Durante todo este mes, la retrospectiva del joven director alemán Faith Akin presentará una película cada jueves a las 19.00, gratis, en el Centro Cultural Terminal Goes (CCTG). Soul Kitchen fue la semana pasada, el jueves 10 será el turno de Contra la pared y le seguirán el 17 La otra orilla, y el 24, Crossing the Bridge.

Gabriel Zidan, director de la Sala Verdi y del CCTG, cree que “la premisa fundamental que atraviesa este proyecto es la idea de continuidad. Desde que nos planteamos en marzo de 2018 que los jueves fueran días de cine en el Centro Cultural, el objetivo es generar el hábito de que se pueda venir a verlo. Otro objetivo es ampliar el paladar: tratamos de traer propuestas de diferentes tipos de cine. Romper con la hegemonía de la distribución para conocer títulos a los que es, a veces, difícil de llegar”

Entre otros, el CCTG realizó ciclos de cine nacional gracias a un acuerdo con el Instituto del Cine y el Audiovisual Uruguayo. Y no faltaron las sorpresas, dice Zidán: “Cuando hicimos el ciclo de Cine de oro mexicano, con todas películas viejas y en blanco y negro, fue cuando más llenamos la sala. La primera ola de gente que se arrima es del barrio, pero también vienen personas de otras partes de Montevideo, incluso usuarios de refugios y hogares del Estado con quienes hemos compartido actividades, por lo que también proyectar cine se vuelve una oportunidad de intercambio con la gente del barrio y la ciudad”.

“Actualmente estamos en contacto con las embajadas de Argentina, México, Suiza y Alemania”, comenta Zidán, y amplía: “Este ciclo que teníamos pendiente desde marzo, cuando estalló la pandemia, es una recomendación de la embajada de Alemania, y las películas las tiene el Goethe Institute. Faith Akin es un director alemán de origen turco, contemporáneo, muy interesante. Su obra es un poco una continuación de otro ciclo que armamos para los 30 años de la caída del Muro, que también fue muy concurrido”.

Como programador de la Sala Verdi, Zidán tiene con qué comparar la experiencia: “La premisa es programar lo que ningún productor comercial se animaría a programar. Un poco trato de programar con lo que tengo, pero siempre tratando de experimentar para llevar a las personas que vienen otros tipos de contenido. A veces funciona peor y a veces se nos llena la sala. Lo más importante es que no deje de existir el hábito de ver cine y poder romper el encierro interior encontrándonos en este espacio, que creo que es lo más valioso”.