Protagonizada por Alex (Margaret Qualley) y su madre Paula (Andie MacDowell), Las cosas por limpiar (The Maid) es una serie brillante. Está basada en el libro Maid: Hard Work, Low Pay, and a Mother’s Will to Survive, de Stephanie Land, fue creada por Molly Smith Metzler (guionista de Orange is the New Black) y es dirigida por John Wells. Relata la historia de una mujer desesperada que escapa de una relación abusiva y ofrece una mirada cruda y motivadora de la resiliencia de una madre.

Alex es aspirante a escritora, sin trabajo y tiene a su hija Maddy (Rylea Nevaeh Whittet) a cargo cuando huye de la violencia de su casa; se enfrentará a un revés tras otro mientras su plata se agota y su red de apoyo disminuye. Tiene una relación inestable con su madre y está distanciada de su padre, lo que significa que no tiene ningún lugar al que acudir cuando deja a su alcohólico novio Sean (Nick Robinson).

Se relatan vívidamente los obstáculos que Alex debe superar: explicar porque decidió irse, tratar de que le crean, lidiar con la burocracia estatal que no apoya a las mujeres víctimas de abuso.

La historia expone la vulnerabilidad de una madre que sólo encuentra barreras. Queda claro desde la desesperanzadora escena del primer capítulo, en la que Alex llega a un refugio de servicios sociales y sólo encuentra una mecanicidad abrumadora (sólo salvada por la asistente social que intenta ayudarla) y descubre que ella siempre es quien está bajo la lupa, al ser cuestionada sobre si es adicta y por las razones de su partida si su novio “no le pegaba” (según antigua idea de que la violencia son golpes) . Resulta una tarea titánica lograr que a una mujer le crean cuando lo que vive es violencia psicológica (“la violencia es como el moho: va creciendo”, le dice Danielle, su amiga).

Alex intenta salir adelante como sea y encuentra un mal pago trabajo de limpiadora a la vez que va forjando un vínculo con una de sus ricas empleadoras, Regina (Anika Noni Rose).

Esta no sólo es una historia de fortaleza humana (sin romantizar la maternidad) y de sororidad, sino también acerca de lo importante de las redes de ayuda entre mujeres. Y es también una denuncia sobre el propio sistema, que intenta ofrecer planes muchas veces inútiles a personas vulnerables. También muestra cómo, en algunos casos, las mujeres víctimas de abuso pueden entrar en un espiral sin salida, ya que necesitan quién cuide de sus hijos mientras trabajan pero no pueden acceder a las ayudas estatales hasta que no tengan un trabajo.

Qualley carga con todo el peso de la serie con una actuación sublime, y la cámara busca constantemente su mirada de reprimida desesperación y tensa calma. Como resultado, se plasma una atmósfera de soledad y se captura gran parte de la vergüenza de ser pobre: los más vulnerables deben hacer malabares para recibir ayuda y los más ricos tienen todos los privilegios.

Es interesante cómo se plantea que las relaciones de Alex con su madre y con Sean son excepcionalmente complicadas y dolorosamente familiares. La repetición de ciertos moldes como elemento paralizante resalta el tenso vínculo madre-hija.

Las cosas que quedan por limpiar es una puñalada de realidad que nos expone las consecuencias devastadoras del abuso emocional y una muestra de lo difícil que es levantarse por una misma en un mundo plagado de trampas burocráticas. Pero es también una bocanada motivadora acerca de lo que una madre es capaz de hacer por un hijo.

Las cosas por limpiar, dirigida por John Wells. Diez episodios de entre 47 minutos y una hora. En Netflix.