El mexicano Diego Luna dirige y produce, junto a La Corriente del Golfo (la productora que fundó con Gael García Bernal), esta serie dramática.

Recordamos a Luna por haber interpretado a Tenoch en la icónica Y tu mamá también (Alfonso Cuarón, 2001), en un rol que lo consagró como actor revelación en varios festivales. Luna se transformó en un referente del nuevo cine mexicano, no sólo por sus actuaciones, sino por ser un brillante creador de contenidos y guiones (recomiendo la serie de Amazon Prime Pan y circo).

La historia de Todo va a estar bien transcurre en Ciudad de México a comienzos de la pandemia. La pareja de Julia (Lucia Uribe) y Ruy (Flavio Medina) se separa e intenta hacer todo con madurez, aunque, irónicamente, no han logrado separarse físicamente, ya que ambos deciden seguir viviendo juntos por el bien de su hija Andrea (Isabella Vázquez). Julia es una diseñadora feminista que habla en lenguaje inclusivo y él un crítico de música, en la crisis de los 40, que no logra identificar claramente alguno de los nuevos paradigmas de las relaciones (por ejemplo, cuándo es acoso).

Al mejor estilo Kramer vs. Kramer, Julia y Ruy siguen conviviendo para que su hija no quede en medio de las luchas de los divorcios y las tristes burocracias de la tenencia de menores. Julia es más madura que Ruy a pesar de que es menor; es trabajadora y exitosa en lo que hace, mientras que él es más infantil, irascible y desmedido.

La pareja se termina pero la convivencia continúa. Siguen sin tolerarse el uno al otro y la vida familiar parece combinar muy mal con sus vidas laborales y procesos personales. Luna plasma la atmósfera de saturación, desconexión e indiferencia de manera muy vívida. Es interesante su enfoque de la maternidad y paternidad: los adultos se emborrachan, fuman, son mal hablados y se los muestra explícitamente en situaciones sexuales. Navegan por las turbulencias de esa convivencia residual mientras su hija parece estar cada vez más sola. Luna narra las situaciones más cotidianas de manera que no por comunes dejan de ser dramáticas.

Con una historia muy bien construida y actuaciones sólidas, nos muestra una profunda mirada de las relaciones humanas así como también sobre la idea de la familia tradicional, la crianza compartida, el goce sexual después de los hijos, el machismo estructural y el camino de la deconstrucción, el acoso, el movimiento feminista y el cuestionado amor romántico. Además, es una sensible historia sobre el amor y el desamor, habla de los roles de género en las relaciones y la familia y la idealización de la pareja perfecta.

La serie instala la idea de que el amor es algo separado al matrimonio y que las relaciones modernas poco tienen que ver con otras tradiciones sociales obsoletas. Al final del primer capítulo una animación califica al matrimonio como una institución “arcaica y caduca” que mató el amor y ese es en definitiva gran parte del espíritu de esta muy buena serie. Todo va a estar bien muestra, desde el humor y el drama en un armonioso equilibrio, cómo el amor se puede convertir en un martirio cuando no se sabe cómo terminar a tiempo y cómo dos personas que se amaron pueden despellejarse.

Nota de color: la hermosa banda sonora incluye varias canciones de Jorge Drexler.

Todo va a estar bien, de Diego Luna. Ocho capítulos. En Netflix.