video las características del programa quedarían plenamente definidas: una narración ágil pero monocorde (que recuerda tanto a Ferrando como a Pinarello), que va contando sucintamente los hechos, mientras una dinámica edición de imágenes y videos complementa la historia. Y algo más: la capacidad de Kuc de volver cualquier tema inevitablemente interesante.

Así comenzó a publicar videos de manera regular, cada domingo con una nueva historia innecesaria, y luego sumaría miércoles y jueves también. El formato sufrió modificaciones. Por ejemplo, los videos se hicieron más extensos, y hoy maneja dos variantes: los “express”, que varían entre los cinco y ocho minutos, y los tradicionales, que pueden ir desde los 17 a los 25 minutos, con excepciones de más de 40 en algún que otro caso.

Si bien su base de seguidores ha crecido de manera constante –para marzo de este año había alcanzado los 50.000, que no es poca cosa–, dos circunstancias lo transformaron en el fenómeno de internet que es hoy: un video en particular y una pandemia universal.

El video fue la historia innecesaria dedicada al asalto al Banco Río, también conocido como “el robo del siglo”, publicado oportunamente una semana antes del estreno de la estupenda película llamada, sin más, El robo del siglo. Ese es, incluso hoy, su video más visto.

Esa fue, para miles de personas, la puerta de entrada a la producción de Kuc, apenas dos meses antes de que comenzara una realidad de confinamiento y encierro que propició mirar y volver a mirar todo contenido de entretenimiento posible. E Historias innecesarias, cabe repetirlo, es muy entretenido.

A la fecha de hoy, Kuc cuenta con 440.000 seguidores en Youtube (adonde migraría por consejo de Paulina Cocina, otra exitosa youtuber) y 178.000 en Instagram, donde replica en formato más breve ‒que él mismo confiesa no le convence del todo‒ los videos de Youtube.

Los tres mundos de Damián Kuc

A pesar que el emprendimiento todavía no llegó a los dos años, Historias innecesarias acumula ya muchísimo contenido: más de 300 videos de toda índole. Y en todo este recorrido se pueden diferenciar tres estilos o temáticas de interés.

La primera sería de corte general, con un contenido universal. Puede ser la historia de Hiro Onoda, el soldado japonés que no aceptaba el fin de la Segunda Guerra Mundial y permaneció largo tiempo escondido en una isla de las Filipinas; los muchos esfuerzos del mago o ilusionista australiano James Randi por desbancar a estafadores que se hacen pasar por psíquicos (como Uri Geller); el origen del movimiento antivacunas, o la historia y denuncia de los abusos a menores cometidos por la iglesia católica. En muchos de estos videos incluye lógicamente la pata argentina, lo que sirve de enganche con otra de sus temáticas favoritas, las historias locales, con una alta preponderancia de las de índole criminal (que son las mejores).

Así, el frustrado estudiante de criminalística recrea con detalles, análisis de primera y pormenores sofisticados los grandes casos de la crónica roja argentina: los asesinatos cometidos por los hermanos Schoklender, la “maldición” (o mera negligencia estatal) que provocó el desastre de Italpark, la masacre de Ramallo, la extraordinaria historia del Malevo Ferreyra, El Ángel Carlos Robledo Puch o el ya mencionado robo al Banco Río.

Pero hay una tercera línea, más sutil, que se va conformando a partir de estos videos locales y es una suerte de universo compartido (como el mismo reconoce, un poco en broma) de todos los casos e historias que se vinculan a la década de 1990 y a la presidencia de Carlos Saúl Menem: el crimen de Poli Armentano; el accidente (o no) de Menem Jr., los crímenes de Gustavo Menocchio, y otros.

Un detalle nada menor: no es necesario tener conocimientos previos de ninguno de estos casos, y allí radica el talento de Kuc. Como un ejemplar docente, en cada video pone en antecedentes, explica el contexto y ataca el motivo con total diligencia y hasta –cuando lo amerita, por la flagrante corrupción que queda en evidencia o la impunidad de los involucrados– la correspondiente bajada de línea.

Apelando al tradicional formato documental pero con una edición vertiginosa, mucho humor y una mirada afiladísima, Damián Kuc propone rescates muy necesarios al alcance de cualquiera que quiera engancharse sin remedio.

.