Amanda (María Valverde) es una madre cosmopolita que se va de vacaciones con su hija Nina (Guillermina Sorribes Liotta) y se instala en un pueblito mientras espera a que llegue su esposo Marco (Guillermo Pfening). En este viaje idílico, con la idea de que su hija conozca el campo argentino, su vida se cruza con la de Carola (una brillante Dolores Fonzi), otra madre lugareña con un glamour incongruente con esa ruralidad. Amanda se siente atraída por Carola de inmediato y generarán una atrapante tensión sexual.

Las vidas de estas dos madres se entrelazan con una narración dentro de otra; Carola cuenta cómo ella y su esposo, el criador de caballos Omar (Germán Palacios) lo perdieron todo y cómo luego de que su hijo David enfermara, lo siente como algo ajeno a ella y casi como un “monstruo”. Carola afirma que ese ni siquiera es su hijo, ya que su alma ha migrado a otro lugar, dejando el cuerpo atrás. Gran parte del sentido de la historia reside en la relación que David va generando con Amanda, que es contada con diálogos en off a lo largo de toda la película.

Amanda se pasa calculando la distancia para tratar de evitar el peligro: “Es el hilo que me une a mi hija. Paso la mitad de mi tiempo calculando esa distancia, pero siempre corro más riesgos de los que debería. ¿Por qué las madres siempre imaginan lo peor que podría pasar?”. Esa frase marca el espíritu de la película: la “distancia de rescate” es la que una madre puede mantener respecto de sus hijos sin estar demasiado lejos para mantenerlos a salvo.

“¿Quién llama monstruo a su hijo?”, dice Amanda horrorizada, quien poco a poco comprende la convicción de Carola de que David está lleno de malevolencia. Parecería que las dos madres estuvieran conspirando en una especie de viaje mental, siendo la maternidad una historia de terror mucho más potente que la que podríamos haber esperado. A lo largo de la película ese hilo invisible se tensa y distiende y es el que nos da una visión novedosa de la maternidad: nos muestra lo oscuro y lo abrumador que puede ser vivir calculando riesgos para mantener a salvo a nuestros hijos.

Los “gusanos en la cabeza” a los que se hace alusión a lo largo de la historia son en definitiva los fantasmas y los estados de alerta de las madres lidiando con sus propios terrores. También muestra la despersonalización de ellas, mostrando la potencia arrasadora de la maternidad, en la que parecen no importar demasiado las necesidades de las mujeres.

Con un final sorprendente que nos muestra las pistas que toda la película nos dio de lo que podía pasar, y con un ritmo majestuoso y entrecortado a la vez, esta fábula surrealista nos adentra de una forma magnífica en el mundo de los miedos humanos, en la agonía de las madres y en cómo enfrentarse a los hilos que las unen a sus hijos.

Novela famosa

Este thriller de suspenso, coproducido por Perú, Estados Unidos, Chile y España, es una adaptación de la novela homónima de 2014 de la argentina Samanta Schweblin, una de las voces más destacadas de la narrativa argentina reciente.

La película está dirigida y producida por la exitosa cineasta peruana Claudia Llosa, quien contó con la ayuda de Schweblin como coguionista. Entre ambas consiguieron trasladar a la pantalla la potente atmósfera de la novela, subrayando la reflexión sobre la maternidad que narra la historia.

Aquí, Llosa retoma la maternidad como tema central. Ya la había abordado con la ganadora del Oso de Oro 2009 La leche del dolor, un drama en torno a los temores que una madre le transmite a su hija después de sufrir torturas durante la guerra civil peruana.

Distancia de rescate, de Claudia Llosa sobre novela de Samanta Schweblin. 93 minutos. En Netflix.