Funcionó. Quizá fue el astuto sampleo de Joselito como sonido lejano y familiar, en el medio del desierto gélido y anónimo en Demasiadas mujeres, o la voz de José Feliciano en el amanecer de un parlante abandonado de una radio portátil, o el tren de las guitarras de los Gipsy Kings, desmintiendo la locura de un anciano convencido de un amor, siempre a punto de llegar.

El español Antón Álvarez Alfaro nació el 19 de julio de 1990. De gurí le decían “Puchito”, y cuando comenzó con la música, con el rap hardcore, que ya es tradición en casi todas las provincias de la otrora madre patria, se hizo llamar Crema. A mediados de los 2000 se encerró casi un año solo entre cuatro paredes y practicó boxeo. Volvió como C Tangana y construyó una sólida carrera con canciones de suspiros violentos y buenos versos sobre las bases elegantes que el canadiense Drake ya se había animado a ofrecer, con excelentes resultados de venta y viralización.

En 2020 Tangana ya tenía otro disco pronto, similar a los anteriores, con trap español relajado, sin riesgos, y con la confianza de millones de fans dispuestos a recibir otra dosis de ese sueño placentero. Por alguna razón, no totalmente develada, Antón les dijo a los magnates de su compañía discográfica que lo siguieran con una idea, que olvidaran esos millones seguros y lo acompañaran en la aventura de revitalizar la canción española, las rumbas, las coplas y el flamenco, para despertar orgullos y pasiones en días de encierro, aislamiento e incertidumbre.

Entonces invitó a un grupo de célebres con joyas en buenas condiciones y para ellos se propuso componer las mejores canciones de su vida. Y funcionó. Lo que podría haber sido un puñado de canciones torpes y atropelladas resultó un abridor de ventanas y puertas para que entraran el sol y el aire en las casas de todos los países de habla hispana, y más allá, que no para de batir récords en la industria discográfica y de recibir elogios de músicos de los más diversos géneros.

Al comienzo de una tarde europea, Antón, popularmente conocido como C Tangana, habló con la diaria sobre El Madrileño, su nuevo alias, impreso en la portada de un disco de desamor que encuentra en las raíces de la música española la mejor forma de celebrar la tristeza. La charla también se puede ver en https://www.instagram.com/p/CMlMKPdh_rm/.

¿Cómo es recibir tantas muestras de afecto y de alegría juntas en tan poco tiempo?

Se siente muy bien. Y sobre todo con este disco, que es probablemente lo más arriesgado que he hecho en mi carrera. Disfruto, además, que a la gente le gusten las canciones más emotivas o emocionales, y que más me pesan. Para mí es un orgullo.

¿Alguna vez habías soñado con un momento como este?

Sí, puede ser. Creo que todos los artistas soñamos con este tipo de momentos de reconocimiento total, que es lo que me está pasando ahora mismo.

Escuché muchas veces El Madrileño, y esta madrugada me volvió a emocionar. Alguien dijo por ahí que es un disco con el que no sabés si ponerte a llorar o a bailar, y me parece una definición muy acertada.

Sí. Creo que hemos encontrado ese justo equilibrio. Mi madre ya había oído el disco, pero cuando lo estrenamos me mandó un mensaje de felicitación y de orgullo, y me dijo algo parecido: “Te ha quedado un disco muy bonito, pero tampoco es para llorar todo el rato”. Porque ella siempre nos echa la culpa a mi padre y a mí de que toda la música que ponemos es para deprimirnos. Como que los dos tenemos un carácter nostálgico y parece que todo lo que juzgamos como bueno tiene que ser trascendente. Creo que este disco de a poco te va arrancando sonrisas, tiene formas de escribir con las que nunca me había enfrentado. Letras como las de “Muriendo de envidia” o “Los tontos” están en un tono que es muy típico de España, una alegría de vivir que yo nunca había utilizado en mi música.

A propósito de tu familia, en una entrevista con la televisión española y hablando de tu postura con respecto a las monarquías, dijiste que tu abuela era tanto o más importante que cualquier rey o reina. Me gustaría que me contaras de esas abuelas tuyas.

Pues mis dos abuelas han fallecido. Mi abuela Valentina es una mujer gallega que viene de una aldea de Ourense y vivió en Vigo toda su vida. Y mi abuela Pilar nació en Ceuta, que es una ciudad al norte de Marruecos pero que pertenece a España, y se casó con un cordobés. Vivió en varios sitios de España pero sobre todo en Madrid.

¿Qué otras personas han sido importantes en tu vida?

Mucha gente, pero para este disco en concreto mi padre ha sido muy importante por la música que me ponía de pequeño y por la influencia que han tenido, justamente, los discos que tenía de Jorge Drexler, Andrés Calamaro, Kiko Veneno, y un montón de música que conozco gracias a él. Mi madre es una persona fundamental en mi vida por absolutamente todo; con las madres no hace falta dar explicación. Santos Bacana, que es director creativo y probablemente uno de mis artistas favoritos, ha sido muy relevante. Paco “El niño de Elche”, con quien compuse la canción “Un veneno”; Víctor Martínez y Cristian Quirante (Alizzz), con los que he compuesto el disco. Hay mucha gente involucrada en este disco a la que le debo mucho.

