Hagamos un repaso para todos los que no tienen un cronograma de Marvel pegado en la pared de sus casas. Divididas en “fases”, todas las películas de Marvel van contando su propia historia mientras aportan en mayor o menor medida a una historia general del universo, a un relato mucho más grande y ambicioso. Es el símil de lo que hacen las historietas de superhéroes desde casi siempre, extrapolado ahora al séptimo arte: la idea de que todo lo que pasa –o casi: hay excepciones– forma parte de un mismo relato.
Así, la primera tanda de películas de Marvel –aquella que comenzó con Iron Man en 2008– tenía un “cierre” con Los Vengadores y la unión de todos los personajes que habían sido presentados en diversas aventuras, unidos ahora contra un enemigo en común.
A lo largo de estos más de 12 años, ya han transcurrido tres fases y, justamente, el cierre de la tercera ocurrió con Avengers: Endgame allá por 2019.
La cuarta fase debería haber comenzado el año pasado pero, ya se sabe, pasaron cosas. Por eso no queda claro si iba a ser justamente WandaVision el disparo de largada –hay varias películas que postergaron su estreno y no es seguro para cuándo– pero, en los hechos, terminó siéndolo.
Y lo cierto es que la primera serie de televisión craneada y producida por Marvel Studios no puede ser más adecuada tanto para reenganchar al público que ha seguido tanto tiempo las aventuras de los superhéroes como para traer al ruedo a aquellos que no se habían interesado nunca. Porque WandaVision es un prodigio narrativo que lleva adelante una verdadera apuesta a la vez como producto en solitario y como parte de ese universo magnificado y complejo.
La historia de la TV
No hay muchas explicaciones en el primer episodio (ni en el segundo o el tercero), que encuentra, de repente y sin dilación, a Wanda y Vision (unos magníficos Elizabeth Olsen y Paul Bettany que dan rienda suelta a su veta más humorística, desdoblándose en personajes que cambian de contexto y matices episodio tras episodio) viviendo en Westview, Nueva Jersey, como marido y mujer. Pero si ya de por sí eso puede ser raro –dado que después de los conflictos con Thanos en Infinity War y Endgame, Vision había muerto–, más raro es que claramente estén protagonizando una sitcom de la década de los 50, una que emula a Yo amo a Lucy, con risas en vivo y todo. Y luego, sin mucho más que decir, pasa a los 60 y a parecerse a Mi bella genio o Hechizada. Y luego a The Brady Bunch. Y luego… bueno, ustedes entienden.
Los que empiezan a no entender son los personajes –al menos su dupla protagónica–, que, de a poco y muy sutilmente, se percatan de que algo raro está pasando a su alrededor, que no recuerdan cómo llegaron a la ciudad o qué pasos dieron antes de estar instalados allí.
Claro que llega el cuarto episodio y muchas cosas –no todas: la serie se sigue reservando su buena cuota de misterios– se aclaran, pero no es algo que deschavaremos aquí. Justamente, y al mejor estilo de una serie de intriga o misterio, ir adivinando qué pasa y porqué es gran parte de la gracia.
Pero otra gran parte de la gracia radica justamente en esos capítulos “homenaje” y en cómo la serie logra hacer funcionar nuevamente las fórmulas de comedia que deberían ser añejas, con enormes momentos de humor –que chocan con esos bordes ominosos que no logramos entender a ciencia cierta de dónde vienen– y unas actuaciones excelentes.
Lo anterior ya vuelve a la serie algo distinto y sin duda atractivo incluso para cualquiera que no conozca a los personajes o de dónde vienen en este momento sus historias, pero la serie no descuida a los fans de Marvel, y el misterio que comienza a desenvolverse gracias a la participación de varios personajes que venían de antes en el universo perfecto –una cuidadosa selección de secundarios con peso, como Randall Park y Kate Jennings, que retoman sus roles y los mejoran– y remite directamente a las historietas que alguna vez fueran protagonizadas por los personajes principales (especialmente a la historia tormentosa de Wanda Maximoff, alias La Bruja Escarlata).
Con Disney+ todavía afilando los dientes como oferta de streaming tentadora –sus productos nuevos, como este de hoy y The Mandalorian, llegan en cuentagotas– es notable ver que hay un cuidado ejemplar a la hora de trasladar su gallina de los huevos de oro a la pantalla chica, con resultados estupendos.