Guy es un cajero de banco que todos los días, absolutamente todos los días, repite una rutina: se levanta a la misma hora, sale de su casa vestido de la misma manera, pide lo mismo en la cafetería de la esquina, conversa con el guardia de seguridad del banco que además es su amigo y, al rato, acepta con la mejor cara el asalto a mano armada que invariablemente se produce en su lugar de trabajo (habitualmente a cargo de coloridos asaltantes que se llaman algo así como Demon87 o Cherrybomb). De camino, además, tiene que esquivar explosiones, tiroteos, misiles, helicópteros que se estrellan y autos voladores. Este es un día normal en la vida de nuestro protagonista. Porque Guy, en realidad, es un personaje de videojuego, uno de esos que se conocen como PNJ (Personaje No Jugador) y está ahí para dar contexto o carnadura al universo que los jugadores reales online utilizan para vivir sus aventuras (e intercambiar disparos, perseguirse unos a otros en autos o, sí, robar bancos).

Un día, Guy se sale de la línea y comienza a jugar él mismo a ese juego, o sea, deja de ser un PNJ para asumir sus propias decisiones. Se trata de algo que se supone que no podría pasar y tiene impensadas consecuencias para sí mismo y para el universo que integra, pero también para el mundo real, en el que los creadores del videojuego no logran comprender qué está pasando.

Tu lugar en el mundo subiendo de nivel a los tiros

Las referencias en Free Guy están dadas de manera evidente, sin que por ello el resultado pierda nunca originalidad. Tenemos un poco de la gran aventura Lego, mucho de They Live, del maestro John Carpenter, y particularmente, de The Truman Show (entre muchas otras, y eso sin contar la propia lógica de los videojuegos, aquí aplicada perfecto), todo bien desarrollado a medida que nuestro protagonista descubre que la realidad que habita, bueno, no es demasiado real.

Pero aunque no le falta cierto contexto filosófico –bastante inesperado y, por tanto, sorprendente–, aquí el envoltorio es el de una vertiginosa aventura sacada directamente del mundo de juegos como el popular Fornite o similares, dirigida con mano segura por Shawn Levy en su mejor película.

Ryan Reynolds en estado de gracia, evitando hacer de Ryan Reynolds (algo que le sale bien y hace casi siempre), aparece acompañado por Jodie Comer, Joe Keery, un tremendo cameo no acreditado de Channing Tatum y un villano ridículo de Taika Waititi como el despiadado ejecutivo y creador del videojuego, en un rejunte paródico de clichés.

La acción y especialmente la comedia (es una película muy divertida) son la amalgama que impulsa esta aventura de redescubrimiento para un Guy que cumple paso a paso en lo que propone. ¿El blockbuster del año? Por acá pensamos que es un serio candidato.

Free Guy, dirigida por Shawn Levy. 115 minutos. En Star+.