Como toda buena receta, Masa madre es flexible, es una invitación a explorar, tiene algo de misterio y se basa en una combinación virtuosa de elementos simples y nobles, que estaban ahí con su potencia que se pone a jugar en el encuentro. Hay, en este nuevo libro de Natacha Ortega y Matías Acosta, mucho de química y de juego. Y, claro, de poesía.
Hay varias posibles respuestas a qué es lo que hace a este libro tan redondo, que cuando se termina es difícil no obedecer al impulso de volver a empezar, y que cada vuelta signifique encontrar un detalle nuevo.
En primer lugar, una dupla creativa talentosa que hace tiempo viene leudando entre cruces a un lado y otro del Río de la Plata. El año pasado, el singular 2020 pandémico, encontró a Acosta cosechando premios y logros que no son otra cosa que el reconocimiento a un trabajo sostenido en la ilustración, con el que ha forjado un estilo propio.
Ortega, por su parte, partió en alas de su Dragón Dorado y, lejos de quedar anclada en su Mendoza natal, no dejó de tender puentes creativos, sobre todo hacia estas costas. En esa vuelta al origen anidó este libro.
Un detalle no desdeñable es la dedicatoria: ese “a Mercedes y Germán, por las levadoras compartidas” ubica al libro y a los autores en una comunidad más amplia de creadores comprometidos con la literatura infantil y juvenil, además de poner en primer plano la conjunción de dos elementos fundamentales: la referencia y la amistad.
La fórmula
Masa madre ofrece ni más ni menos que la receta del pan. Algo tan simple y básico, tan antiguo y universal. Epítome de esa vuelta hacia adentro que significó cocinar sobre todo durante los primeros tiempos de pandemia, hay en el título, antes que nada, un juego de palabras que resume dos características del libro todo: la búsqueda del juego y del goce de paladear las palabras en el decir, y el refugio en el abrazo primigenio, porque la masa madre es, precisamente, aquella que amasó Pelusa en su cocina.
Con una poética que apela a lo íntimo, a lo pequeño, y a recorrer el campo semántico del pan –leudar, amasar, mezclar, entibiar, nutrir– en su sentido propio, inmediato y, por supuesto, fundamentalmente metafórico y evocativo, Ortega viaja al lugar mismo de la infancia e invita al lector a dejarse llevar por el olor del pan. Para hacer pan, para cantar el pan y para deleitarse con ese otro relato, el que propone Acosta y que transcurre junto a la receta-canción: una ilustración llena de detalles, donde esa madre que se ve enorme se adivina amorosa en la atención, en el paso del tiempo y en la cotidianidad.
Masa madre es un libro bellísimo, producto de muchas manos en la masa haciendo garabatos que son bienvenidos. Incluye, además, la receta vuelta canción, accesible en código QR, interpretada por Ortega y Mauricio Gelardi, es decir, por Dragón Dorado. El resultado es delicioso y no puedo dejar de imaginarlo como una de las mejores formas de permanecer, en unos años, lleno de manchas de levadura, de tanto viajar del anaquel de la biblioteca a la cocina, de ida y vuelta.
Masa madre, de Natacha Ortega y Matías Acosta. Dragón Dorado Ediciones, 2021. $ 700. Se puede encargar por Instagram en @dragondoradouy y por el mail [email protected] (hasta el martes se puede conseguir dedicado).
Bosque de historias
“Porque el bosque era el lugar al que me gustaba escapar en mi niñez [...] Allí aprendí que la oscuridad brilla; más aún, resplandece; que los vuelos de los pájaros escriben en el aire antiquísimas palabras, de donde han brotado todos los libros del mundo”, escribe Ana María Matute y rescata Virginia Mórtola como invitación al taller de escritura para niños y niñas de siete a 13 años que comenzará en Espacio Hiedra (Juan Ramón Gómez 3171) el 17 de abril, los sábados de 13.30 a 15.00. Se dará en forma presencial con grupos muy reducidos, y virtual para quienes quieran sumarse en esta modalidad. Cuesta $ 1.600 por mes y no se cobra matrícula.
“Se dice que los bosques, por la cantidad de árboles y vegetación, son pulmones de la tierra. Pero también, por sus sonidos que encantan, los juegos de luces y sombras que arman las hojitas, la cantidad de seres que acoge; los bosques han sido y son enormes pulmones para la imaginación. Entre árbol y árbol suenan rumores desconocidos. Las historias aguardan en las profundidades de las raíces, se balancean entre las ramas, anidan en los huecos. Esconden seres enigmáticos, brujas, dragones, enanos, bandidos, hadas, duendes, niños perdidos, seres invisibles o diminutos de la hierba y las cortezas”. De esta manera Mórtola, psicoanalista y escritora, autora de La ventana de papel, Cuentos de disparate y terror y ¡Sim sala bim! Tres palabras mágicas, invita a adentrarse al bosque y ponerse a escribir.
Taller de audiocuentos
En el marco del Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil y del Día Internacional del Libro, el Centro Cultural de España (Rincón 629) propone un taller de audiocuentos que tendrá lugar, en modalidad virtual, los sábados 10, 17 y 24 de abril, de 15.00 a 16.30 (las inscripciones, que sólo se aceptan para los tres sábados, cierran el viernes 9 en este link: https://ladiaria.com.uy/U8S), para niños y niñas de ocho a 12 años, con el acompañamiento de un adulto.
“Los audiocuentos son creaciones que integran historias narradas, sonidos y música. En la era digital resultan una herramienta de mediación lectora que conserva intacta la capacidad de imaginar que los libros despiertan. Como educadores, madres y padres hemos elegido y desarrollado audiocuentos, y hemos creado una estética que intenta acercarse a los radioteatros, potenciando la interpretación”, comentan Florencia Cardona y Agustín Alén, del sorianense Taller del Viento.
La invitación es a compartir una serie de talleres en los que los participantes podrán vincularse con esta manera de contar, crear sus propias historias y experimentar todo el proceso de realización. Los audiocuentos resultantes serán editados con tutorías individuales a distancia o, según el caso, por los talleristas para ser difundidos en la página web del CCE y sus redes sociales, así como en el canal de Youtube de Taller del Viento.