“Pareja aburrida que investiga un crimen” no es en sí mismo un subgénero, pero bien podría serlo. Cuando menos, esa es la sensación de familiaridad que uno puede llegar a encontrar al mirar The Lovebirds, nueva comedia que llegó a Netflix.
Leilani y Jibran (Issa Rae y Kumail Nanjiani) están al borde de la separación luego de cuatro años de noviazgo. Unas breves escenas nos muestran el comienzo de la pareja, cómo para conocer quizá su mejor versión juntos, pero su actualidad es la de dos personas que no pueden prepararse para salir a una fiesta sin discutir prácticamente por todo. Desde la ropa que van a usar hasta sus respectivos trabajos, pasando ya por cuestiones mucho más estrambóticas, como dilucidar si serían o no posibles ganadores en el reality The Amazing Race.
Leilani y Jibran están al límite y ellos lo saben. Tanto, que explicitan que la pareja se ha terminado. Pero lo hacen en el momento exacto en que –camino a la mentada fiesta– atropellan a un ciclista.
No pasa a mayores; el ciclista se levanta, no fue grave. Pero es el inicio del gran disparate que pondrá de cabeza sus vidas a partir de ese momento. La víctima del accidente huye inesperadamente, aparece un policía (estupendo Paul Sparks, con dos escenas ya se destaca) y luego, un homicidio. Así, nuestra pareja en estado terminal no tiene más remedio –o al menos ellos lo entienden, algo caprichosamente, así– que asumir una inesperada condición de investigadores y revelar un misterio que involucra chantajes a senadores, fiestas de la alta sociedad de Nueva Orleans y orgías que recuerdan directamente al Stanley Kubrick de Ojos bien cerrados.
Lógicamente, estamos ante una comedia romántica, así que mientras tanto irán reconstruyendo el amor que los uniera en un principio y al que la rutina y el día a día han ido desgastando.
Pasión recobrada
No caben grandes sorpresas, entonces, en un argumento que recuerda directamente a películas recientes: Date Night (2010), con Steve Carell y Tina Fey, es prácticamente idéntica, y hasta se parece mucho, en argumento si no en efectividad, a Murder Mystery (2019), con Adam Sandler y Jennifer Aniston, que se encuentra también en Netflix. Tanto la dirección de Michael Showalter como el guion de Aaron Abrams y Brendan Gall van a lo seguro y no abrazan nunca del todo el perfecto disparate que la situación podría llegar a ser.
Queda entonces en la efectividad de su pareja protagónica el disfrute y, por fortuna, ambos están a la altura. Se trata de dos comediantes en ascenso: Rae viene construyendo una carrera sobre todo en televisión, como productora y actriz, y Nanjiani es algo más conocido, ya sea por encarnar a uno de los protagonistas de la excelente Silicon Valley o por sus recientes comedias de buena repercusión, como The Big Sick y Stuber. Ambos construyen una pareja con mucha química, momentos y ritmo en su ida y vuelta. Los actores se sienten cómodos en su vínculo y hay muy buenos chistes –los mejores– en sus interacciones (probablemente el aparezca poscréditos).
Acaso hay una serie de gags que se sienten obligados por circunstancias de nuestro presente –sobre racismo o machismo– que no es que estén mal incluidos, sino que son poco graciosos y que desgastan en algún momento, pero Rae y Nanjiani meten suficientes ganas como para llevar la historia hasta el final.
Una película inofensiva y pasarratista, sí. Pero a veces hacen falta de esas también.