Todo comienza de golpe, sin la menor preparación previa. Nuestra protagonista ‒poco después sabremos que se llama Kipo‒ es arrastrada por un torrente de agua subterráneo que la termina dejando en la superficie de un lugar desconocido, para ella y para los espectadores. Nos encontramos en un lejano futuro donde ‒luego de quién sabe qué evento o apocalipsis o cambio climático‒ la Tierra ya no es lo que era y está poblada esencialmente por enormes animales mutantes, muchos de ellos racionales y parlantes.

El hecho es que Kipo nació y vivió los 13 años que tiene de vida en un búnker subterráneo ‒donde, a pesar de ciertos cambios, la vida siguió más o menos “normal”‒, por lo que ahora, perdida y suelta en este nuevo mundo, tiene bastantes problemas para sobrevivir y encontrar el camino de regreso a su casa.

A favor tiene dos cosas muy importantes: un carácter a toda prueba, que incluye un buen humor inalterable (aunque la pondrá en una buena cuota de problemas) y una gran suerte, que hará que casi desde el momento mismo de emerger en la superficie comience a conocer a un variado grupo de amigos que la acompañará en esta aventura.

Algo de Oz

Kipo conoce primero a Lobezna, una niña que ha vivido toda su vida en la superficie y es una feroz guerrera; luego a Benson, un adolescente extremadamente inteligente y resolutivo; a Dave, una suerte de cucaracha mutante que pasa regularmente por todos los estadios de su propia evolución: y a Mandu, un cerdito con seis ojos que le será completamente fiel.

Pronto, este grupo de amigos acompañará a Kipo, pero además irá descubriendo cosas muy importantes sobre el cambio que sufrió el mundo muchos años atrás. Porque Kipo... bueno, no, alcanza con adelantar hasta acá.

Con claras referencias al Mago de Oz ‒su estructura inicial es prácticamente la misma‒ pero un ritmo que es deudor de otros “animés norteamericanos”, como las dos series Avatar, así como una estética que recuerda no pocas veces al Studio Ghibli, esta creación de Dreamworks Animation (estadounidense, pero realizada en el estudio coreano Mir) se estrenó en Netflix en enero de este año, pero ya para junio tenía en el servicio las dos temporadas que componen la serie hasta el momento.

Kipo propone un relato completamente funcional para grandes y chicos (incluso, para los muy chicos, a los que deslumbra con su colorido y personajes). Es una aventura de descubrimiento personal y crecimiento, que no desaprovecha maravillosos momentos de humor o aventura (de hecho, a pesar de grandes instancias dramáticas, no hay capítulo sin una gran escena de acción o un chiste especialmente efectivo).

A lo largo de sus 20 episodios el relato conforma el statu quo de un universo, solo para desacomodarlo furibundamente luego, lo que aporta una gran cuota de épica que los adultos pueden disfrutar.

No sólo Kipo es afectada por lo que ocurre; tanto Lobezna, Benson, Dave e incluso Mandu son piezas fundamentales de la trama, cada uno de ellos con su propio arco de personaje, su evolución cuidada, su razón de ser.

Recomendable

Radford Sechrist es el creador de la serie y del personaje. A pesar de su juventud, se trata ya de un veterano en el mundo de la animación, ya que en poco más de diez años de experiencia ha participado en películas como Megamente, la saga de Kung Fu Panda y Cómo entrenar a tu dragón, y en las series Peabody & Sherman y Los pingüinos de Madagascar.

Kipo, sin embargo, es su primera serie como showrunner y creador, y además escribe y dirige algunos episodios.

Con una tercera temporada todavía a confirmar, Kipo y la era de los meganimales es uno de los mejores secretos escondidos de Netflix, un verdadero viaje para no perderse en familia y recomendar cada vez que se pueda.