En Era como que bailaba la dramaturgia y la dirección de Raquel Diana evitan estridencias para llegar a un desenlace que no por previsible deja de sacudir, como en la vida misma. El unipersonal es breve, apenas 50 minutos, contado casi en secreta proximidad, desde la dualidad que Elisa Fernández despliega suavemente: la María comprensiva, dialogando desde la ficción con Woyzeck, del autor alemán Georg Büchner, o leyendo una denuncia contra la violencia machista, ya en el epílogo.

En el eje del monólogo suena “Una calle nos separa” y su personaje se prepara para el afuera, con una energía cándida, comprensiva con ese “hombre bueno” que sabemos que terminará con su vida. Los recursos actorales que pone en práctica son bien distintos de los que utiliza cuando se presenta en escenarios como Eli Almic, aunque sus seguidores inevitablemente recuerden canciones como “Ayuda” y el correspondiente clip en el que camina por las calles desiertas en alerta (“tengo miedo, / no me voy a hacer la cosa”, rapeaba allí).

La última función de Era como que bailaba va hoy a las 20.00 en La Gringa (18 de Julio 1236, Galería de las Américas) con entradas a $ 400. Reservas al 092 388779.