Florencia Núñez

» Hijos del mediterráneo (2019), de varios artistas. Un disco clásico como Mediterráneo, de Serrat, con canciones que sobreviven al paso del tiempo pero cantado por nuestros contemporáneos. Es decir, las voces de ahora en España cantando los temas de siempre. DePedro, Xoel López, Iván Ferreiro, Silvia Pérez Cruz, entre otros, ponen voz a las canciones quizá más reconocidas del cantautor catalán. Para quienes nunca hayan escuchado el álbum de 1971 puede significar una puerta de entrada interesante. Si se puede pedir, me hubiera gustado que la producción fuera más arriesgada y, al tratarse de un álbum tributo, hubiera una relectura de la obra, con las herramientas y las posibilidades de esta década. De igual manera, me he pasado tarareando los arreglos orquestales y de voces femeninas (idénticos a los originales) de, por ejemplo, “La mujer que yo quiero”.

» Un hombre rubio (2018), de Christina Rosenvinge. Lo sé, no me canso de recomendar a la madrileña Christina Rosenvinge. Es que alguien tiene que hacer justicia y remontar su popularidad por estas latitudes. El hecho es que Un hombre rubio, editado en 2018, es su mejor disco hasta la fecha. Cosido y bordado por Rosenvinge (autorías y producción), tocado por una banda potente, arreglos finos y un repertorio que oscila entre lo denso y lo delicado: todo lo que le pido a un álbum. Canciones como “Ana y los pájaros” y “La flor entre la vía” llevaron a la compositora –de ascendencia danesa– a alzarse con el Premio de Músicas Actuales del Ministerio de Cultura español. Capítulo aparte para “Romance de la plata”: una canción que la reconcilia con la figura de su padre y deja entrever el peso de las coincidencias por sobre las diferencias. Nueve canciones en la búsqueda de ese hombre rubio que no es otro que la mismísima Christina Rosenvinge.

» Canciones de amor para el fin del mundo (2020), de Franny Glass. Mi colega Gonzalo Deniz se mandó la quijotada del año: en tiempos en que los proyectos musicales reducen cada vez más los formatos para la mera supervivencia, Franny Glass suma vientos y cuerdas a su quinteto pop rock de siempre, se calza el traje de crooner y explota su registro vocal al máximo. Y como si esto fuera poco, lo hace con una decena de canciones perfectas, tal como nos tiene acostumbrados. La apuesta por las buenas canciones comenzó con su primer disco, en 2007, y no ha hecho más que mejorar. “Bailar lentas”, “A cualquier parte, por favor” y la leonardofaviesca “Tu nombre tatuado” me confirman la teoría de que el mundo sería aún mejor si cada uno hace lo que mejor sabe.

Rossana Taddei

Rossana Taddei

Rossana Taddei

» Estoy escuchando a Gustavo Cerati, Charly García y Martirio. De Cerati, después de gastar su último disco, Fuerza natural (2009), ahora estoy escuchando Bocanada (1999). Cualquier disco de Cerati me apasiona; los escucho mil veces y siempre descubro algo nuevo que me emociona.

» El disco de Martirio se llama Coplas de madrugá (1997). Canta coplas tradicionales en formato trío de jazz con Chano Domínguez, Guillermo McGuill en batería (Uruguay) y Javier Colina en contrabajo. Sigo a Martirio desde hace años.

» Volví a Charly. Estoy escuchando el MTV Unplugged (1995) en vivo, un disco fresco, natural, en el que se destacan la presencia y la personalidad de Gabriela Epumer en la guitarra, con unos solos muy inspirados y cantando con Charly, que me encanta que se olvide de las letras y que las cambie a piacere. Es un disco que en este momento me despierta una sensación de libertad y me hace revivir la frescura que provoca el libre albedrío.

Guillermo Lamolle

Guillermo Lamolle

Guillermo Lamolle

» Discos, lo que se dice discos, no estuve escuchando últimamente, así, por placer, pero sí algunas cosas interesantes. Me acuerdo de dos: uno, unos videos de un género folclórico mexicano (de la zona de Veracruz) llamado son jarocho, que no tiene nada que ver con el son cubano, pero sí podría emparentarse con el joropo venezolano. Como todo en México, se toca con guitarras de distintos tamaños, específicas del género, y alguna cosa más (una especie de kalimba gigante que tiene varios nombres, a veces derivados de la palabra marimba). Los tipos tocan horas, es muy improvisado, y también se cantan coplas o décimas arriba, y si bien es algo parecido a un seis por ocho, tiene unas salidas de ritmo que me recordaron lejanamente a los tambores de candombe. Una vez estuve en México y me traje un casete de son jarocho, que perdí, como me suele pasar con cualquier tipo de objeto, pero me había quedado grabada la imagen de esas guitarras pequeñas y alargadas, que parecen guitarras mal dibujadas. Recomiendo escuchar y mirar algunos de los videos que aparecen primero en Youtube al poner, simplemente, son jarocho. Y también buscar otras músicas; ahora escuché algo cubano llamado changüí que está súper interesante. Pero no pongan la palabra “folclore”, porque eso suele conducir a cosas que no tienen nada que ver.

» Otra cosa que oí y vi hace poco en Youtube, y que también recomiendo, ya en Uruguay, es un video sobre el cierre del Mercado Modelo, realizado por la productora Yacaré con la dirección de Nicolás Macchi. Se llama “Lechuzas, pandillas y ambulantes”, y es una especie de documental visual/sonoro sin palabras (salvo unas muy breves, al inicio) sobre el reciente desmantelamiento del histórico mercado, con la música de Diego Azar (guitarra eléctrica y computadora en vivo) y Álvaro Salas (tambor ngoma), un dúo espeluznante. Un despelote todo: la música (que es una improvisación tocada y grabada de una), las imágenes, su interacción mágica y, muy especialmente, la bienvenida ausencia de gente hablando del mercado o de su cierre, que habría arruinado toda la belleza de este video increíble. A pesar de ello, destaco la actuación estelar de una rata, sobre el final. Difícilmente habría podido estar mejor de ser algo programado. Suele pasar, cuando hay calidad de base, que lo aleatorio juegue a favor.