Hay una escena muy linda en el video de la canción con Jorge Drexler (“Nominao”), donde también aparece Andrés Calamaro y se dan un abrazo, que es una de las cosas más difíciles de hacer ahora. Da la sensación de que todo eso se dio muy naturalmente.

Ese video está concebido para que prácticamente fuese todo improvisación. La idea era ponernos un micro de corbata, tocar las dos canciones en directo [“Hong Kong” y “Nominao”] y grabarnos en distintos lugares, pero dejándonos interactuar de manera totalmente libre, como para ver realmente quiénes somos. A veces a los artistas nos cuesta mostrarnos de forma espontánea. Las cámaras, los focos, los micrófonos, todo es como una barrera. Y queríamos mostrar la relación tan afectuosa que tenemos con Andrés y Jorge.

¿Todavía te da cierta impresión estar cerca de ellos, o ya existe una relación de colegas que comparten un mismo universo?

Siempre me da un poco de respeto. Porque yo sí que tengo un poco de complejo. Vengo de la música urbana, no domino ninguna técnica, ni canto bien, ni soy instrumentista, ni nada. A mí lo que se me da bien es componer, concebir, pensar, y ser el productor de mis canciones. Pero cuando cantamos en directo todavía siento la presencia de los dos astros que son cada uno de ellos.

Cuenta la historia que a los siete años escribiste un cuento y que desde esa edad era algo habitual en vos ponerte a escribir poesía y cuentos.

Ese es mi primer recuerdo artístico. Escribir por escribir, pero sí, me viene desde hace mucho tiempo.

¿Eras un niño solitario?

Creo que sí, he sido un niño un poco solitario en algunos momentos. Mi vida ha sido una mezcla de haber sido un niño solitario y reservado, y ser muy popular. Creo que viene de familia. Mi padre es un tipo reservado, y mi madre es una mujer con 14 hermanos. O sea, eran 15 en total, con una familia que cuando se reúne son, como mínimo, 30 o 40 personas, y completamente extrovertidas. Entonces yo unas veces me he comportado de una forma, y otras, de otra. Siempre he estado ahí en el medio.

Una de mis favoritas del disco es “Ingobernable”. Me gustan la canción y el video. Me llamaron mucho la atención esas señoras que aparecen junto a vos. ¿Quiénes son o se supone que son?

Son mujeres ingobernables de mi familia. Hay tías mías, primas de mi madre, mi madre, mi prima y mi hermana. Son un montón de mujeres que representan ese ideal de personas –que viene mucho de la familia de mi madre– extremadamente libres y que nadie les puede decir lo que tienen que hacer. Ser ingobernable es algo que admiro y que me suele atraer mucho de las personas.

Los artistas que participaron en el disco se han manifestado públicamente como muy contentos con el resultado final. Es una alegría muy compartida, parece. No es sólo tuya.

Creo que en general todos se sienten muy partícipes de lo que hemos hecho. He conseguido que estén involucrados en todo y que sientan que este disco también es suyo. Y creo que eso parte de que cada una de las canciones está tratada con mucho mimo y cariño, y todos los artistas han puesto mucho ahí. Creo que he sabido comunicarles la pasión que siento por esto que hicimos, pero es verdad que me han rendido todos los honores, y encima cuando salió el disco lo han recibido de la mejor manera. Para mí, haber participado en el disco ya es espectacular, y estoy muy agradecido con cada uno de ellos.

Y ahora quieres ser como Julio Iglesias.

Es el paso definitivo, ¿no? Convertirse en Julio. Mirá, una vez conocí a Marc Anthony y me preguntó: “¿Cómo te ves dentro de diez años?”. En ese momento estábamos en el puerto de Miami, en su yate. Había un montón de yates aparcados, vi el más grande y dije: “Yo me veo ahí dentro de diez años”. Siempre hay una figura legendaria, como la del cantante que triunfa en el extranjero y tal. Marc Anthony es ese tipo de leyenda. Pero el éxito de estas canciones para mí en realidad va a llegar cuando pasen a la cultura popular, y un día cualquiera en una casa, dentro de diez años, alguien saque una guitarra y cante una de estas canciones. Creo que eso es como quiero ser. Si encima acabo como Julio Iglesias, pues mejor.

Después de este disco, supongo que debe ser muy difícil dar un paso atrás. Es un trabajo muy significativo, que de alguna forma marca tu carrera hacia otro camino o lugar.

Sí. No sé qué va a pasar de aquí en adelante. Para mí es un lugar de llegada, pero es obvio que después de esto toda mi música y mi carrera cambiaron para siempre.