Hagamos un ejercicio de imaginación. Supongamos que en nuestro barrio todavía existe un videoclub (tengo uno a la vuelta de casa, pero es la pantalla de un local de venta de congelados). Entramos con la intención de alquilar la última película del director argentino Néstor Frenkel, llamada Los visionadores. La persona que atiende nos cuenta que es su primer día de trabajo, que tendremos que buscarla sin su ayuda. ¿Hacia qué sección nos dirigimos?
Acción tiene, aunque las escenas entre los “protagonistas” (nótense las comillas) estén contadas en una sucesión de fotografías. Humor le sobra, aunque en su mayor parte sea involuntario. Documental podría ser, ya que la historia muestra una gran selección de escenas de la filmografía del país vecino. Y en esas escenas hay drama, romance y casi todo el resto de las categorías de un videoclub clásico.
Por suerte, la realidad indica que podemos ir al videoclub solamente a buscar hamburguesas de pescado congeladas, y ver Los visionadores desde la comodidad de nuestros hogares y en forma gratuita. Es que sus responsables quisieron que esta obra pudiera disfrutarse libremente en la plataforma Vimeo, a la que llegarán en pocos segundos si saben utilizar el buscador de internet.
Ahora que la encontramos, ¿de qué va? Bueno, este ejercicio cinematográfico cargado de humor cuenta la historia de dos muchachos que terminan consumiendo cine argentino. Pero no cine argentino que te deja una sensación agradable, sino cine argentino que te produce un subidón y te genera no solamente consecuencias negativas para el cerebro y el alma, sino también una adicción difícil de combatir.
Frenkel juega con la adicción de estos visionadores viciosos, aprovechando para hacer un recorrido por los rincones más oscuros de la filmografía del vecino país. No solamente creaciones poco conocidas, sino todas aquellas que a la distancia parece increíble que hayan existido.
El doble juego de este film es que los ejemplos, las drogas que consumen los protagonistas, son justamente películas que giran alrededor de las drogas, el delito y otras conductas que podríamos llamar marginales. La mayoría de ellas con moralejas que parecen salir de la pantalla en tercera dimensión y cachetearte en la cara.
Es interesante descubrir o recordar (dependiendo de la edad de cada uno) la manera en que el cine trataba al consumo de marihuana y el de otras drogas y cómo lo relacionaba con el fin absoluto de la vida útil dentro de una sociedad de consumo. Y es muy lindo recordar lo bien que putean los argentinos, delante o detrás de una pantalla.
La acción de los dos amigos es una simple excusa que permite ir repasando momentos inolvidables con la entretenida narración de Damián Dreizik. Me tuvo varios minutos pensando “yo esa voz la conozco”, hasta que me di cuenta de que es quien comienza con un recitado el tema “He andao”, de Kevin Johansen. Un dato menor, para que no les pase a ustedes.
Los visionadores podría ser el primer capítulo de una serie. La cantidad de ejemplos que Frenkel encuentra en temáticas relativamente acotadas permite imaginar compilados de romance, de acción (¡Los extermineitors!) y un supercut de insultos proferidos por Federico Luppi, de los que acá no aparecen suficientes.
Hay poco para criticarle a la película, cuyos 51 minutos pasan volando. Los juegos de palabras con los títulos de los films citados están en el nivel de los chistes de Condorito, pero funcionan en contexto. Y la subtrama de Rodolfo Ranni hace que se le perdone todo.
Es importante señalar, sin embargo, que no se trata de un producto recomendado para personas que han eliminado el consumo irónico de sus dietas. El debate sobre el entretenimiento que funciona por las razones incorrectas es largo y antes vamos a tener que cerrar el debate de los límites del humor. Pero jugando con el tema de los vicios, creo que el consumo irónico puede ser comparable con el de algunas drogas: un ratito el fin de semana con amigos, está bien, pero si te pasás todas las tardes encerrado en tu casa mirando cine argentino clase Z, tenés un problema.
Los visionadores, dirigida por Néstor Frenkel. En Vimeo, sin costo.