Son seis episodios de media hora que pueden verse de un tirón. Y alcanza con ver a Nicolas Cage en su versión desatada (y también en su versión más medida) para engancharse con esta serie documental de Netflix.
La historia de las palabrotas hace honor a su título, y elige seis insultos del idioma inglés y les dedica un episodio a cada uno. Habrá tiempo para una búsqueda del origen de la palabra, la reflexión de varios comediantes y la opinión de expertos acerca de ese vocablo y de las palabrotas en general.
Además de eso, la serie tiene un (modesto) arco acerca del uso de las malas palabras, su utilidad para el organismo y cuál ha sido su relación con la censura. ¿Sabían que hay una calificación de las películas que permite un solo uso de la palabra fuck, siempre y cuando no sea en un contexto sexual? Bueno, yo ya lo sabía, pero me gustó que la serie lo contara.
Habrá mitos derribados, curiosidades históricas, récords mundiales y divertidas animaciones para entender un poco más acerca de fuck, shit, bitch, dick, pussy y damn. Veremos cuántas de ellas llegan sin censura a la versión final de esta reseña.
Cage parece divertirse mucho haciendo de maestro de ceremonias de cada uno de los cuentitos salpicados con mucho humor. Porque los comediantes no solamente hablan de su relación con las palabrotas, sino que intentan (con mayor o menor éxito) sumar algún chiste a cada una de sus participaciones.
Lo más interesante está de la mano de historiadores, sociólogos y otros académicos, aunque el tiempo no sea suficiente para una investigación en profundidad ni se acerquen al problemático uso de la n-word. Claro que logra despertar la curiosidad para que el espectador continúe su investigación por otros medios.
Si se toma esa liviandad como un punto flaco, hay que sumarle otro, al menos para algunos públicos. Las palabras elegidas pertenecen al idioma inglés, por lo que se recomienda verla con subtítulos en ese idioma. Aquellos menos duchos que necesiten subtítulos en español se enfrentarán a las acrobacias de un montón de traductores por no sonar como una película de Cine Espectacular. Están avisados, maldita sea.